Capitulo Siete: Abu Dabi

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En la sala de la casa, después de haber visto a Oliver en la práctica de Abu Dabi, Valery sentía un revoltijo de emociones. Intentaba convencerse de que no tenía sentido quedarse pensando en él, pero una parte de su mente no dejaba de preguntarse cómo estaría, si estaría pensando en ella, y si el silencio de su parte era su manera de decirle que lo que había sucedido entre ellos no significaba nada.

Mientras ella miraba la pantalla en silencio, su hermana Deylani no dejaba de observarla con una sonrisa de lo más traviesa. Parecía que leía sus pensamientos como si fueran un libro abierto.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? —dijo Valery, tratando de sonar casual.

—Oh, nada —respondió Deylani con fingida inocencia—. Solo que, con esa cara que traes, cualquiera diría que estás pensando en él.

—¡Claro que no! —Valery sintió cómo sus mejillas se ruborizaban.

—Por favor, Val. Es tan obvio. Estás aquí, mirándolo en la televisión como si fueras una fanática loca y, aunque dices que es "complicado", te brillan los ojos cada vez que lo mencionas —le dijo Deylani, cruzándose de brazos.

Valery suspiró y se dejó caer en el sillón. Sabía que su hermana no la dejaría en paz hasta sacarle toda la verdad, así que decidió no seguir negándolo.

—Es que... no entiendo por qué se fue así. Ni siquiera tuvo el valor de decirme a dónde iba. Solo dejó una nota y desapareció —admitió Valery, sin poder ocultar la decepción en su voz.

Deylani la miró con empatía y, después de unos segundos de silencio, sonrió con una chispa en los ojos.

—¿Y qué estás esperando? —preguntó, como si la respuesta fuera obvia.

Valery la miró confundida.

—¿Esperando qué?

—¡Pues ve a buscarlo! —exclamó Deylani, dando un pequeño salto en el sillón, emocionada con su propia idea—. ¡Ve a Abu Dabi y habla con él! No puedes quedarte aquí sin saber lo que está pasando. Tienes que ir y averiguarlo tú misma.

Valery rió, aunque la idea sonaba como una locura.

—¿Ir a Abu Dabi? Deylani, ¿te das cuenta de lo que estás diciendo? Eso está del otro lado del mundo, y... además, ¡¿qué excusa tengo para aparecerme allí?!

Deylani se encogió de hombros y la miró con una sonrisa de suficiencia.

—Excusa, excusa... No necesitas una excusa. Él fue quien desapareció sin dar explicaciones. Tienes derecho a ir y aclarar las cosas, ¿o no?

Valery intentaba resistirse, pero la idea de ir a verlo, de obtener respuestas y descubrir si había algo real entre ellos, empezaba a sonar demasiado tentadora. Sin embargo, aún tenía dudas.

—No sé, Deylani... ¿Y los niños? ¿Qué voy a hacer con ellos? No puedo dejarlos aquí solos.

—¡Yo me encargo de los niños! Mamá y yo estamos aquí, ¿recuerdas? Ellos estarán bien. —Deylani le dio un pequeño empujón en el brazo—. Anda, deja de poner excusas. Sé que quieres ir, y creo que él también quiere verte, aunque no lo diga.

Valery seguía dudando, pero algo en el entusiasmo de su hermana la estaba convenciendo. La posibilidad de ir, de tener una conversación cara a cara con Oliver, empezaba a ganar terreno en su mente.

—¿Y si me rechaza? —preguntó en voz baja, temerosa de decirlo en voz alta.

—Si te rechaza, por lo menos tendrás la certeza de que intentaste —le respondió Deylani con una sonrisa alentadora—. Pero si no vas, te quedarás con esta duda para siempre. ¿Y si realmente le importas y está esperando que hagas algo como esto?

Getaway Car ─ Oliver BearmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora