Capítulo 1

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Soñar con el día de casarse es algo que añoro desde adolescente, esa día donde se supone que es especial porque se trata de ti y la persona que se casará contigo. te sientes una princesa al entrar con un pomposo vestido a la iglesia, tu diadema brilla y todos te sonríen y se mencionan por ti. Tus tías y tu madre lloran cerca del altar y tu padre te mira a los ojos con un brillo, porque ya le toca entregar a su niña, que se convierte en mujer y se irá con otro hombre, deseando que de nuevo sea una niña, pero es muy tarde para volver a ese entonces. 

De repente, te fijas que hay pétalos de rosas blancas y rojas en el suelo, dándole un excelente matiz al suelo enmaderado, sigues caminando tu futuro esposo te espera con lagrimas en los ojos, que a su vez provoca que se te acumulen las tuyas también, no hay miedo, ni tristeza, ni siquiera puedes percibir algo fuera de ahí, se supone que no, porque es un momento de celebración, dos vidas se unen. 

Eso es lo que esperaba que sucediera en mi boda al caminar al compas de la marcha nupcial, pero no me dieron tiempo de que esta se reprodujera. 

He intentado casarme 3 veces en mi vida con tres hombres diferentes: Andrés, David y Samuel. 

1ra boda. Con Andrés todo fue bueno desde el principio. Lo conocí a los 18, fue mi primer novio, era apuesto, caballeroso todo lo que una mujer podía desear. era hijo de buena familia, cristiana, con dinero y con unos excelentes valores. Su mamá me amaba mucho, su sueño era que su hijo se casara conmigo. 

Cuando nos conocimos yo estaba terminando la secundaría, era amigo de un amigo y lo  conocí por pura casualidad, no sabia de su relación con mi amigo, simplemente nos chocamos en la tienda (bueno yo lo choqué con carrito), luego de eso nos encontramos en cada pasillo y yo solo podía sonreír avergonzada. Pasada una semana ya nos volvimos a encontrar en varios sitios más, hasta que tuve que ir al banco por un asunto de mi  tarjeta y lo vi otra vez. 

-Andrés- Dijo dándome la mano, parecía un poco rendido a decir verdad. -Lydia- dije mientras tocaba la suya. 

Luego de ahí nos hicimos buenos amigos y conocimos a la par nuestras familias. siempre salíamos cuando teníamos tiempo, al cine, a comer o simplemente a tomar café, era agradable hablar con él no había tema difícil a la hora de hablar con él así que cuando me pidió ser su novia, no pude decirle que no. Podía jurar que todo era perfecto.

A los 20 me pidió matrimonio, todavía puedo recordarlo. fue un 5 de diciembre, estábamos en un restaurante con vista al mar, me ofreció un paseo luego de la cena y no me lo esperaba, de momento llegamos a un lugar un poco apartado, pero seguía siendo la orilla, tenía unas luces había un letrero que decía ¿Quieres Casarte Conmigo?, y todo en medio de un hermoso atardecer, cuando lo miré ya estaba arrodillado. 

-Eres el amor de mi juventud y también quiero que seas el amor de mi vejez. no somos perfectos, pero cada momento a tu lado si lo es. Por favor, acepta casarte conmigo- lo decía mientras extendía el anillo a mí. 

yo no esperaba casarme tan joven aunque soñé con ese momento desde siempre, no quería perder esa oportunidad y mucho menos si era con él. Así que me acerqué lentamente con una mano tapando mi boca, porque estaba sorprendida. Y me arrodillé frente a él y dije.

-Si quiero- 

En ese momento me abrazó, luego tomó mi cara y me besó. Mientras nuestra familia salía de no se donde gritando y celebrando, nuestras madres lloraban. 

Un año después celebramos la boda o eso intentamos mejor dicho. contratamos a alguien que se encargara de todo y así ambos nos concentrábamos en la universidad. Como es la primera vez, nuestros padres corrieron con los gastos. de mi parte no había problemas sentía que todo iba como debía. Nunca noté una señal de duda en él ni nada que hiciera que dudara de su amor. 

Elegí un vestido que tenía un corte de princesa con una falda voluminosa que da un efecto majestuoso. La parte superior del vestido era ajustada, con un delicado escote en forma de corazón, cubierto por un encaje transparente que se extiende hasta el cuello y forma mangas largas. El encaje tenía detalles florales intrincados, que añadían un toque romántico y sofisticado. La tela de la falda tenía un brillo sutil. Todo eso porque quería lucir radiante, al final y al cabo era mi día. Ahorramos para ir a Suiza de luna de miel y alquilamos un departamento en un buen lugar en la cuidad, solo nos faltaba la boda. 

El día anterior a la boda estuve muy nerviosa, casi no comí y él no me contestó. Asumí que era porque también estaba nervioso y quería terminar algo antes de irnos de luna de miel, lo dejé pasar. hice todo lo que pude para distraerme y no llorar porque mi mamá estaba nostálgica ya que su niña se iba de casa.

El día de boda me levanté y luego de ahí me fui a preparar para boda. la boda sería al atardecer porque quisimos recordar el día en que él me pidió que fuera su esposa, aunque elegimos que en vez de la playa lo haríamos en un lugar tipo finca que tiene un terreno verde inmenso, con arboles grandes, hasta había pinos, era muy lindo parecía un bosque. La elección no fue fácil, pero al final nos quedamos con ese lugar.

Estaba pensando y recordando todo lo que debía hacer junto a la organizadora, ella se iba adelantar al lugar para confirmar que todo está intacto, yo mientras tenía que ponerme un vestido y aguardar en el auto hasta que Andrés entrara. Luego de que estuve lista fui al lugar, no bajé del auto, porque estaba esperando la señal de que Andrés ya estaba, pero veo que sus padres están afuera, y la organizadora (que se llama Rut por cierto) sale y me dice que espere, pero de momento Janet la madre de Andrés empieza a llorar y se abraza de Luis su marido. Mi papá al lado mío ya estaba nervioso y me da un beso en la frente mientras me dice que va a ver que sucede. Mi mamá nunca salió y lo agradezco, no sabría que pasaría si ella hiera estado ahí afuera. Mi papá vuelve al auto y le da la dirección de nuestra casa al chofer. y es ahí cuando reacciono.

-¿Qué haces papá? Andrés me está esperando.- Él me mira con tristeza. 

-Andrés no va a venir mi niña- Ambos dejábamos caer las lagrimas para este punto. -¿Cómo que no papá? nos vamos a casar, él me pidió matrimonio, nos vamos a casar.- 

-No mi niña, él no va a venir.- me abrazó mientras llorábamos. Al  llegar a la casa me encerré a llorar hasta que llegó mi mamá y lloró conmigo y solo decía "ay mi niña". Y no supe que sucedió con Andrés hasta la tarde del día siguiente.

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⏰ Última actualización: Nov 05 ⏰

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