Todos lo odiaban.
Todas las noches lloraba en la oscuridad de su habitación; se estaba volviendo un hábito para Temach. Hoy era una noche igual: estaba tirado en el suelo de su cuarto, recargado en la cama con el rostro escondido entre las rodillas, sin poder dejar de sollozar.
—Modo guerra, mi compa; no se debilite, usted es un macho alfa... —se dijo a sí mismo, intentando consolarse. Mordió su labio para evitar seguir sollozando.
Pero no podía evitarlo. Aunque no quería, las lágrimas siempre salían. Le dolía el pecho, y el sentimiento de soledad lo abrumaba; aunque, en realidad, no era solo la sensación de estar solo, sino que realmente estaba solo. No tenía amigos ni familia, Polancoas era todo para él.
—¿Qué hice mal? —se preguntó. No lo sabía. Creía que su relación con Polancoas era buena; siempre trató de ser un buen novio para él. Qué triste que le haya sido infiel con su ex mejor amigo, Jaime.
Después de un rato de llorar, decidió salir un poco a tomar aire fresco. Probablemente lo asaltarían a esas altas horas de la noche, pero le dio igual. Salió de su casa y se aseguró de cerrar bien la puerta. Caminó hacia donde sus piernas lo llevaban, no tenía ganas de caminar, pero lo necesitaba. Después de todo, se estaba poniendo panchonshito.
Sumido en sus pensamientos, no sabía a dónde estaba yendo, hasta que vio un parque cerca. Estaba sudando, así que decidió sentarse en una banca para descansar. Echó la cabeza hacia atrás y miró el cielo; no se veían muchas estrellas por la contaminación.
Mientras observaba el cielo, escuchó la voz de un hombre a su lado. Arqueó una ceja y volteó a verlo. Efectivamente, era un hombre, que no pasaría de los 23 años. Observó su rostro con atención; sentía que lo conocía, ¿pero de dónde? Intentó recordar.
El chico estaba llorando y tenía un ramo de rosas muy caro. Temach se levantó y se acercó a él.
—No llore, mi compa —le dijo Temach. El moreno levantó la mirada, sorprendido por la presencia de Temach.
—¿Eh? ¿Quién es usted? —preguntó el chico.
—Me llamo Temach, ¿tú? ¿Por qué lloras?
—«Qué chismoso», pensó el moreno, mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de su suéter.— Pedro, me llamo Pedro. Y estoy llorando porque una chica me rechazó.
—Ella no sabe lo que se pierde. Active su modo guerra.
—¿Gracias? —le respondió Pedro, dudoso; no sabía si seguir hablando con ese pelón—. Bueno, ¿pero por qué me dice eso?
—Sé como te sientes.
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Modo verga.
RomancePedro Martinez y Temach. La historia de amor de polancoas y Temach termina, pero una nueva empieza. 2024 - ? ...