Taehyung.
— ¡No dejen que escapen! —El general Kim, había dado la orden con firmeza, su voz cortando el caos que reinaba a nuestro alrededor. Las detonaciones de los disparos y el humo de las explosiones llenaban el aire, mientras su mano levantada nos señalaba que nos dispersáramos.
Habíamos planeado esta misión durante semanas. El objetivo era claro. Interceptar a la organización del cartel japones más grande en Corea, y atrapar a todos sus integrantes. Habíamos esperado tanto por este momento. El momento exacto donde estuvieran todo los lideres de las diferentes ciudades del cartel y poder atraparlos juntos. Sin embargo, habíamos tenido un enorme problema. Sato, el líder del cartel japones había sido informado de nuestra misión por un soplón. Lo que, los coloco en alerta y les dio el tiempo suficiente para emboscarnos.
SoHee, mi compañera y mi prometida, estaba allí, a pocos metros de mí, moviéndose con precisión y determinación. A pesar del peligro, podía sentir la confianza que siempre irradiaba cuando estábamos en el campo. Sus movimientos eran rápidos, precisos, y la coordinación entre nosotros era casi perfecta.
— ¡Cubre el flanco izquierdo! —le grité mientras avanzábamos por el terreno devastado, las sombras de la noche cayendo pesadamente sobre nosotros. Ella asintió, desapareciendo tras una serie de escombros con su arma en alto, preparada para cualquier cosa. Había algo en su mirada que me dio fuerza, una promesa silenciosa de que saldríamos de esto juntos.
El fragor del combate nos separó. El retumbar de una granada hizo que me lanzara al suelo, cubriéndome la cabeza mientras la onda expansiva se expandía a mi alrededor. En el suelo, todo se volvió caótico; los gritos de mis compañeros y los disparos se mezclaban con el ruido de las explosiones, formando un coro aterrador que resonaba en mi mente. Me levanté rápidamente, escaneando el área para encontrarla, pero no estaba a la vista.
Había desaparecido, junto con su equipo, en la dirección del edificio donde se refugiaban algunos de los mafiosos.
— ¡SoHee! ¡Contesta! —grité por el comunicador, pero solo el sonido del estático respondía.
El tiempo se volvía una trampa mortal mientras avanzaba, corriendo entre los escombros en busca de ella. Mi corazón latía descontrolado, una mezcla de ansiedad y miedo creciendo en mi pecho. Jungkook, que había estado cubriendo el flanco derecho, apareció de la nada, moviéndose con la misma desesperación que yo.
— ¡SoHee entró al edificio! —gritó Jungkook, su rostro lleno de tensión—¡El equipo de ella está tras los callejones!
Sabía que ese callejón era una vía de escape. Los mafiosos, acorralados, intentarían escapar por allí. Corrí tras Jungkook, siguiendo la dirección que ella había tomado. El sonido de disparos se intensificó, y el eco de una explosión más lejana nos indicó que algo andaba mal.
Cuando llegamos al estrecho callejón, el suelo estaba cubierto de restos de escombros y vidrios rotos, y pude ver cuerpos caídos que pertenecían a algunos de los integrantes del cartel. La atmósfera se había vuelto fría, la tensión palpable. Vi a Jungkook detenerse en seco, sus ojos abiertos con una mezcla de horror y shock.
— ¡No! —Su grito fue un rugido de dolor, cortando el silencio de la noche.
No entendí hasta que seguí la línea de su mirada. Entre los cuerpos caídos, estaba ella. SoHee, tendida en el suelo con su uniforme manchado de sangre.
— ¡No, no, no! —grité mientras corría hacia ella, mi voz quebrándose en la desesperación. Caí de rodillas a su lado, mi corazón destrozado al ver su rostro pálido e inmóvil.
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EL DONCEL Y LA BESTIA
Fiksi PenggemarLos cuentos de hadas no existen. Solamente existe la crueldad y la asfixiante realidad. Por lo menos así, lo veía Jung Hoseok. El chico cuyo destino, fue marcado por las infidelidades y el constante maltrato de su esposo. Quería huir y perseguir...