ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔲𝔫𝔬: 𝔈𝔩 𝔩𝔦𝔟𝔯𝔬 𝔭𝔯𝔬𝔥𝔦𝔟𝔦𝔡𝔬

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1827.

La familia Itoshi desde siempre habían sido un misterio para la mayoría de los campesinos, su historia era compleja y misteriosa, de un momento a otro, su fama y riqueza creció frenética y expansivamente, tenían un negocio de perfumes y fragancias de todo tipo, junto con una gran variedad de joyería y accesorios extravagantes relacionados a esta. Lo raro es que ciertamente antes de eso estaban en la ruina, apenas y con suerte conseguían un pan para saciar su hambre, e increíblemente al día siguiente tenían toda esta riqueza, ¿extraño, no? De ahí viene toda esta curiosidad y misterio, ¿qué habrán hecho los itoshi para obtener esto?..

Un año después de obtener su riqueza, decidieron tener a su primer hijo, un varón de ojos turquesas y cabello rojizo, de nombre Sae, Sae Itoshi.

Posteriormente, dos años después del nacimiento de su primer hijo, un nuevo integrante nació en la familia, también varón, casi idéntico a Sae, con la diferencia de que el cabello del pequeño Rin era de un tono verdoso oscuro. Todo iba perfecto en la familia, su negocio progresaba excelente y su relación familiar era muy unida y sana. Pero como no todo es color de rosas, ambos padres de la familia contrajeron tuberculosis, una enfermedad que en ese entonces no se tenía conocimiento de ella. Lamentablemente los dos murieron, dejando huérfanos a sus dos pequeños hijos, tan solo cuando tenían 9 y 7 años de edad, de igual manera, toda la fortuna fue heredada a ellos.

Para Sae fue un dolor más grande, ya que a su corta edad entendió lo que sucedió, tuvo que mentirle a Rin diciéndole que sus padres tuvieron que irse, no quería que su hermano sufriera tanto siendo apenas un niño. El mayor de los hermanos Itoshi se encargó de todo hasta la actualidad, dónde Sae tiene 19 años y Rin 17.

Sae le confesó la verdad a Rin cuando este cumplió los 15, sorprendentemente para el pelirojo, el menor admitió que ya lo sabía desde que pasó.

El pelirojo controlaba el negocio de manera perfecta. Era muy organizador y eso ayudaba bastante. Tenía a cuatro empleados en la mansión, uno es cocinero, y los otros tres se encargan de limpiar la gran mansión.

Había gran cantidad de curiosidad por parte de Sae acerca de un sótano que se localizaba en lo más profundo de la mansión, las últimas personas en entrar ahí fueron sus padres. Por lo que decidió ver que se encontraba allí dentro, no podía negar la incomodidad o lo ligeramente perturbado que se sentía frente a la vieja puerta, pero en algún momento lo tendría que hacer de todos modos, abrió con dificultad la puerta, estaba atascada pues pasó casi una década desde la última vez que se entró allí, cuando al fin logró abrirla, gran cantidad de polvo se elevó, ocasionando molestia en su nariz y en la vista, causó que tosiera múltiples veces, se adentró en el sótano viendo principalmente instrumentos de laboratorio, muebles, entre otros artefactos, se acercó a una pila de libros, Sae ama la lectura, mientras los veía y hechaba vistazos, leyendo un poco de cada página, hubo uno que llamó bastante su atención, era negro, de pasta dura con detalles muy elaborados y de color dorado.

(pov Sae)

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(pov Sae)

Lo abrí con la mayor cantidad de cuidado posible, ya que al ser tan viejos las hojas podrían incluso hacerse polvo, una vez abierto, me quedé confundido, no entendía absolutamente nada, eran signos raros que hasta mi conocimiento, no pertenecían a alguna lengua o método de comunicación, hasta el final de la hoja, centrado, tenía una palabra rara con el abecedario que conocía normalmente, lo susurré, susurré inconscientemente todas esas palabras bajo las páginas, una vez que llegué al final, sentí escalofríos y cerré el libro rápidamente, por alguna extraña razón comenzó a darme ansiedad, mi respiración se agitaba al igual que los latidos de mi corazón, dejé el libro y salí del sótano, cerré la puerta.

Aún estaba algo acelerado por lo que acababa de ocurrir, me dirigí a la cocina y me senté en una silla.

- Isagi, dile a Kunigami que me prepare un té. - Ordené, tomar té me relajaba considerablemente, era mi solución más rápida.

- Si, ya voy - Se alejó un poco, yendo para con el pelinaranja.

No había visto a Rin en todo el día, me extraña que no me haya avisado que saldría. Bachira estaba entrando a la cocina.

- ¿Has visto a Rin? No me avisó que saldría. -

- Me dijo que iría a comprar un obsequio para usted. -

- ¿Obsequio?.. - Murmure para mí mismo, me pareció ciertamente raro, únicamente nosotros nos dabamos regalos como tal en días especiales, pero ahora no era ningún día... Bueno, debe ser cualquier cosa, cuando llegué veré.

- Aquí está su té - Kunigami colocó la taza roja con té frente a mí.

Le dí las gracias, seguidamente comencé a darle pequeños sorbos a mi bebida, relajandome en el momento.








Horas más tarde, el reloj marcaba las 7:30pm, comencé a preocuparme por Rin, a esta hora la mayoría de las tiendas o puestos ya estaban cerrados, justo cuando me dispuse a ir a buscarlo, la puerta sonó, me fijé por un agujero pequeño para confirmar que se tratase de él, al ver que si era abrí la puerta, llevaba consigo una bolsa de compras.

- ¿Por qué tan tarde, um? - Pregunté viéndolo, me molestaba un poco el hecho de tener que inclinar mi cabeza hacía arriba para verlo, apesar de él ser menor parecía que se desarrolló más que yo, jamás lo admitiría, pero me causaba algo de nostalgia ver como Rinrin ya estaba tan grande. Me hice aún lado para que pasara, una vez que entró a la casa cerré lentamente la puerta, no dijo absolutamente nada, se sentó en el sofá, lo seguí y me senté a su lado.

- ¿Y ahora que mosco te picó? - Lo miré fijamente, buscando alguna emoción en su rostro.

- Eh nada, lo siento. Traje esto para tí, espero te guste nii-chan... - Tomó la bolsa y sacó un lindo libro, su portada era roja con flores. Me lo dió y lo tomé con mis manos.

- Oh... Gracias Rin, es lind-

- Espera, también te compré este - Me interrumpió, sacó otro libro, mi rostro se tornó pálido al instante de verlo, era negro con detalles dorados, exactamente igual al del sótano, mi mano tembló involuntariamente al tomarlo, al abrirlo no decía absolutamente nada, estaba totalmente en blanco en todas las hojas.

- Me encantan los detalles... - Trague saliva, intenté verme neutral en todos los aspectos. - ¿Por qué está en blanco? -

- El vendedor me dijo que era una especie de diario, me pareció lindo y sé que te gusta escribir -

𝕾𝖚𝖘𝖚𝖗𝖗𝖔𝖘 𝖕𝖗𝖔𝖍𝖎𝖇𝖎𝖉𝖔𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora