Año 2200
Hace 100 años el planeta tierra se volvió inevitable para cualquier ser vivo, el egoísmo del ser humano arraso con todo lo que conocían como hogar. Dando lugar a expediciones por el universo buscando un planeta que pueda habitarlos con éxito.
Marte fue el objetivo estrella, consiguieron hacer que la esfera roja se convirtiera en la nueva madre tierra, albergando a los más fuertes y con poderes adquisitivos. Las mentes más brillantes y adineradas fueron las que obtuvieron un lugar en las naves espaciales camino a Marte para repoblar la humanidad y preservar la especie. Al pasar los años el gran proyecto tuvo éxito pero habían algunas deficiencias, algunos cabos sueltos que el planeta rojo por cuenta propia no podría otorgarles.
Creían haber perdido todo, los años de arduo esfuerzo se marchitaban hasta que el radar capto una mina de oro. Pandora, una luna del planeta Polifemo que albergaba un mundo entero de maravillas, habitado por una raza humanoide llamada Na'vi. Pero pronto se darían cuenta del conflicto en el que se verían envueltos los humanos y los na'vi puesto que los humanos al parecer no habían aprendido nada sobre su egoísmo el cual llevó a la destrucción de la tierra porque parecía que la ambición les haría hacer lo mismo. Pandora no solo era hogar de los na'vi, era hogar de especies majestuosas, plantas con vida propia y minerales con el poder para encender toda una planta eléctrica. Pero por supuesto que aquella especie no dejaría que los hombres del cielo dañaran su tierra y pelearian hasta que el último caiga.
—¡Jimin!... te veo.—