Era verano en Nueva York, y las calles estaban llenas de vida y de historias. Entre ese bullicio vivía Sofía, una joven que siempre parecía estar a punto de hacer algo prohibido, con una risa traviesa y una energía que atraía todas las miradas. Llevaba un tiempo en una relación apasionada y complicada con Lucas, un hombre que era su opuesto en muchos sentidos. Él era desenfrenado, arriesgado y tenía una inclinación peligrosa por meterse en problemas. Sus amigos le advertían una y otra vez que Lucas solo le traería problemas, que era un callejón sin salida. Pero Sofía estaba enamorada de esa chispa de rebeldía que él traía a su vida.
Todas las noches, Sofía y Lucas se escapaban en su auto destartalado, recorriendo las calles como si fuesen los únicos habitantes de la ciudad. Él la llevaba a bares clandestinos, a clubes de jazz y a parques solitarios en las afueras. Bajo el cielo estrellado, Sofía reía mientras él aceleraba y ella gritaba de emoción y nervios, sabiendo que aquella relación era como un vaso de "Diet Mountain Dew": adictiva, efervescente y, a la larga, quizás mala para su salud. Pero, ¿acaso no era ese el verdadero encanto de amar a alguien como Lucas?
Una noche, mientras las luces de la ciudad brillaban a lo lejos y el calor del verano envolvía todo a su alrededor, Sofía le confesó a Lucas que siempre soñaba con algo más estable, algo que la hiciera sentir segura. Lucas se limitó a sonreír, encendiendo un cigarrillo, y le dijo que él nunca podría ofrecerle eso. Pero ella no le pidió cambiar; en realidad, ese lado salvaje era lo que la había enamorado de él. A veces, pensaba Sofía, algunos amores estaban destinados a durar una temporada, a ser tan fugaces como los veranos y tan dulces y peligrosos como una botella de refresco con gas.
La última noche que pasaron juntos, Lucas la llevó a la playa, donde el ruido de las olas mezclado con la música de la radio creó una atmósfera casi mágica. Mientras el sol comenzaba a salir, él le susurró que algún día, si se encontraban en otro tiempo y lugar, quizá podrían intentarlo de nuevo. Pero, en ese momento, ambos sabían que su historia no estaba hecha para durar. Era un amor que solo podía florecer en los días calurosos y en las noches largas, una mezcla de peligro y dulzura, y, como el "Diet Mountain Dew", algo que te hace sentir vivo, aunque sepas que puede no ser bueno para ti.
Al final, cuando Lucas desapareció con la llegada del otoño, Sofía se quedó con los recuerdos de un verano inolvidable, guardando en su corazón la promesa de una juventud salvaje y de un amor que nunca se arrepentiría de haber vivido.
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Esta Historia Me Suena
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