El segundo día de clases estaba a punto de comenzar. En apenas veinticuatro horas, los estudiantes ya habían vivido una montaña rusa de emociones, algunas positivas, otras no tanto.
Junghaleon salió temprano de su dormitorio, perdido en sus pensamientos. Le inquietaba la idea de volver a encontrarse con Namarok, su compañero de clase. Aunque apenas lo conocía desde hacía dos días, las miradas penetrantes de Namarok lo hacían sentir incómodo. “¿Qué le pasa a este chico?”, pensaba mientras caminaba hacia el comedor, buscando algo que lo distrajera, como un bollo de chocolate. También se preguntaba si Taethiel habría leído la nota de disculpas que le había dejado bajo la puerta de su habitación la noche anterior. “Quizás no fue la mejor idea… pude sentir cómo su corazón se aceleraba cuando me acerqué, y lo único que hice fue huir… Probablemente la asusté. Hoy le preguntaré a Hobi si Taethiel le comentó algo.” Tan absorto estaba en sus cavilaciones que no se dio cuenta de que alguien lo llamaba.
—Otra vez estás en las nubes, jaja. ¡Junghaleon, espabila! —dijo Fang, aplaudiendo frente a su rostro para traerlo de vuelta al mundo real.
—¡Ah!… Oh, hola Fang y… Namarok… —respondió Junghaleon, sobresaltado al ver a Namarok. La presencia de este último siempre lo ponía nervioso.
—¿Podemos sentarnos contigo? —preguntó Fang con su típica energía. Junghaleon asintió con la cabeza. —¿Qué tal te fue ayer en la modalidad?
—Bien… conocí a un elfo muy agradable —respondió Junghaleon, tratando de sonar casual.
—Oh, eso suena genial —sonrió Fang con entusiasmo.
—No entiendo cómo puedes juntarte con esos muertos —soltó Namarok con desprecio.
—No empieces, Namarok —dijo Fang, cambiando bruscamente de tono, visiblemente molesta.
—No tienen nada de malo. Fueron muy amables conmigo —contestó Junghaleon, intentando mantenerse tranquilo, aunque su voz traicionaba su nerviosismo.
—¿Amables? Estás muy equivocado, cabeza de seta. Te voy a contar por qué todo está mal con ellos —dijo Namarok, apretando los puños.
—¿De verdad se lo vas a decir? —susurró Fang, sorprendida por la intensidad de su amigo.
—Sí, y más te vale no interrumpirme, omega.
Junghaleon observó cómo Fang bajaba la mirada, sumisa ante el comentario. De inmediato, Namarok volvió su mirada hacia él, y Junghaleon sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Algo en los ojos de Namarok había cambiado; ese rojo oscuro que siempre parecía brillar en su mirada ahora se volvía más intenso, casi carmesí. “Esto no va a acabar bien”, pensó, preparándose para lo que estaba por venir.
—Cuando tenía tres años, mi padre tuvo que enfrentarse a una batalla en nuestra manada, porque mi madre… mi madre había tenido un romance con un vampiro —comenzó Namarok, con voz impregnada de amargura. Junghaleon lo observaba con los ojos muy abiertos, incapaz de ocultar su sorpresa ante lo que estaba escuchando. El alfa continuó, cada palabra cargada de resentimiento—. Recuerdo la expresión en el rostro de mi padre, una mezcla de decepción y furia. El maldito vampiro había engañado a mi madre, manipulándola con mentiras. Le hizo creer que mi padre era un alfa fracasado, que se pasaba los días borracho y la engañaba con otras mujeres. Pero no era verdad. Mi padre lo único que hacía era proteger a nuestra manada, darlo todo por nosotros.
Namarok hizo una pausa, con la mirada perdida en algún punto lejano, como si reviviera cada momento.
—Un día, mi madre simplemente desapareció. Estuvimos meses buscándola, sin saber si estaba viva o muerta… hasta que un día volvió. Pero no vino sola. Volvió embarazada. —La última palabra se le escapó entre los dientes, como si fuera veneno— Mi madre, llena de arrepentimiento, confesó lo que había hecho —continuó con la voz tensa—, pero mi padre no pudo perdonarla. Ni siquiera intentó hacerlo. Y entonces llegó el día en que ella dio a luz. Mi madre… —Namarok tragó saliva, como si le costara continuar— se desangró durante el parto y falleció. Todo terminó en cuestión de horas.
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ESCUELA NEMETON
FantasiLa escuela Nemeton, erigida en el siglo XVI por la enigmática Banshee Althea, es hoy una de las instituciones más veneradas por seres sobrenaturales de todo el mundo. Su prestigio atrae a miles de jóvenes que ansían formar parte de su historia, pero...