El salón estaba decorado con luces cálidas y mesas cubiertas de manteles blancos, adornadas con pequeños arreglos florales. Era una noche de caridad para recaudar fondos, una causa que le importaba a Valentina, aunque rara vez lo confesaba. En aquella ocasión, se había comprometido a ayudar como voluntaria para servir en el evento, sin imaginar que, una vez más, su destino volvería a entrelazarse con el de Franco.
Valentina ajustó el delantal que llevaba sobre su vestido y tomó una bandeja con copas de vino para distribuirlas entre los invitados. Alzó la mirada, buscando a quién servir, y sus ojos se encontraron, de nuevo, con la inconfundible silueta de Franco, quien conversaba en un grupo, aparentemente relajado y encantador, como siempre.
—¿Realmente no hay lugar al que pueda ir sin que me persigas? —murmuró para sí misma, intentando ignorar el ligero sonrojo que le causaba su presencia.
Pero Franco la vio casi al instante y, para su sorpresa, se apartó del grupo y se dirigió directamente hacia ella. Valentina intentó concentrarse en su tarea, pero él ya estaba junto a ella, con esa sonrisa inquebrantable y una mirada que no dejaba espacio para huir.
—¿Ayudando en la caridad? Parece que tenes más sorpresas guardadas de las que pensaba.
Ella resopló y le ofreció una copa de vino.
—Y vos, ¿qué excusa tienes para estar aquí? ¿Promocionar tu imagen de chico bueno?
Franco soltó una carcajada y aceptó la copa con un gesto agradecido.
—¿Eso es lo que pensas de mí? —la miró con una mezcla de diversión y un destello de algo más profundo—. Estoy acá porque creo en la causa, Valentina. A veces, incluso los chicos malos tenemos un corazón.
Ella lo observó por un segundo, sin saber si creerle o no. Pero había algo en su tono que le hizo pensar que, quizás, no estaba mintiendo.
—Bien, eso es... lindo. —Levantó la bandeja y comenzó a alejarse, pero Franco la siguió, sin perder el ritmo.
—¿Y vos? No parecías del tipo que le gusta estar en medio de todo esto, pensaba que solo estabas en las galas haciendo presencia. ¿Por qué te importa esta causa en específico como para incluso servir?
Valentina se quedó en silencio, sin saber si abrirse o no. Era la primera vez que alguien le hacía esa pregunta, y en el fondo, odiaba que fuera Franco quien se la hiciera.
—Es algo personal —respondió al fin, con una voz más suave de lo que pretendía—. No tenes por qué entenderlo.
Franco asintió, mirándola con una seriedad que rara vez mostraba.
—No tenes que explicarlo, pero me alegra verte acá, haciendo algo que significa algo para vos.
Ella sintió un nudo en la garganta, algo que no se esperaba, y bajó la mirada para ocultar su expresión. Antes de que pudiera decir nada, una pequeña niña, parte del grupo que la organización ayudaba, se acercó corriendo hacia ellos, con una sonrisa radiante y sin reservas.
—¡Valentina! —dijo la niña, estirando los brazos para que ella la levantara.
Valentina sonrió con ternura, olvidándose por un momento de su tensión con Franco, y la cargó en sus brazos. La niña la miraba con adoración, como si Valentina fuera su héroe.
—Te traje un dibujo —dijo la pequeña, sacando una hoja de su bolsillo con una flor de colores torcidos y el nombre de Valentina escrito con letra grande y dispareja.
—Es hermoso, Sofi —respondió Valentina, visiblemente conmovida—. Gracias, mi ciela.
Franco observaba la escena, sorprendido por la naturalidad y dulzura de Valentina con la niña. Algo en su expresión cambió; había visto un lado de ella que nadie más parecía conocer, y en ese instante, se sintió más cautivado que nunca.
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Sin Frenos - Franco Colapinto
RomanceFranco Colapinto es un piloto de carreras con una vida llena de adrenalina, hasta que conoce a Valentina, una mujer que transforma su mundo por completo. Juntos, descubren un amor profundo y sincero, pero el pasado de Valentina amenaza con separarlo...