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Zero se encontraba tranquilamente recostada en su cama, cavilando lo sucedido en los últimos días, sus pensamientos se cruzaban en su cabeza haciéndose nudos como si de hilos se tratarán.

- Hilos...- pensó. Sin darse cuenta había vuelto a centrar sus pensamientos en ese hombre que la estaba volviendo loca.

No sabía en qué momento sucedió, ni mucho menos como, Pero ahí estaba; enferma de amor por él.

Se asqueo al darse cuenta de la magnitud de lo que estaba pensando, Pero tras mucho tiempo de insomnio y ratos desagradables, pudo confirmar que aquello que padecía era exactamente eso: enamoramiento.

Nunca se le pasó por la cabeza el llegar a enamorarse, ni mucho menos de una persona como Jhonatan, el cual para su asquerosa suerte, estaba prohibido.

El tenía su compañera de vida desde hace muchísimos años, mucho antes de siquiera conocerla a ella.

Llegó a pensar que el amor se podría sentir agradable, Pero lo que estaba instalado en su pecho era todo lo contrario, una presión que le robaba el aliento, al punto de doler.

¿Desde cuándo ella tenía sentimientos? Siempre pensó ser una persona de carácter fuerte, que jamás en su vida sentiría afecto por absolutamente nadie, hasta que simplemente pasó, se enamoro de la persona menos indicada.

Se habían hecho amigos poco tiempo de conocerse, eran completamente compatibles, sus días juntos fueron maravillosos para ella, sobre todo aquellas noches donde salían juntos a cometer actos ilicitos y asesinar personas en estado de depresión.

Quien se iba a imaginar que ahora la que estaba en estado de depresión sería ella misma. Se le pasó por la cabeza que quizá sería una víctima perfecta para Puppeteer.

Una sonrisa llena de melancolía se formó en sus labios, pensar en él solo le traía malestar, y a la vez unas ganas enormes de salir a buscarlo, para simplemente verlo una vez más.

Sabía dónde encontrarlo, Pero también sabía con quién lo encontraría.

Y eso solo empeoraba su situación.

Definitivamente enamorarse era una maldita enfermedad que poco a poco terminaría por matarla. Lenta y dolorosamente, mientras veía como el causante de aquello era feliz con otra mujer, siendo ella simplemente; un cero a la izquierda.

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Optó por levantarse, no había dormido nada la noche anterior, ya aquello se estaba volviendo una rutina y agradecía que sus ojeras no se notaban gracias al contorno negro de sus ojos.

Clockwork la recibió en la cocina, dándole una palmadita en la cabeza, era la única persona por la que sentía un cariño genuino en aquella mansión de pendejos con problemas esquizofrénicos como ella.

- ¿Cómo te sientes, Zero?

- Como una plasta de mierda, tal cual.

- Ey chiquita no digas eso. - Natalie frunció el ceño, Zero sabía que ella sabía lo que le pasaba, se conocían desde hace mucho y sin saber porque carajos, le había contado todo lo que le estaba pasando días anteriores, casi al borde de las lágrimas.

Supuso que necesitaba desahogarse, y hablar con ella le había hecho sentir algo mejor.

- Ten. - Clockwork le extendió un plato con un sándwich. - No tiene mermelada, se que odias el azúcar.

- Gracias. - murmuré, abriendo el refrigerador. Opte por tomar una simple botella de agua, tenía la garganta seca de haber pasado la noche despierta.

Podía sentir la mirada de Clockwork sobre su espalda mientras tomaba la botella, y como esta la seguía hasta el comedor.

- ¿Que sucede? - se atrevió a preguntarle, Natalie solo negó.

- Simplemente me preocupas, no te alimentas bien, no duermes, te la pasas encerrada. ¡Inclusive ya ni sales a matar!

- Tsk... - la albina chasqueo la lengua como respuesta, llevándose el sándwich a la boca, y cuando se dispuso a beber de la botella, el deje de alarma en el único ojo de Natalie no pasó desapercibido para Zero.

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Éxtasis [ZeroxPuppeteer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora