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—La espero abajo entonces, señorita —Liriat le brindó una sonrisa, recibiendo un sonido de afirmación por parte de la rubia.
—Voy enseguida... —volvió a mirarse en el espejo, apretando sus labios, pensando en preguntar —. Liriat... —la llamó nuevamente —. ¿Félix ya está abajo?
La castaña parpadeó un par de veces, asintiendo de forma lenta, algo dudosa.
—El jóven Félix ya desayunó, hoy se despertó más temprano de lo usual, me pidió que lo disculpara con usted por no poder acompañarla —explicó ella —. Tiene que aclarar unos asuntos con el señor Gael antes de su viaje... Por eso su prisa.
—Entiendo... Ya bajo entonces —afirmó la rubia, haciendo que finalmente Liriat saliera de la habitación.
Bajó las escaleras, yendo hacia la cocina para tomar el desayuno de Samantha y posarlo en la mesa del comedor, en espera de la joven.
Las voces de dos hombres que ella perfectamente pudo reconocer hicieron eco por los pasillos cercanos, al igual que los pasos que se acercaban al lugar.
—Ya te dije... Te mandaré el documento donde están todos los horarios y asuntos pendientes de Sam —explicaba Gael, entrando a la zona del comedor, siendo seguido por Félix —. Buenos días Liriat —saludó alegremente a la ama de llaves.
—Buenos días, señor Gael.
—Liriat... Dime Gael simplemente, omite el "señor"... No me hagas sentir viejo —comentó con una ligera sonrisa, la cual fue compartida por la mujer —. ¿Samantha ya despertó?
—Si, en unos instantes ya baja a desayunar.
—Perfecto, porque tengo que hablar con ella también —tomó asiento en una de las sillas —. Este señorito de aquí va a provocar que mi hermoso cabello se vuelva blanco por las canas que me salen del coraje —apuntó a Félix.
—Yo no tengo la culpa... No te explicas bien.
Gael le dió un codazo, escuchando el quejido del chico mientras reía.
—Me explico bien, que tu cerebro no sea capaz de captar esa información no es mi problema, jovencito.
Nuevos pasos ingresando al lugar llamaron la atención de las tres personas.
—¿Se puede saber por qué pelean tan temprano? —Samantha los observó divertida —. Parecen unos niños.
—Él empezó —dijeron al unísono, apuntándose mutuamente con su dedo.
Negó divertida, tomando asiento y admirando su desayuno, agradeciendo a la mujer a su lado.
—Aprovecho que ya estás aquí —empezó Gael, observando a la rubia —. Salgo mañana por la tarde, como te había comentado voy a estar fuera por unas dos semanas más o menos, tus asuntos no son nada rápidos de resolver —comentó en forma de una pequeña queja, robándole una risa a la chica —. Félix se quedará a cargo de todo, ya le expliqué algunas cosas, le enviaré los archivos donde tengo todos tus pendientes de estas semanas... Si en caso llega a fallar con algo, me avisas para venir y abofetearlo con mucho gusto.
