Capítulo 11: Que ella lo vea

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Capítulo 11: Que ella lo vea.

“Una venganza simple, solo disfruto de poder pisarte un poco... Algún día te mataré”.

El día que se metió a la cama de lord Stark fue frío, el invierno estaba cerca y con ellos las criaturas tramaron sus planes malévolos, una en especial se vio a sí misma y se preguntó: «¿Es suficiente para seducir a un hombre?», eso no importa realmente, el efecto del vino de ciruela blanca hará su efecto y el hombre no notará diferencia entre una mujer y una cabra.
Con cautela se acercó y por debajo de la tela se metió procurando que nadie la notase, debe ser más rápida que ellos, nadie se mete en la tienda de Lord Stark sin consecuencias, pero las venganzas no se realizan solas.

Debe iniciar algún día, se pasa pensando en quienes la hirieron, desde los lysenos hasta los Velaryon, Sir Benjen o la compasión del comandante Dayne, nunca comienza a cobrar cuentas pendientes, hoy lo hará de una buena vez y será Baelys Velaryon la primera en recibir un poco de lo cometido, no es ni un gramo de lo que le hizo al escudero Godfred pero al menos es algo.

Se paró y observó la tienda en penumbra, es un lugar frío y oscuro sin signo de vida en su interior. Caminó al rededor buscando la figura sombría de un lobo, en menos de un segundo una cuchilla se posó en su cuello presionando el filo.

—¿Qué haces en mi tienda? —habló la voz en su oído, es un resoplido muy similar al de una bestia.

Lillyane notó el temblor en las manos y la respiración agitada, el efecto del vino dio inicio pero el lobo es fuerte, no da su brazo a torcer cediendo ante sus instintos más bajos. Lillyane tragó por el nerviosismo y levantó la mano para tomar el cuchillo, él presionó abriendo la piel como advertencia y Lillyane se detuvo.

«Mucho más difícil de lo que imaginé», quién diría que Cregan Stark resistiría el propio efecto de un veneno que induce a la lujuria y no solo eso, también atrapó al bandido bajo su filo.

—¿Por qué te resiste? —soltó Lillyane, hace mucho tiempo que no forza su voz para parecer más masculina, habló en tono fino y femenino, hace años que no lo usa —. Déjame ayudarte —Se animó a tomar la mano y esta tembló con fuerza, pudo sentir la respiración alterarse con cada toque y por fin el cuchillo fue lanzado al suelo.

Lillyane respiró aliviada, por poco cree morir en ese mismo momento. Giró su cuerpo solo para verlo de frente: Alto, con el rostro descolocado y sudor corriendo por su frente. Los ojos grises se fueron de un lado al otro desorientado.

«Diste una gran resistencia, lobo del norte», lo felicitó para sus adentros, es un logro admirable. Él también la vio con la escasa luz, por un segundo Lillyane creyó que la había reconocido, pero de un momento al otro las manos del hombre la atraparon en un sólido agarre estampando sus bocas, la subió sin importarle que la estuviera asfixiando y estrujó su cuerpo el cual en comparación con el del hombre es muy pequeño.

Cuando un hombre bebe vino de ciruela blanca elaborado por los habitantes del dominio, este cae en un estado de deseo desmedido y su mente se nubla, se vuelve maleable, todo lo que las prostitutas quieran ellos cederan.

Lore Stark no cedió y se volvió sumiso sino una fiera la cual abrió el chaleco de la joven luego de tirarla sobre una mesa.

—¡¡Ah!! —Se impresionó la joven, el golpe contra la madera la sacó del frenesí y sujetó sus pechos, pero él apartó las manos y tomó los senos.

Las manos ásperas y grandes pellizcaron su piel, sus pezones fueron maltratados tan rápido que no tuvo tiempo de preguntarse si esa actitud en un hombre drogado era normal. Sintiendose sofocada quiso huir, «no puedo», se maldijo, no puede ser cobarde cual doncella asustada, si el hombre desea jugar rudo no correrá lejos a esconderse bajo una piedra.
Sus uñas nunca fueron muy largas, debe mantener las apariencias, aún así se las enterró en los antebrazos para lastimarlo mientras él tiraba de sus pezones, contrario a detenerlo provocó un gruñido placentero y presionó esa parte erguida al cuerpo recostado de Lillyane: «vaya que está duro», una verga punzante bajo el pantalón, no la sacó de inmediato sino que la frotó entre las piernas abiertas de la chica, la tela de uno se movió sobre la tela del otro creando una fricción agradable.

El escudero de Lord Stark (Cregan Stark) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora