18. Maraña de sentimientos

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En el entrenamiento de Boca

El sol de la mañana empezaba a calentar el campo de entrenamiento de Boca, proyectando sombras largas sobre el césped mientras el equipo comenzaba con los ejercicios de calentamiento. Darío estaba ahí, rodeado de sus compañeros, pero en su mente sólo existía una persona: Adam. Llevaba días enviándole mensajes, cada uno más personal, más lleno de cariño que el anterior, y el silencio de Adam lo hería profundamente. Mientras intentaba calmar su respiración, la frustración y la inquietud que se acumulaban en su pecho como un nudo imposible de desatar.

Marcos Rojo y Milton Giménez, que habían notado su desánimo, aprovecharon el descanso tras el primer bloque de ejercicios para acercarse. Marcos observó los ojos enrojecidos de Darío y su expresión sombría.

Marcos:- Pipa, ¿qué onda? Te veo como ido hoy. Dale, contanos qué te pasa.

Darío soltó el aire en un suspiro largo, sintiendo que las palabras que había mantenido reprimidas salían a la superficie.

Darío:- Es Adam... Le mandé unos mensajes, ¿viste? Re lindos, re personales. Pensé que capaz lo iban a hacer reaccionar. Pero nada. No me responde.

Milton Giménez cruzó los brazos, con una sonrisa mitad comprensiva, mitad burlona.

Milton G:- Uh, te tiene pendiente, ¿eh? A ver, mostranos qué le pusiste.

Darío sacó su teléfono, pasando por los mensajes que le había mandado a Adam en los últimos días. Uno tras otro, los textos estaban llenos de palabras sinceras, de cariño y una evidente nostalgia. Sin embargo, debajo de cada mensaje sólo estaba la palabra que lo martirizaba: "No leído" y los dos tildes grises que lo reafirmaban.

Marcos lo miró con una mezcla de sorpresa y solidaridad.

Marcos:- Ey, ese mensaje es re tierno, boludo. Lo tendría que leer. No sé qué espera.

El primer mensaje decía: "Extraño tu risa, tus abrazos... Sos todo para mí, Adam. No puedo esperar a verte otra vez." 

Milton frunció el ceño al leer, comprendiendo la profundidad de los sentimientos de Darío.

Milton G:- Che, Pipa, esto es re profundo. Se nota que lo querés de verdad.

Darío asintió, bajando la mirada.

Darío:- Sí, pero... es como si él no sintiera lo mismo. Como si yo fuera el único boludo que se la pasa esperando.

Marcos le dio una palmada en el hombro, intentando reconfortarlo.

Marcos:- Dale, Pipa, no te pongas mal. Por ahí necesita tiempo, espacio. No todos procesamos igual. Hay cosas que tardan en acomodarse.

Darío bajó la vista, apretando los puños de impotencia.

Darío:- Me mata no saber qué le pasa. Quiero estar ahí, pero parece que él no quiere. Es como si se hubiera cerrado.

Sin embargo, el peso en el pecho de Darío no se aliviaba. Después de una charla breve, el equipo continuó con la rutina. Darío asistió a una sesión con Victoria Galeppi, la psicóloga de Boca, quien le dio espacio para hablar sobre la frustración y el dolor que sentía. Aunque las palabras le aliviaron momentáneamente, la angustia persistía.

Más tarde, el entrenamiento siguió con trabajos tácticos. Realizaron pases cortos, rotaciones en el campo y simulaciones de ataque. Sin embargo, su cabeza seguía volviendo a Adam cada vez que bajaba la guardia.

Me dediqué a perderte (Benedetto x Bareiro) (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora