Capítulo 17: La última etapa

8 1 2
                                    

La atmósfera en la sala era sofocante. El aire pesaba como una losa invisible, cargado de tensión y cansancio. Tras días de pruebas extenuantes y un ritmo incesante de enfrentamientos, Aiden finalmente había llegado a la última etapa de la evaluación de reclutas. Las pruebas habían sido interminables, pero el final por fin estaba cerca. Observaba su HoloBand; el lento avance del reloj le desesperaba.

A su alrededor, el agotamiento estaba grabado en los rostros de los demás; algunos incluso respiraban con dificultad. La sala, sin ventilación adecuada, parecía una trampa silenciosa, impregnada de sudor y una tensión casi palpable. Cientos de jóvenes se aglomeraban en el espacio reducido, cada uno con la mirada fija en los pocos líderes que habían llegado hasta aquí.

Los equipos restantes, en un intento desesperado por sobrevivir, se habían fusionado. De los veintiocho grupos iniciales, ahora solo quedaban cinco, cada uno con más de cien miembros. Durante las pruebas habían compartido recursos, intercambiado provisiones e incluso robado sin miramientos, lo que había creado alianzas frágiles y rivalidades evidentes.

Rachel, con las manos temblorosas, se acercó a Aiden y le susurró:

—Parece que ya están listos. La reunión está a punto de comenzar.

Aiden se levantó y cruzó la sala con pasos decididos, notando a los otros líderes observándolo de reojo. En el centro del espacio se habían dispuesto cinco sillas, y cada uno ocupó su lugar. Algunos tenían a uno o dos seguidores detrás, mientras el resto de sus equipos permanecían al fondo, buscando una privacidad ilusoria en medio del bullicio. Los cinco se medían mutuamente, intentando adivinar fortalezas, debilidades y, lo más importante, hasta qué punto podían confiar unos en otros en esta etapa final.

Sentado con los brazos cruzados, un chico robusto de cabello castaño levantó la vista hacia Aiden. Su expresión destilaba desprecio. Había oído rumores sobre él: Damon. Era explosivo, tenaz y poseía un carácter implacable. Las cicatrices en sus brazos y su mirada fija sugerían que esa actitud desafiante era algo habitual en él.

A su izquierda, dos chicas intercambiaban comentarios en voz baja, mostrando una complicidad evidente. La primera, una joven de cabello cobrizo largo, parecía relajada, pero con una mirada perspicaz. Levantó una ceja, observando a Damon con ironía, mientras su compañera, de cabello oscuro y piel pálida, soltaba una breve risa que hizo fruncir el ceño al chico. Entre ellas había una química clara, estaban preparadas para enfrentarse juntas al "matón" del grupo.

En el extremo opuesto, un joven de complexión delgada observaba a Damon con resentimiento. Su postura y la forma en que apretaba los labios dejaban entrever una rivalidad tensa, quizás personal.

Damon se inclinó hacia adelante, soltando una carcajada burlona lo suficientemente alta para que todos la escucharan.

—Vaya, Lucas, qué bueno verte —dijo, alargando las palabras con un tono cargado de ironía—. Increíble que una rata como tú haya llegado hasta aquí.

Lucas lo miró de reojo, sin responder. Aiden notó el aumento de la tensión en la sala aumentaba. Cada líder medía a los otros, preparándose por si fueran sus próximos adversarios. Para romper el incómodo silencio, decidió intervenir con tono calmado y claro:

—Tú sí que haces amigos rápido, ¿eh? —dijo, dirigiéndose a Damon con una leve sonrisa sarcástica.

Damon giró la cabeza, su mirada retadora clavándose en Aiden.

—Tú lo tienes fácil, ¿no, principito?

—¿Principito?

—No te hagas el tonto. Todos saben quién eres. Y la única razón por la que no estás tras las rejas es porque tu abuelito siempre está ahí para sacarte. Debe sentirse bien, ¿eh? Saber que puedes hacer lo que quieras porque él siempre vendrá al rescate.

ArcadiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora