Turbador

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—Hola

Saludo cuando entro a la habitación, sus movimientos eran lentos y pausados como si alguien estuviera tomando una siesta y no quisiera despertarlo, bajo su mochila colocándola al lado de la cama, de su sudadera comenzó a buscar su regaliz para después llevárselo a la boca.

—¿Estas solo?

—Si. Por supuesto, no estaría hablándote si no fuera así, quiero darte las gracias, tu ayuda fue muy útil saque setenta y cinco puntos en mi examen de historia, la información después de la segunda guerra mundial me vino bien.

Tenían nueve días platicando desde su primera charla, aun no les contaba a sus amigos lo que estaba viviendo en su casa, mucho menos a su tía.

—Qué bueno Menma, me alegro por ti. –él miro en su dirección, ella permanecía en el closet no quería incomodarlo con su apariencia al hablar. —Me preguntaba si, aun tienes las hojas de Tulsi.

—¿Hojas de Tulsi?

—Sí, lo tomas en un té, de hecho la portas en un pequeño saquito, me preguntaba si, si podrías proporcionarme algunas. Extrañamente cuando huelo su aroma me siento bien, de hecho su aroma me trae recuerdos, recuerdos de mi vida, me trae lucidez.

—¿En serio? Valla, bueno, tendré que conseguirlas ya que me las he acabado, justo ayer tome la última taza. Sinceramente no tenía ni idea de que se llamara así, me la regalo una compañera de clase.

—Ah bueno.

—Descuida, las conseguiré. Te parece bien si escuchamos música, dicen que la música es alivio para el alma, no qué te gusta así que pondré algo de música clásica, el internet hace maravillas hoy en día.

—Sí, te agradecería eso, puedes poner algo de Clayderman o Mosart. –las sinfonías eran de su agrado. —Cuando estaba con Sakura, ella y su esposo me colocaban música para ayudarme a relajarme, me ponían algo de...

—¿Sakura? ¿Quién es Sakura? Creí que dijiste estar encerrada varios años sin ver la luz del sol.

—Sí, así fue. Es solo que hubo una chica que... no sé si deba contarte.

—¡Cuéntame! –expreso entusiasmado mientras cruzaba ambas piernas haciendo la postura de la mariposa.

Desde las aberturas del closet Hinata lo miro, parecía un niño pequeño ansioso por un cuento.

—Fue una gran amiga, ella me enseño todo sobre el mundo, incluso de la vida moderna, sobre historia ya que habían pasado algunos años después de esa terrible guerra. Estaba encerrada en una bóveda cuando ella me encontró, gracias a ella volví a ver la luz, aunque...

—¿Qué?

—Nada, es solo que la extraño mucho. No quiero seguir hablando...Lo siento.

—Espera ¿Por qué?

—Es doloroso, he perdido a valiosas personas y ni siquiera las recuerdo del todo. -comenzó a llorar, su voz apenas podía pronunciar las palabras. —No sabes lo que se siente, saber que... tuviste a gente maravillosa y de la nada... estas se van, se esfuman y tú... tú continuas aquí, no las puedes seguir, no las puedes acompañar, porque...

Menma camino hacia el closet sentándose de rodillas frente a la puerta mientras extendía una mano a esta como en un intento de hacerle saber que él estaba ahí.

—No sé si sirva de algo, creo, bueno. Se lo que se siente perder a personas cercanas a ti. A personas que amas, evidentemente no se compara a lo tuyo pero... Sé que duele.

Escucho como ella calmaba su llanto un poco.

—Perdí a mis padres cuando era pequeño, tengo algunos recuerdos de ellos jugando conmigo o haciéndome reír, son pocos y algo confusos ya que no tengo buena memoria. Y me duele ¿Sabes? Me duele saber que no los volveré a ver al menos en esta vida. Odiaba los festivales escolares porque era el único que estaba solo.

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⏰ Última actualización: Nov 02 ⏰

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Suspiro en la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora