— Realmente eres terrible...Suspiré mientras exprimía el agua del paño mojado y tibio por décima vez esa noche y se lo volvía a poner en la frente.
Manjiro tenía fiebre, seguramente la herida se había infectado por esperar mucho tiempo para atenderlas.
Cuando estuve apunto de dormir me dí cuenta que el rubio seguía en cama. Me acerqué y fue ahí cuando noté el rostro caliente del rubio
Me asusté, no puedo negarlo.
En ese mismo momento fuí a buscar un paño y agua caliente.
Ahora estoy sentada a su lado cuidando de que la fiebre no vuelva a subir mientras Takemichi duerme cómodamente en su cama.
¿Porque hago esto? Yo apenas lo conozco
Miré de reojo al rubio y me dí cuenta que en ese estado parecía un niño pequeño enfermo. Eso me dió mucha ternura
Una parte de mí se negaba a dejarlo sufrir.
— Tengo sed... — murmuró abriendo ligeramente los ojos, apenas visibles.
— ¿Hace cuánto estás despierto? — susurré mientras volvía a quitar la compresa tibia de su rostro.
— no me dejaste solo — volvió a murmurar suspirando. Su rostro estaba caliente y sonrojado por la fiebre.
Me quedé observando a Manjiro, incapaz de disimular la extraña mezcla de sentimientos que me provocaba. En su delirio de fiebre, había alcanzado a decirme algo que en cualquier otra circunstancia me habría puesto en guardia, pero en él... No lo sé, tenía algo que hacía difícil no sentirse cautivada.
Y eso está mal.
— Deberías descansar Manjiro —le dije intentando sonar firme, aunque una parte de mí se enterneciera por su expresión agotada y sus ojos entrecerrados que, aun así, no dejaban de observarme.
Él solo ladeó una media sonrisa. Parecía encantarle la idea de verme ahí a su lado.
— Ume... —repitió en voz baja como si quisiera asegurarse de que realmente estaba aquí y no era solo una visión producto de su delirio.
— ¿Qué pasa? —respondí tratando de quitarle importancia a la situación.
No quería reconocerlo, pero no había sentido tanta ternura por alguien en mucho tiempo. Estaba acostumbrada a ver solo el lado rudo y oscuro de la gente, sobre todo en alguien como él, alguien que claramente podía ser peligroso, alguien de quien se suponía que debía alejarme.
Él deslizó la mirada, medio soñoliento, hasta mis ojos y me miró con esa intensidad que tenía en esos ojos negros tan fríos...
— Te dije que no me gusta verte con Sanzu... —murmuró, como si estuviera en un trance por culpa de la fiebre pero consciente de lo que decía.
Me miró de nuevo pero había algo más allí, algo que se asomaba entre su malestar.
— Y yo te dije que no tenías que hacer una locura para llamar mi atención, ¿verdad? —le recordé suavemente, mientras mi mano acariciaba la suya.
— No era una locura... Tú no entiendes Ume —murmuró, sus ojos todavía fijos en los míos— Me molesta... verte tan cerca de él, como si... Cómo si él pudiera ser alguien importante para ti.
Me sorprendió su tono de voz, como si realmente le doliera la idea.
— Sanzu no es... —comencé a decir pero él me interrumpió.
— No quiero saber qué es para ti —dijo como si ya el solo hecho de decir su nombre fuera algo que le resultara intolerable— Sólo... no quiero que te acerques tanto a él.
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Alba || Manjiro Sano
RomantizmUna Oiran y un mafioso, ambos con ambiciones diferentes sumergidos en el mismo mundo. «¿Quieres comprarme?» «Te doy mi alma si me lo pides, solo dime qué vendrás conmigo» «Tu alma es oscura, siniestra... no lo deseo»