Capítulo 2: Hogar

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El sonido del viento se colaba entre los árboles, acariciando las hojas y esparciendo un eco suave por toda la isla. Ludy avanzaba por el terreno agreste con pasos firmes, su mirada robótica fija en el bulto envuelto en mantas en sus brazos: un bebé híbrido de apenas unos meses, al que había encontrado en medio de una cápsula abandonada. Aquel pequeño ser que dormía plácidamente, sin darse cuenta de que la máquina que lo sostenía estaba en una encrucijada de datos y dilemas,en cierta manera su sistema empezó a funcionar de mejor manera pudiendo traducir un poco mejor lenguaje de los habitantes de la zona pero iba mantener distancia por el momento.

Se fijó en el pequeño que tenía en brazos procesando los pasos que debía de seguir en su cuidado

—El protocolo de identificación indica que debo asignar un nombre —murmuró para sí misma, sus palabras sonaban monótonas, pero su procesador trabajaba a toda velocidad, analizando opciones.

A pesar de su calma aparente, Ludy había comenzado a percibir algo en su sistema que no podía explicar del todo. Era una necesidad de proteger, de nombrar, de establecer una identidad para el pequeño híbrido. Su programación lógica le decía que asignarle un nombre facilitaría el vínculo, un protocolo fundamental en el cuidado de un ser vivo. Sin embargo, algo en su proceso de razonamiento le indicaba que había algo más allá de un simple protocolo.

El bebé abrió sus ojos apenas un instante, observándola con una inocencia pura, sus pequeñas alas temblaban levemente. Aquella imagen pareció detener sus algoritmos por un segundo.

—Tu nombre será… Walter —pronunció con firmeza y neutralidad. Las palabras flotaron en el aire con un tono decidido, como si ya hubieran sido grabadas en su memoria.

Walter la miró, sin comprender realmente el significado de lo que había dicho, pero con una expresión que parecía tranquila, casi como si aceptara su nuevo nombre sin reparo alguno.

Desde un rincón de la espesura, unos ojos atentos observaban la escena. Oculto detrás de un árbol, un híbrido de apariencia astuta y orejas puntiagudas seguía cada movimiento de Ludy y el bebé. Nori, un híbrido de zorro conocido por su naturaleza mentirosa y su habilidad para pasar desapercibido, había estado merodeando por esa zona y se había encontrado con aquella peculiar escena por pura casualidad. Sin embargo, algo en la serenidad de la máquina y el bebé capturó su interés, aunque no quería admitirlo.

—Walter, ¿eh? —susurró Nori para sí mismo, esbozando una sonrisa divertida. “¿Qué clase de nombre es ese para un híbrido?”

Ludy continuó caminando, aparentemente sin percatarse de la presencia de Nori, quien la seguía en silencio, manteniendo una distancia prudente. Ella se detuvo en un claro y comenzó a buscar materiales en el suelo, trozos de madera,algunos troncos, piedras y hojas grandes. Su programación le indicaba que construir un refugio para el bebé era esencial, considerando que su anterior lugar de descanso, la cápsula, había quedado inutilizable.

Mientras recogía una pieza de madera, Ludy observó a Walter, quien seguía mirándola con curiosidad infantil.

—Walter, permaneceremos en esta zona hasta que pueda asegurar un entorno adecuado para ti —le informó, como si el bebé pudiera comprenderla. Su tono era constante, y su lógica indicaba que la comunicación constante ayudaría en el desarrollo emocional del pequeño.

A cierta distancia, Nori levantó una ceja, divertido ante la formalidad con la que Ludy hablaba. Se movió un poco más cerca, sin hacer ruido, tratando de entender mejor a aquella máquina que parecía tener una misión muy clara.

Ludy continuó recolectando materiales y colocándolos en un pequeño círculo improvisado, mientras Walter hacía suaves ruidos de satisfacción. El sonido de ramas quebrándose hizo que Ludy se detuviera de golpe. Giró la cabeza en dirección al ruido, y su mirada se cruzó con la de Nori, quien estaba a medio paso de retroceder.

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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