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Las cosas fueron así: el cementerio se encontraba a media hora en bicicleta desde nuestra escuela. El día con la clase más larga de taller era el martes, siendo una clase de dos horas y media de duración, por lo que, disponíamos de una hora y media de ese tiempo para depositar en transporte de ida y vuelta, y una hora para estar un tiempo en el cementerio. Realmente había más detalles dentro de todo, pero es fácil comprender que tendríamos muy poco tiempo. 

El sábado por la mañana, con mi mamá y mi abuela fuera de casa, a tres días del plan, Haerin y yo nos sentamos en la mesa con nuestras libretas para tratar de tener todos los pasos en orden. Se supone que mi mamá y mi abuela no notarían nada, para ellas, ambas estaríamos en la escuela hasta las cuatro y llegaríamos a casa hasta las cuatro y media. Para nuestros maestros de club (y Danielle) nos habríamos ido temprano por enfermedad. Para esto necesitábamos un permiso de enfermería, tendríamos que fingir tos o fiebre de alguna forma. 

Esto, por supuesto, no suponía un reto para Haerin, quien siempre estaba sola. A su maestro de baile y a sus compañeros de clases no les importaría en lo más mínimo si no asistía, o si de pronto en el receso desaparecía sospechosamente para fingir una enfermedad. Por otro lado, Danielle me la pondría difícil, pasabamos nuestros tiempos libres juntas y ella siendo ella siempre me incluía de todas las formas posibles. 

—Tendré que excusarme de la mesa durante el receso para ir a la enfermería y decir que me duele la cabeza. —pensé en voz alta. 

—Danielle se preocupará. —me respondió Haerin. 

—O puedo decir que iré por cualquier cosa a mi salón, entonces iré a la enfermería. 

—Danielle te acompañará.

—¿Entonces qué hago? —pregunté molesta.

—¿Salir de una clase? —se aventuró Haerin.

—No puedo salir de ninguna, mis calificaciones no son tan buenas. —suspiré. 

—Tal vez no te siga si ve que vas acompañada —propuso Haerin—, puedo pedirte que me acompañes a cualquier lugar, entonces dejas la mesa y cada una cumple con sus asuntos en enfermería. 

Lo pensé bien. Podría funcionar. Danielle aún no lograba desenvolverse alrededor de Haerin, lo cual era gracioso porque podía hacerlo con cualquier cosa o persona, incluso con una piedra, pero mi media hermana la hacía desatinar un poco, no de forma intencional, claro. Con suerte, Danielle no buscaría estar muy próxima a Haerin y eso me daría el espacio suficiente para obtener el permiso. 

—¿Qué harás si viene a casa y pregunta frente a tu abuela si te sientes mejor? —cuestionó. 

—Pff... es por eso que no vendrá a casa hasta dentro de dos semanas más. —dije yo. Teníamos todo listo. Había muchas cosas que podrían salir mal, pero confiaba en que si nos mostrábamos tranquilas todo saldría bien. 

Al llegar el martes, nos aseguramos de guardar nuestros ahorros. Salimos de casa como cualquier otro día, pero con un objetivo en mente. Me sentí una criminal. 

10:30, receso, momento de ver que tan valiente era. Cinco minutos después del timbre, estaba sentada en la cafetería junto a Danielle y su grupo lleno de Australianos, en un momento dado, Haerin se acercó a la mesa. Si tuvieras que imaginar a una persona erizarse como los gatos cuando algo los asusta o les disgusta, Haerin sería el ejemplo perfecto. Sus hombros estaban tirados hacia arriba y su postura era rígida. La pobre apenas pudo decirme algo como "necesito... ayuda... tu" antes de girar sobre su eje y salir de la cafetería, la cual me quedo completamente claro que no le gustaba. 

Danielle la miró extrañada antes de dirigirme su mirada y preguntarme: 

—¿Te necesita?

—Si, algo con su tarea, ya vuelvo. 

Sempiterno 《Lee Hyein + Kang Haerin》 NewjeansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora