CAPÍTULO 6 - ¿Quién es Minshi?

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Cuenta la leyenda que, cuando dos padres humanos no podían concebir un hijo, si rezaban con devoción a la diosa de la fertilidad, un ángel descendía de los cielos y otorgaba a la madre la semilla de la vida. Esta historia, contada de generación en generación, llenaba de esperanza a las parejas que anhelaban con todas sus fuerzas ser padres.

Hace unos años, una pareja de enamorados vivía ese mismo anhelo. Intentaban con todas sus fuerzas traer un bebé al mundo, pero por razones que desconocían, no lograban concebir. Desesperados por ser bendecidos con un hijo, encontraron un antiguo libro que narraba la leyenda y, aferrándose a esa pequeña chispa de esperanza, comenzaron a rezar a la diosa de la fertilidad. Día tras día, mes tras mes, año tras año, sus plegarias llenas de fervor subían al cielo, pero la semilla de la vida nunca llegó.

Con el tiempo, la desesperación los consumió, y en su afán por tener un hijo, tomaron un camino oscuro y prohibido. Oyeron rumores de que había brujas capaces de cumplir su deseo, y en su desesperación, fueron en busca de una. La bruja, envuelta en un manto de misterio, les dijo que podía concederles lo que tanto ansiaban, pero bajo una condición: el niño que tuvieran no sería completamente humano; sería mitad humano, mitad pez. Horrorizados por la idea de traer al mundo una criatura que no fuera enteramente humana, la pareja huyó sin mirar atrás.

Semanas después de aquel encuentro, la mujer descubrió que estaba embarazada. Los padres no podían contener su felicidad, convencidos de que, al fin, la diosa de la fertilidad había escuchado sus oraciones. Cuando el día del nacimiento llegó, sus corazones estallaban de alegría al ver a su hijo. Sin embargo, aquella felicidad fue efímera. Tras darle su primer baño, una larga cola de sirena apareció donde antes estaban sus piernas. La pareja, aterrorizada, se dio cuenta de que las palabras de la bruja se habían hecho realidad. Su hijo no era del todo humano.

El pánico los invadió. Eran humanos, ¿cómo podrían cuidar a una criatura mitad pez? La idea de darlo en adopción cruzó por sus mentes, pero algo más fuerte que el miedo les impidió separarse de él. A pesar de la incertidumbre, el amor por su hijo era más poderoso. Así, buscaron ayuda desesperadamente, hasta que encontraron una respuesta en la página web de la Escuela Nemeton, una institución especializada en seres sobrenaturales. Allí, aprendieron sobre las sirenas y cómo cuidarlas. Poco a poco, fueron adaptándose a las necesidades especiales de su hijo y lograron criarlo con amor.

Los primeros años fueron maravillosos. El niño, a quien llamaron Minshi, crecía sano y feliz. Pero, con el tiempo, las preguntas comenzaron a surgir. "¿Por qué no puedo decirles a mis amigos que soy un niño sirena?", "¿Por qué vosotros no tenéis cola?". Los padres, queriendo protegerlo, respondían lo mejor que podían, pero Minshi no obtenía las respuestas que realmente buscaba. A medida que los años pasaban, el silencio y el misterio en torno a su identidad lo alejaban de sus padres y del mundo. Se encerró en sí mismo, sumido en un abismo de soledad y desconcierto, aislado de todo y de todos.

Finalmente, sus padres, agotados y preocupados, decidieron que era hora de que Minshi asistiera a la Escuela Nemeton, donde creían que podría encontrar respuestas y sentirse aceptado entre otros seres como él. Contactaron a la directora, Althea, y le contaron su historia. Al principio, Althea dudó en aceptarlo, pero tras meditarlo, permitió su ingreso, comprendiendo la necesidad de Minshi de encontrarse a sí mismo.

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El día que Minshi llegó a Nemeton, su corazón latía tan fuerte que parecía retumbar en sus oídos. Nunca antes había estado rodeado de tantos seres sobrenaturales. En su ciudad natal, las criaturas con características sobrehumanas eran escasas y, si acaso, siempre permanecían ocultas entre la mayoría humana. Aquí, en cambio, el panorama era completamente distinto. Al adentrarse en la escuela, una mezcla de emociones intensas lo invadió, emociones que apenas podía manejar. Durante años había vivido entre los humanos, ocultando su verdadera identidad, reprimiendo aquello que lo hacía diferente. Pero ahora, frente a otros como él, finalmente expuesto a un mundo que le era ajeno pero también familiar, se sentía abrumado. No sabía si reír de alivio, llorar por los años de soledad, o salir corriendo por el miedo a lo desconocido. Sin embargo, permaneció en su lugar, inmóvil, mientras observaba el bullicio y el ajetreo de aquellos a quienes, de alguna forma, ahora pertenecía.

ESCUELA NEMETONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora