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No existe nada en la vida como el verano. Mañanas radiantes y tardes bañadas por el sol. La calidez que envuelve el aire. Una sensación de alegría que brota desde el interior. Es, en realidad, simplemente mágico.

Los jóvenes aprovechaban esta calidez del verano para salir, divertirse, tomar unas copas y bailar con euforia, disfrutando de la juventud como debía ser. Excepto por Jisung, quien, decidido a ahorrar para poder costear su vida después de los estudios, trabajaba cada noche como camarero en un pequeño bar escondido en una calle acogedora y cálida de la ciudad.

Las risas resonaban en las paredes del local, al ser un lugar poco concurrido, los clientes podían reír a carcajadas y hacer chistes sin miedo a ser juzgados. A Jisung le encantaba eso; aunque no podía permitirse vivir esa vida nocturna, encontraba consuelo al sentirse parte de la diversión cuando los clientes bromeaban y compartían momentos con él.

Otra cosa que le parecía maravillosa del lugar era el micrófono abierto. Siempre había alguien dispuesto a cantar o tocar música, llenando sus noches de melodías y creando un ambiente que, aunque efímero, le hacía sentir que era más que un simple observador de la felicidad ajena.

Esa noche no era diferente, se encontraba secando unos vasos, iba y venía entre las mesas, esquivando mesas y personas que se cruzaban en el bar. La música en vivo comenzaba a llenar el aire, con una melodía que parecía tener el poder de detener el tiempo. Jisung, aunque mantenía su rostro profesional, no pudo evitar dejar escapar una sonrisa al ritmo de la canción. Era su pequeño momento de disfrute, una chispa de libertad en medio de su rutina.

El bar, con su luz tenue y las paredes decoradas con viejos carteles y fotografías viejas, ofrecía una calidez peculiar que atraía a los clientes habituales y a  curiosos que buscaban nuevos bares en la ciudad.

Mientras llenaba unas copas en la barra,  la encargada de la cocina y compañera de trabajo de Jisung, salió para tomar un respiro. Esta, con su delantal manchado y su sonrisa relajada, se apoyó en la barra y suspiró.

—¿Cómo van los estudios? —preguntó, mirándolo de reojo mientras sorbía un vaso de agua.

Jisung levantó la vista por un momento y se encogió de hombros.

—Estoy tratando de ahorrar lo suficiente para seguir estudiando y, si puedo, mudarme a un lugar mejor. No quiero que todo termine aquí —respondió mientras secaba las gotas de cerveza que habían quedado en la barra.

La chica asintió, con un brillo de comprensión en los ojos.

—Sí, es duro. Yo también tenía esos sueños antes de que la vida me atrapara aquí. Pero mira, estás haciendo lo correcto. No muchos pueden decir que tienen un plan claro.

La conversación se interrumpió cuando una pareja pidió otra ronda de bebidas, y Jisung volvió a la acción. Mientras atendía, intercambiaba algunas palabras con otros compañeros de trabajo y clientes, compartiendo historias cortas y risas para hacer más llevadera la jornada.

Conforme la noche avanzaba, el ambiente del bar se tornaba más íntimo. Los clientes empezaban a irse poco a poco, y el ruido de las risas y las conversaciones se desvanecía.

 Finalmente, cuando el reloj marcó la hora de cerrar, Jisung comenzó a recoger las mesas y a limpiar los últimos vasos. Fue entonces, mientras pasaba un trapo por la superficie de una de las mesas, que notó un pequeño papel amarillo, un post-it que alguien había dejado.

Lo tomó entre sus dedos y leyó las palabras escritas con una caligrafía apresurada: "Por favor, sigue sonriendo. Haces que estas noches sean mucho más llevaderas :)."
Jisung sintió un escalofrío recorrerle la espalda y una cálida sonrisa se dibujó en sus labios. Le parecía algo aterrador pero tierno al mismo tiempo. No sabía quién había dejado el mensaje, ni siquiera si esa nota era para él, simplemente la tomó y caminó a la barra.

Al llegar, pegó la nota en una pizarra de corcho. Esta no estaba tan llena; tenía algunas fotos de los trabajadores, un par de dibujos hechos por clientes y poco más. La hoja amarilla brillaba por sí sola, atrayendo la mirada de quienes pasaban.

—¿Y eso? —preguntó la encargada, una mujer de mediana edad con ojos curiosos y una sonrisa que siempre inspiraba confianza.

—No sé —respondió Jisung, encogiéndose de hombros, aunque la ligera sonrisa en su rostro dejaba entrever que el mensaje le había afectado más de lo que quería admitir.

La encargada alzó una ceja y le dedicó una mirada significativa antes de regresar a la caja registradora. Jisung, por su parte, se quedó observando la nota unos segundos más, como si pudiera encontrar alguna pista en las palabras escritas. "Por favor, sigue sonriendo. Haces que estas noches sean mucho más llevaderas :)" 


Sigue sonriendo.

Haces estas noches sean mucho más llevaderas.

Carita feliz.

'Carita feliz'; este texto le parecía muy cómico. Alguien había tomado el tiempo de conseguir una birome y escribirlo. No estaba seguro de quién era el escritor de esa nota, pero rezaba para que, donde quiera que estuviera, la estuviera pasando bien. La idea de que alguien, tal vez un cliente habitual o incluso un compañero de trabajo, se hubiera tomado ese momento para dejarle unas palabras lo hacía sentir querido.

Luego de unos segundos de contemplación, absorto en sus pensamientos y recordando que todavía quedaba cerrar el local, Jisung volvió en sí. Se dio media vuelta y se puso manos a la obra, tratando de limpiar las mesas que quedaban rápidamente. La noche había sido larga, y aunque le gustaba su trabajo, anhelaba volver a casa para descansar un rato y recargar energías para el día siguiente.

Mientras recogía los vasos vacíos y limpiaba las migajas que habían quedado en las mesas, su mente divagaba. Pensaba en diversas cosas: en los videos que miraría al llegar a casa, en los artículos que necesitaba comprar y en los temas que debía repasar para los exámenes que se acercaban. De repente, recordó que tenía que rendir en unos días, dos para ser exactos y no había estudiado nada. Una sensación de culpa y pánico comenzó a apoderarse de él.

Las luces del bar empezaron a atenuarse, y el sonido de las sillas arrastrándose resonaba en el aire. Jisung se movía con rapidez, limpiando cada mesa con meticulosidad, asegurándose de que todo quedara en orden para el cierre. 

Luego de apresurarse por salir y preocuparse por su mal desempeño en cálculo, el miedo a recursar a la asignatura se apoderaba de él. Se despidió rápidamente de sus compañeros y salió del bar en dirección a su hogar, sintiendo cómo la ansiedad lo acompañaba en cada paso.

A medida que caminaba por las calles iluminadas, su mente se llenaba de pensamientos caóticos. ¿Cómo había dejado que las cosas llegaran a este punto? Recordó las largas horas en el bar, sirviendo bebidas y riendo con los clientes, mientras las horas de estudio se deslizaban sin que él las notara. Un profundo suspiro se escapó de sus labios, pero no podía darse el lujo de rendirse. Necesitaba encontrar una manera de organizarse y concentrarse en sus estudios.

Al llegar a su hogar, Jisung prendió la luz de su pequeña habitación y levantó su mochila del suelo, sacando algunos libros que había tomado. Se sentó frente a su escritorio, donde una montaña de apuntes le esperaba. Sacó un cuaderno y un bolígrafo, comenzó a hacer cálculos y practicar, se sentía como si estuviera en secundaria, no podía ser tan penoso.

La noche avanzaba, y Jisung se sumergió en sus estudios, quedándose dormido inconscientemente sobre una larga pila de hojas.

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¡gracias por leer!

Déjenme saber si hay algún error o alguna cosa que quieran decirme, estoy abierta a escucharlos.

Den ⭐y síganme para más <3

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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