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Desde muy pequeño, Jay comenzó a experimentar varios síntomas de la terrible enfermedad que actualmente padece; esquizofrenia.
Escuchaba voces que le daban órdenes... Extrañas. Veía una especie de silueta negra la cual él llamaba su "amigo imaginario", pues, era lo único que le hacía compañía a este pobre chico.
En la escuela o dónde quiera que fuera, todos evitaban acercarsele, sólo por su estado mental, pues, ellos lo veían como un simple niño lunático y pensaban que los lastimaría o algo parecido...
Cosa que jamás haría.
En una ocasión, tuvo una crisis y fue internado en un hospital psiquiátrico para tratarlo, donde se repitió la misma historia, nadie quiso ser su amigo o mínimo hablar con él.
Pasó el tiempo, y Jay siguió llevando el mismo estilo de vida solitario, sólo esperando a que en algún momento le dieran el alta para poder marcharse.
Él odiaba estar ahí, todos lo ignoraban, los doctores lo trataban mal, y estaba en un nivel que ya ni podía dormir sin tener varias pastillas en su organismo, se sentía horrible, casi como un zombie.
Pero un día, un nuevo chico fue internado, el cual llamó su atención desde el momento en que lo vió. Aunque nunca imaginó que ese lindo muchacho llegaría a significar tanto para él como para llegar al punto de iluminar su vida...
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