Capítulo 37

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AZURA

Cuando despierto, lo primero que veo es a Yelena durmiendo a mi lado, su respiración es tranquila, lloró mucho con Sam, detallo su rostro y un nuevo aguijonazo me punza en el estómago.

«La vio, estoy segura de que la vio, Rayan no es idiota, y Yelena...»

—Deja de darle tantas vueltas al asunto.

La voz de Dylan me despierta por completo, me incorporo de la cama mientras trae dos tazas de café, me da una y le sonrío, o al menos eso es lo que intento. Le doy un sorbete y la incomodidad es notable al sentir su mirada sobre mí.

—No le doy vueltas a nada —miento.

—Si lo haces, el padre de Yelena es...

—Sam —lo interrumpo—. Sam Hamilton es su padre.

Dylan niega con la cabeza.

—Y es el más ciego del mundo al no darse cuenta todavía de la realidad, hasta un niño se puede dar cuenta de que Yelena se parece a...

—No quiero hablar del tema —me pongo de pie con la taza en mano—. No voy a dejar que mi pasado vuelva a pisarme como si fuera un sucio tapete, todos tomamos decisiones, ahora no hay marcha atrás.

Dylan se me queda viendo un par de segundos, luego suelta un suspiro exasperante y se encamina hacia la puerta, antes de cruzar el umbral, se gira mirándome por encima del hombro.

—Haz lo que quieras, de igual manera sabes que te voy a apoyar, pero lo cierto es que Yelena va a seguir creciendo, y con cada mes que pasa, se va pareciendo más a su padre —termina y sale.

Un escalofrío recorre mi espina dorsal, el pánico que me produce todos los escenarios posibles hace que me acerque a mi bebé y la abrace cuando sus ojos azules detallan mi rostro.

—Todo va a estar bien —susurro—. Ya verás.

Hago unas cuantas llamadas para avisar que me tomaré esta semana libre, el asunto del tipo llamado Diamond y Rayan en la ciudad, me tienen alterada, doy instrucciones a mi asistente personal para que se haga cargo de algunos pendientes que tengo, termino y baño a Yelena mientras Dylan hace no sé qué cosa en el ordenador. Le doy de comer, la duermo y tomo ese tiempo para darme una ducha, la sensación no se me va, recuerdo la sonrisa de Rayan y trago grueso.

Me visto con una falda, un crop top, unas bucaneras y dejo mi cabello suelto, me pongo lo mínimo de maquillaje y salgo revisando el sueño de mi hija.

—Dy, tengo mucha hambre y...

Las palabras se me quedan atoradas en la garganta al alzar la mirada y ver a Rayan sentado en la sala, trae consigo un sobre blanco en las manos, recobro la compostura lanzándole una mirada amenazante a mi primo. Por dejarlo pasar y peor aún, porque me están arrastrando ambos a un pozo sin fondo.

—Azura, buenos días —Rayan se pone de pie.

—¿Qué haces aquí? —respiro—. Creí haberte dejado las cosas claras ayer.

—Y yo creo que tú y yo debemos hablar de muchas cosas —me tiende el sobre blanco y lo tomo de mala manera—. Pensé que ya no eras una pequeña mentirosa, Azura.

Aprieto los labios, bajo la mirada al sobre que descansa en mis manos y al ver el sello de un laboratorio de genética, mi corazón comienza a latir con fuerza. Abro el jodido sobre que ya ha sido roto, saco la hoja y al leerla todo se me viene encima, olvido cómo respirar y los monstruos parecen aferrarse a mí.

—No —musito y mi voz tiende de un hilo.

—Yelena es mi hija, no de Sam —reafirma y Dylan escupe el cereal que estaba comiendo.

Amor Posesivo © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora