El sonido de la puerta al abrirse me distrae de las cámaras que estaba viendo con detenimiento, intente repetir las grabaciones pero al parecer no tienen memoria incluida, realmente no se para que tienen cámaras si no van a guardar las grabaciones de lo que graban.
Un chico alto con cabello rubio entra, tiene una ligera barba en su barbilla, sus ojos verdes es lo que mas llama de su rostro.
-¿Buenas tardes en que le puedo ayudar?- me levanto de la silla y solo siento el punzante dolor en mi espalda.
Tengo tan solo 20 años y mi cuerpo ya se queja por todo.
-Así que tu eres la suplente- pone una mano apoyándose sobre el mostrador y mi mirada se fija en su mano - la jefa no me aviso por eso vine para quedarme esta noche- vuelvo a levantar la mirada para analizarlo.
Un chico común y corriente, realmente siento buena vibra de el.
-Si, me dijo que tengo que quedarme hasta las tres de la mañana- veo el pequeño reloj que marca las diez y ladeo un poco mi cabeza- así que te toca el turno de la mañana- el sonríe y asiente.
-Soy Keril- me estira su mano y yo la tomo dándole un apretón.
-Gery.
-Es un gusto Gery- vuelve a sonreír y por su rostro, que me causa simpatía, no puedo evitar sonreír.
El suelta mi mano y se encamina por la tienda viendo las repisas, me imagino que lo hace para inspeccionar que todo este en su lugar.
Vuelvo a fijar la vista en el cajero y no puedo evitar preguntar.
-Hoy vinieron unos hombres a retirar unas cajas y ... - el se gira con una mueca de confusión - tal vez me podrías decir que es lo que tenían esas cajas, por que pesaban ...- no me permite terminar la frase.
-Aquí no entregamos cajas, las recibimos- me analiza con su mirada mientras se queda parado sin moverse.
-Eran unas cajas azules, me dijeron que las recogían una vez por semana, me dejaron el dinero- aplasto la cajera y me percato de que el fajo de billetes no esta.
Me agacho para ver por debajo de la mesa, pero no hay. El maldito dinero no esta.
No lo saque, solo lo metí ahí y no lo volví a sacar. Deje la caja dos veces hoy para ir al baño, pero no escuche la puerta abrirse. No lo escuche. Definitivamente no me estoy volviendo loca, no lo estoy. Yo sentí la mano de ese hombre. Sentí el agarre del chico. No. No pude haberlo imaginado. Me vuelvo agachar para asegurarme de que el dinero tal ves se me cayo y yo lo patee sin querer y esta por algún maldito rincón.
-Nosotros no recibimos ningunas cajas azules, las únicas de color son las anaranjadas.- siento como su cuerpo hace sombra a mi cuerpo así que me levanto rendida de que definitivamente, en el suelo, aparte de cables no hay nada mas.
-Tal ves me quede dormida y lo soñé- no puedo creérmelo.
Simplemente me niego a creer que eso paso. Sentí su maldito tacto. Sentí el peso de las cajas al intentar levantarlas.
-¿No quieres que te releve?- pregunta Keril y yo niego con la cabeza.
-Necesito este trabajo, por favor- fijo la mirada en el- no se lo cuentes a la jefa- el duda por un momento y realmente me resigno cuando me responde.
-Hay una maquina de café ahí- hace la seña con su barbilla y yo fijo la mirada en una mesa pequeña que esta en la esquina con un microondas y una pequeña maquina de café con dos tazas a un lado- tomate unas tazas bien cargadas para que no vuelva a pasar.
Siento que puedo respirar algo mas tranquila. Realmente su aura no miente, parece que nos llevaremos bien.
-Gracias, enserió, te debo una- me giro para empezar a caminar a la maquina de café.
-Mas bien yo te debo una, por fin podre dormir tranquilo y mis ocho horas diarias- otra sonrisa se vuelve a pintar en mi rostro pero se desaparece en ese instante.
-¿Te tenia desde la mañana hasta la madrugada?- aprieto el pequeño botón dejando que el liquido humeante caiga en la taza blanca con unas pequeñas grietas en la mitad.
-Me permitía retirarme desde las cinco hasta las diez- escucho como nuevamente la puerta es abierta así que dejo mi café para poder atender a quien haya entrado- estaba pensando muy seriamente en traerme mejor mi cama aquí.
Intento ver por un lado de el para ver quien es el que entro pero no logro ver a nadie.
-¿Y tu café?- el fija su mirada en mis manos vacías.
No creo que sea prudente preguntarle que si vio salir o entrar a alguien por que definitivamente creo que pensaría que estoy loca.
-No me gusta cuando esta muy caliente- intento escusar me, cuando realmente amo el café hirviendo.
-Ok- toma una hoja que esta sobre el mostrador y se arrima en esta misma para alcanzar un lápiz que hay en un baso a un lado de la caja - este es mi numero- empieza a escribir- llámame si necesitas ayuda- me estira el papel y yo lo tomo guardándomelo en el bolsillo.
-Gracias- vuelvo a pararme y el solo me dedica otra sonrisa sutil y empieza a caminar a la salida.
Espero parada a que atraviese la puerta y cuando lo hace tomo mi café para que no se enfrié mas.
Doy unos largos sorbos para poder saborearlo y perderme en ese sabor.
Mi mirada se vuelve a fijar en la caja y los pensamientos nuevamente empiezan a darme vueltas y vueltas. Definitivamente no llamare a mi doctor, pero esto ya no es normal.
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UNA CASA EN EL INFIERNO
Science FictionGery, una chica de 21 años, la cual ha tenido problemas con su familia desde que era pequeña, logra huir de todos, para mudarse a una casa muy antigua a las afueras de la ciudad. En el trayecto conoce a un hombre, el cual la atrapa en el momento don...