Capítulo 50 | Lucha

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—Boo Boo, ya todo está arreglado —Lo abrazó por detrás y se vieron a través del espejo —. ¿Deseas que haga algo más? —El pequeño negó —¿Quieres saber qué es lo que más me gusta de ti?

—¿Qué estoy hecho a tu medida? —Los dos rieron un poco.

—Que puedes ser cruel en momentos específicos. Sueles tener compasión, pero cuando se trata de lastimar, a ti no te importa quién salga herido, solo lo haces y ya. Nuestra maldad es diferente y por ello siempre ha sido una construcción de lo que ambos somos.

—¿Te gusta mi maldad? ¿Eso es lo que quieres decir?

—Sí. Mi lindo corderito, las personas deberían de temer cuando eres un poco bueno. Siempre hay algo detrás de esa sonrisa y de toda la ayuda que ofreces. Tienes dos caras de la moneda que yo mismo llevo en mi bolsillo delantero para tener más acceso a ella —El pequeño no pudo evitar ladear una sonrisa.

Aaron se agachó un poco a su rostro y llegó a su oreja sin dejar de mirarlo a través del espejo.

—Por suerte, toda esa maldad y todo lo que eres, es mío; tú lo eres también. Cuando hacemos algo juntos, termina convirtiéndose en un caos porque no sabemos ser de otra forma. Pero, ¿Sabes una cosa? Yo siempre limpiaré las calles para que tú puedas caminar por ellas con mayor tranquilidad.

—Dices cosas que me gustan, Bestia.

Giró un poco su rostro sobre su hombro y le miró a los ojos. El alto se acercó con una sonrisa y tomó sus labios con delicadeza. Ángel se fue dando la vuelta para besarlo mejor. Aaron no pudo evitar pegarlo contra el espejo y levantar su pierna izquierda para tocar su trasero. Escuchó un leve gemido que le gustó.

La puerta se abrió de golpe, los dos dejaron de besarse y giraron sus rostros solo para ver a Adriel ahí. Se les quedó viendo un poco.

—Siento interrumpir, padres, pero Tobias quiere hablar con ustedes. Al parecer fue a los territorios del Rott y su gente no tiene el cuerpo. Entonces quiere saber qué hicieron con él porque necesita despedirse.

Ángel soltó un suspiro y salió de la habitación junto con su Bestia. Al bajar a la sala, este estaba caminando de un lado a otro, con sus ojos hinchados y llenos de lágrimas. Se veía que le afectó mucho la muerte del Rott. Tobias se acercó a ellos algo desesperado.

—¿Qué hicieron con el cuerpo?

—Yo lo llevé con su gente.

—Pues ellos no lo tienen, por eso quiero saber qué hicieron. Ellos no tendrían por qué mentirme. Además, señor Aaron, no sé que está pasando, pero noto que están muy tranquilos. ¿Acaso fueron ustedes los que le hicieron algo solo porque los rechazó? —Esa pregunta a pesar de tomarlos por sorpresa, también fue ofensiva. Ángel dio un paso adelante, con el ceño fruncido y una clara molestia.

—¿Quién te crees que eres para prácticamente culparnos por su muerte?

—¿Cree que le tengo miedo? Pues no es así y no voy a quedarme tranquilo hasta que me digan qué hicieron con él. No es justo, el Rott siempre ha sabido sobrevivir, ¿Y de la nada le disparan y su cuerpo desaparece? ¿Cómo por qué? ¿Qué quieren ocultar?

—Controla a tu puto novio, Adriel.

—Bias, por favor, mejor vamos a... —Lo tomó del brazo, pero este se soltó de su agarre con mucha brusquedad. Se acercó al pequeño, mirándolo fijamente a los ojos.

—Yo puedo entender todo, más no el hecho de que le hagan daño al Rott. Él no era fácil de matar, así que ustedes tuvieron que hacerle algo —Ahora sí que lo estaba culpando directamente. Ángel soltó un suspiro, le dio una mirada a su Bestia, y luego, sin previo aviso, abofeteó a Tobias con fuerza, tanta que este terminó en el piso.

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