—¿Ya estás listo para ayudarme con la grabación? —le pregunté a Melvin mientras me ajustaba la camiseta.
—¿Grabar qué? —respondió él, desconcertado, mientras se quitaba los audífonos.
—¡El video que te mencioné la otra vez! Vamos a hacer algo simple, pero necesito que me ayudes con la cámara.
—Ah, sí, eso... —Melvin me miró, sonriendo con un poco de resignación—. Bueno, si me invitas un buen almuerzo después, estoy listo.
—Trato hecho. Pero hay un pequeño detalle más —añadí, haciendo una pausa—. Voy a invitar a Hedda y a una amiga suya a la grabación.
—¿De verdad? —Melvin arqueó una ceja—. Ahora sí que estás metido hasta el fondo con Hedda, ¿eh?
—Vamos, no te pongas dramático —dije, dándole un ligero golpe en el brazo—. Es solo para pasar el rato. Además, después nos quedaremos a dormir en casa de Susan. Ya sabes, la pijamada. Pero hasta que llegue la noche, podemos disfrutar el día grabando.
—Ah, ahora todo tiene sentido —respondió Melvin, sonriendo—. Grabación, amigas, y una pijamada. ¡Menudo plan te armaste!
—Es que soy un tipo organizado —respondí, guiñándole un ojo.
—Vamos, no quiero que lleguemos tarde —le dije a Melvin mientras nos poníamos en marcha, caminando en dirección a la casa de Susan.
—¿Tarde? ¡Si ni siquiera tenemos un horario fijo! —respondió Melvin, riéndose mientras ajustaba su mochila al hombro.
—Es por cortesía, hermano —repliqué, acelerando un poco el paso.
Llegamos a la casa de Susan en menos tiempo del que esperaba. Hedda ya estaba allí, sentada en el jardín de la vereda con su amiga, riéndose de algo que leía en su teléfono. Llevaba un atuendo deportivo color negro con rayas moradas. Al vernos, levantó la mirada y me sonrió.
—¡Hey! —saludé, haciendo un gesto con la mano—. Espero que estén listas para ayudarnos con un video.
Hedda se levantó y nos recibió con una sonrisa.
—¿Así que grabaciones y pijamada todo en un solo día? —bromeó.
—Así es —dije, fingiendo solemnidad—. Todo está perfectamente planeado... o algo así.
Fuimos caminando hasta la universidad porque íbamos a grabar ahí. Pasamos un rato filmando distintas escenas, pero luego de un tiempo nos empezamos a aburrir. Decidimos explorar un poco y entramos al edificio donde la universidad guarda sus trofeos y premios. El lugar era una casa antigua, pero sorprendentemente hermosa por dentro. Las paredes estaban adornadas con cuadros antiguos y vitrinas llenas de trofeos brillantes.
Subimos hasta el segundo piso, donde había algunos asientos cómodos. Melvin se sentó de inmediato, pero Hedda prefirió no hacerlo. En lugar de eso, se dirigió al balcón, donde unas flores de bugambilia crecían hermosamente, enredándose entre las rejas de hierro forjado.
La vi quedarse admirando las flores, su rostro relajado mientras el viento suave movía los pétalos de colores vibrantes. Aproveché el momento y, sin que ella lo notara al principio, intenté tomarle algunas fotos. Esta vez logré capturar unas buenas, con las flores de fondo.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que Hedda se diera cuenta.
—¿Qué haces? —preguntó, notando la cámara.
—Nada, nada... —dije, riéndome mientras ocultaba el teléfono detrás de mí.
—Esquizofrénico —rió, moviéndose para evitar más fotos—. ¡No puedes dejar de hacer eso, ¿verdad?
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Un collar de pétalo
RomancePara Nayel Carrasco, en su nueva etapa universitaria, suponía enfocarse en él y enfrentarse solo por primera vez en su vida a un mundo de foráneos. Recientemente, había terminado su relación con quién prácticamente compartía su vida. A partir de ese...