Betty Cooper es una joven universitaria con padres estrictos y una vida supuestamente perfecta y Jughead Jones es el chico callado y solitario que se enfrentará a muchas cosas sólo por ella. Pero... ¿Podrá su amor triunfar cuando todo está en su con...
Lo hicieron dos veces seguidas en la cama y repitieron la acción bajo la ducha hasta que terminaron de bañarse y empezaron a prepararse para su noche.
Betty se estaba peinando frente al espejo con una bata de algodón porque aún no se había vestido, hasta que su novio se le acercó ya con su camisa azul oscuro puesta y su cabello peinado solo para atrapar los labios de su novia en un profundo beso.
Tras separarse, se miraron con una inmensa sonrisa.
—Estas hermosa— Dijo Jughead, sonriéndole.
Betty soltó una risa. —No he terminado—
—No importa— Respondió el pelinegro. —Estas hermosa—
Betty sonrió, mirándolo. —Te amo—
—Yo te amo mas— Respondió Jughead, dejando otro beso en sus labios y haciendo un silencio. —Amor yo... He estado pensando y... Creo que es un buen momento para... No sé... Tal vez... Tener otro hijo—
Betty lo miró con los ojos abiertos como platos. —¿Tener otro hijo?—
—Si... Así no se llevan tanto en edad, pero sería el último hijo— Aclaró Jughead. —Te vi sufrir demasiado cuando tuvimos a Jack y no quiero verte pasar por eso más veces de las necesarias—
—Tienes razón, así los tengo seguidos, crecen y no tengo tanto trabajo en el futuro— Admitió Betty con diversión. —Yo... Lo pensaré. Ya sabes... Tengo un implante hormonal y si queremos otro hijo tengo que quitarmelo—
Jughead asintió, besando su mejilla. —Entonces... ¿Es un sí?—
—Si— Aceptó Betty, feliz.
Jughead sonrió con emoción y le llenó la cara de besos. —Por eso te amo tanto. Eres la única para mí y contigo quiero todo—
—Tu eres el amor de mi vida Juggie. Hemos pasado tantas cosas juntos...— Admitió Betty, con una sonrisa. —Ya vete, déjame terminar de prepararme—
Jughead soltó una risa y se retiró para que su novia terminara de prepararse para su celebración.
En una hora, el chico la esperaba al pie de las escaleras, mirando su reloj a cada segundo, ansioso por verla.
Cuando la vió bajar las escaleras, su pecho se calentó de emoción. Traía un vestido blanco, ajustado que marcaba cada curva de su paradisíaco cuerpo a la perfección, sus rizos rubios libres cayendo sobre sus hombros, esa radiante sonrisa llena de dulzura y unos tacones y un bolso a juego con su vestido también.
Betty soltó una risa, terminando de bajar las escaleras y mirando a su novio. —Siempre tienes la misma reacción. ¿Qué ocurre?—
Jughead sonrió, algo nervioso y contento a la vez. —Es que eres perfecta. Yo... No puedo creer que te tengo en mi vida—
Betty sonrió con los ojos levemente cristalizados y le golpeó el hombro. —No me hagas llorar temprano o voy a arruinar mi maquillaje—
Jughead soltó una risa, tomándola de la mano. —Vámonos hermosa—
Juntos salieron de casa, Jughead como siempre le abrió la puerta del auto a su novia para luego entrar el. El tomó su mano, la besó y entonces empezó a conducir a su destino.
Jughead estaba más consentidor, amoroso y atento que nunca, porque después de tener al amor de su vida al borde de la muerte el año pasado, entendió que la vida se podría terminar en un abrir y cerrar de ojos y por eso había que aprovechar cada momento y amar más que nunca.
El pelinegro condujo hasta el restaurante en el que él le pidió a Betty ser su novia, siempre venían cuando iban a celebrar algo importante como la fecha en la que se hicieron novios.
Al llegar, como siempre Jughead reservó la mejor mesa en el mejor lugar del restaurante, solo lo mejor para su chica. Pidieron la cena y mientras cenaban y tomaban vino, conversaban.
—Vamos a brindar— Pidió Jughead, levantando su copa llena de vino. —Por nosotros, por nuestra familia y por el bebé que estamos planeando hacer—
Betty soltó una risa, levantando su copa. —Aun debo quitarme el implante pero brindemos—
Brindaron por todo eso, terminaron su cena, pagaron la cuenta y subieron al auto, ya para irse.
Solo que Betty no sabía a dónde irían ahora.
—Juggie... ¿Me puedes decir a dónde vamos?— Preguntó la ojiverde mientras se colocaba el cinturón.
Jughead sonrió, tomando su mano y besándola mientras encendía el auto. —Es una sorpresa, te va a encantar—
Betty alzó una ceja. —¿Qué planeas, Jones?—
—Es sorpresa— Respondió, empezando a conducir.
Jughead empezó a conducir por un camino que Betty no conocía y lo miró con una ceja alzada mientras el solo contenía las ganas de reír por la expresión de la rubia.
—Amor ya casi llegamos, no te voy a secuestrar o algo así— Negó Jughead con diversión mientras conducía.
Betty rodó los ojos, divertida. —Jug ya dime a dónde vamos—
—Ya estamos llegando bebé, paciencia— Pidió Jughead, concentrándose en el camino.
Betty soltó un suspiro, ansiosa, mirando por la ventana del auto hasta que llegaron a una pequeña montaña y Jughead condujo un poco más hasta llegar a una hermosa cabaña de madera, pero muy moderna, minimalista y elegante.
Claro... Estaban ganando increíbles cantidades de dinero ejerciendo su carrera y debian aprovechar.
Aquella cabaña tenía dos pisos, en el jardín había un kiosco hermoso rodeado de flores y con hamacas, una piscina, un bello jardín y desde afuera se podían ver los balcones de las habitaciones.
Betty miró a su alrededor y se cubrió la boca con ambas manos para no chillar, mirando a su novio. —Juggie... ¿Qué es esto? ¿La alquilaste?—
—¿Alquilar?— Preguntó Jughead. —Bebé... La compré. Es nuestra—
Betty negó, rompiendo a llorar. —No... Jughead... ¿Enserio?—
—Amor...— La llamó Jughead, tomando su rostro entre sus manos. —Nos merecemos un espacio para poder escapar de la ciudad de vez en cuando. Además... Podemos venir con nuestro hijo al menos los fines de semana o solos. Merecemos celebrar en el mejor lugar—
Betty sonrió, llorando de la emoción y lo abrazó. —Te amo—
Jughead sonrió, levantándola entre sus brazos y dando vueltas con ella para luego dejarla de nuevo sobre el suelo. —Te amo preciosa. Vamos, quiero que la veas por dentro—
Lo que Betty no se imaginaba, era que esa sería una de las noches más especiales de toda su vida.
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