Había sido un día largo y duro, en realidad desde que estaba solo, todos los días eran así. Pensó que aquella ducha caliente lo iba a reconfortar un poco, pero no hacía más que asentar su dolor de cuerpo.
Hacía casi un mes que él se había ido, nunca habían estado tanto tiempo separados, cuando eran amigos, y ahora siendo pareja solían compartir muchas horas. Mientras lo único que se oía era el ruido de la lluvia en el baño y el con los ojos cerrados tratando de relajarse, lo único que pensaba era en cuanto lo extrañaba y una pregunta comenzó a inundar su mente: "¿quién era él antes de conocerlo, como era?" No lograba recordar ni siquiera como era su vida antes de que apareciera Pablo. Se había acostumbrado tanto a su presencia, así como la historia de la humanidad se dividía en antes y después de cristo, para Lionel su vida se dividía en antes y después de Aimar.
Cerró el agua y nuevamente lo envolvió el silencio ensordecedor del departamento, que parecía hacer que a medida que se iba moviendo por el, que las paredes se hicieran más estrechas apretándole el pecho. Quería volver a verlo, necesitaba verlo otra vez.
Cuando el avión al fin tocó tierra, el corazón de Pablo dio un salto: " al fin en casa". Había tenido durante todo el día las felicitaciones por su cumpleaños, pero no había comparación con la voz de Lionel o su abrazo. Lo que extrañaba su olor, su piel. Todas las noches durante aquel campeonato durmió hecho un bollo en la cama y le faltaban los brazos largos y fuertes de su Scaloni envolviéndolo. Nunca se había sentido tan inmensa una cama de una plaza, era como un mar en el que la orilla ya no se veía. Todo aquello pensaba mientras esperaba para salir disparado de su asiento apenas dijeran que ya podían descender de la aeronave. Placente lo observaba era casi imposible no notar la urgencia en el cuerpo del cordobés.
- En cualquier momento atravesas el vidrio para salir, calmate- Pablo lo miro: - capaz que te está esperando en el aeropuerto- le sonrió, Aimar negó:
- No, me dijo que hoy tenía entrenamiento con los chicos y después una reunión con tapia, nos encontramos en casa- la voz del de rulos sonó triste.
Lionel acomodó los dos velones de color crema y aroma avainillado en la mesa, los dos jazmines blancos frente a cada plato. Quería que todo estuviera perfecto. Dejó en el centro los dos pequeños sobres de sal que había atesorado por más de veinte años, con el logo de una marca ya inexistente. Se alejó un poco para ver en perspectiva como había quedado su obra, las manos en la cintura, moviendo la cabeza para un lado y para el otro. Estaba todo inmaculado, el vino tinto sobre la mesa destacaba en el centro entre tanta blancura, suspiraba una y otra vez rogando que a Pablo le gustara la sorpresa.
Había preparado él mismo aquella comida que habían saboreado aquella primera salida solos, en donde se habían confesado el amor guardado durante tanto tiempo. Cada detalle de lo que Scaloni había preparado giraba en torno a aquella primera vez, es que para él aquel momento marcaba el inicio de los años más felices de su vida y aprovechaba el cumpleaños de Pablo para agradecérselo en cada gesto, en cada símbolo que había pensado para aquella noche. Hoy el pujatense tenía la idea fija de llevar al amor de su vida a que se sienta en las nubes, a que tocara el cielo con las manos, a que el aire mismo fuera un mimo permanente para su alma.
Aunque el departamento estaba en el segundo piso, la ansiedad de Lionel hizo que oyera con claridad la frenada del taxi que traía a su Pablo. Se acomodó la ropa y el cabello, y su corazón volvió a acelerarse como si fuera un joven de 17 que vería por primera vez a aquel que le robaba los suspiros. La llave giro en la puerta, el picaporte se movió lentamente, demasiado lento como si el mundo hubiese quedado en suspenso.
Cuando el de rulos abrió la puerta se lo notaba molesto: " por lo menos hubieras bajad..." no terminó la frase. Al levantar la vista vio a Lionel hecho una bola de nervios frente a un cartel de feliz cumpleaños decorado con globos, el departamento a media luz, la mesa puesta con una prolijidad nunca antes vista, un aroma suave a vainilla lo envolvió como invitándolo a entrar, empujándolo lentamente a ese ambiente acogedor y al mismo tiempo sensual que lo rodeaba. De fondo las voces de Aretha Franklin y Luis Armstrong en aquel ritmo de jazz, lo transportaba a una noche mágica de los cuarenta como las de las películas románticas que tanto les gustaba ver juntos. Sus ojos enormes recorrían todo, mientras el más alto moría por dentro esperando alguna palabra de su amado: ¿todo esto es para mí? - preguntó el cordobés incrédulo y un poco al borde del llanto, para él era demasiado, no merecía tanto según su empecinada modestia.
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All my loving
Fanfictionjusto el ida del cumpleaños de Pablo, llega de viaje y Lionel tiene preparado el mejor festejo para el. una noche intensa, para un amor intenso.