Capítulo 51 | ¿Qué te hice?

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—Bias, vengo a sacarte de aquí.

—¿Ya te dieron permiso? —Adriel bajó un poco la mirada, pero se empezó a acercar a él.

—Bias, no tienes que castigarme.

—No necesito que me hables. Entonces, ¿Ya me puedo ir a casa? —Solo asintió y abrió la puerta para que él saliera, pero antes de que lo hiciera, la volvió a cerrar, haciendo que el contrario se sobresalte por ello —¿Qué haces?

—Siempre has sabido cómo es mi familia y el cómo soy. Nunca te he mentido al respecto y tampoco he intentado ser alguien diferente del chico que conociste.

—Eso ya no me importa, Adriel.

—Bias, por favor, que yo no hice nada.

—Me quiero ir.

—¿De verdad crees que yo te haría algo así? Nunca lo haría, ni siquiera podría lastimarte. Dices que me parezco a ellos, pero es obvio, he estado siendo entrenado, eso ya tú lo sabías. Nadie te obligó a firmar ese contrato, pudiste no aceptarlo y no hiciste eso. Decidiste colocar tu firma y aceptar las reglas para estar conmigo. Yo también firmé uno con él, fue mi decisión. Quieres arruinar lo que tenemos solo porque estás dolido y no sé me hace justo conmigo, yo jamás he sido malo contigo. Hasta hemos roto las reglas un par de veces, soy yo siguiéndote siempre. Me enamoraste y ahora quieres dejarme.

Tobias se quedó callado, Adriel lo tomó del brazo y este se soltó de su agarre.

—Bias, dime algo.

—No quiero estar con un tipo como tú.

—¿Un tipo como yo? ¿Eso qué significa?

—Abre la puerta, quiero irme a casa.

Estaba tratando de no llorar, pero su Bias estaba haciendo todo lo posible por lastimarlo. Bajó la mirada, sintiendo algo horrible en su pecho, quizás era un dolor punzante que lo estaba retorciendo un poco. Se alejó de él, soltando un suspiro y limpiando la lágrima que resbaló por su mejilla sin ningún permiso.

—¿Por qué me enamoraste si ibas a irte?

—Nunca debí hacerlo, ahora me arrepiento de eso. Faltan unas semanas para que el contrato se acabe, así que seré completamente libre. Además, yo no tengo la culpa de que seas tan ingenuo. ¿Creíste que viviríamos juntos para siempre? —Comenzó a reír con fuerza, casi burlándose de él.

—¿Qué te hice?

—¿Qué me hiciste? ¿En serio lo preguntas? ¡Estás con ellos, colaborando en esta mierda! ¡Mataron al Rott y ni siquiera te das cuenta de que me duele!

—Claro que me doy cuenta, pero nosotros no tuvimos nada que ver —Tobias se acercó a él.

—No te creo, ya no confío en ti y no voy a quedarme a ver cómo sigues quitándome cosas. No voy a perdonar lo que me hiciste.

—Te dije que no hice nada.

—¡Claro que lo hiciste! Los estás protegiendo también y eso es ser un maldito imbécil.

—Ya basta, Bias, deja de decirme esas cosas. No quiero que esto se vuelva más grande, podemos resolverlo. Siempre hemos hablado para hacerlo, solo deja que...

—¡Ya cállate! Escucharte me molesta —Lo empujó y Adriel no hizo nada al respecto, ni siquiera le haría lo mismo o le levantaría la mano —. Te odio —Volvió a empujarlo, lo hizo otra vez y golpeó su pecho un par de veces mientras que sigue diciendo lo mucho que lo odia —. Solo eres un títere más de ellos. Todos ustedes lo son.

—Bias... —Y solo cuando Tobias lo abofeteó con fuerza, este se quedó con su rostro volteado hacia el otro lado. Hizo puño sus manos, tratando de controlarse para no hacer nada de lo que pueda arrepentirse luego. No hubiera pensado que él llegaría a culparlo y a pegarle.

—Me das asco.

Cada pedazo de él se rompió, la verdad es que siempre ha sido abandonado y por ello está acostumbrado a que las personas se vayan de su vida o simplemente le hagan daño. Retrocedió un poco y trató de aguantar lo más que pudo las ganas de llorar. Adriel no volvió a hablar, solo le abrió la puerta y Tobias salió del calabozo lo más rápido que pudo. Y se quedó ahí, en la soledad de ese oscuro lugar que lo acompañaba.

Los sollozos salieron y cada pedacito de él se hizo añicos. Quizás no debió de ilusionarse tanto con él o tal vez menos imaginó que en algún momento este lo dejaría. No hizo nada y terminó siendo castigado de todos modos por un crimen que no cometió. Está bien, su padre le enseñó a no rogar y menos lo hará después de lo que dijo e hizo.

¿No quiere estar con él? ¿Le da asco? No era lo que esperaba escuchar, pero al final las cosas terminan tomando el rumbo necesario. Se encerró en su habitación y siguió llorando, sintiéndose muy roto. No amará a nadie como lo hizo con él. ¿Por qué no podía ser feliz por completo?

Dalton lo escuchó del otro lado y abrió la puerta, viendo a su hijo en un derrumbe emocional deprimente. Se acercó rápido a él y este lo abrazó, escondiendo su rostro en el hueco de su cuello.

—Tobias me dejó, papá y también me pegó.

—Ay, Adri. Todo estará bien.

—No, nada estará bien. ¡Yo lo amo y me hace todo esto! ¡Yo no tengo la culpa de lo que le pasó a él! —Dalton lo abrazó más fuerte mientras que escucha sus sollozos —Siento que no puedo respirar.

—Vale, hijo, cálmate.

—Siempre intento hacer todo bien, pero aún así nunca es suficiente, siempre pasa algo. Siento que no soy lo suficientemente bueno para nadie. Dijo que le doy asco —Dalton se quedó a acompañarlo, no lo dejó solo en ningún momento porque sabe lo mucho que lo necesita justo ahora. Él no paró de llorar y de repetir que no es suficiente.

Después de horas, su hijo se calmó y se terminó quedando dormido. Dalton se puso de pie y lo observó desde la puerta, se sentía mal por ver a su bebé pasando por algo así. Se fue a la cocina, viendo a Rey, el cual le preguntó que qué tenía, puesto que lo vio con un rostro de depresión.

—Se recuperará, mi amor, no te preocupes.

—Lo vi muy mal y me preocupa que haga algo o se lastime. Me duele verlo destrozado —Rey se acercó a él para abrazarlo —. Entiendo que esté destrozado, ¿Pero culpar a todos? ¿Dejar a mi hijo y pegarle? Me parece demasiado e injusto.

—Te entiendo, pero solo puedes apoyarlo en este momento tan difícil. Te prometo que se pondrá bien, ¿Sí? No será ni el primero ni el último chico que rompa su corazón.

—Lo sé, aunque me gustaría protegerlo de todo eso porque un corazón roto es doloroso. Mi bebé no debería de pasar por eso. Estuvo llorando por horas y apenas es que se quedó dormido. Tengo mucho miedo.

No podía evitar no sentirlo. Al otro día, Adriel no salió de su habitación y tampoco bajó para desayunar. Reyli le dijo a Dalton que lo dejara, pero cuando no quiso almorzar ni cenar, ahí sí que la preocupación los acompañó a todos. Ángel habló con el menor, pero este parecía no estar presente, Aaron a pesar de todo intentó estar y hacerle sentir bien y eso no funcionó.

Reyli hizo lo mismo y tampoco funcionó. Adriel no asistía a los entrenamientos y eso ya era algo negativo. No bajaba ni hablaba con nadie. La realidad es que una parte de él esperaba que su Bias volviera, y la otra parte cuando recordaba las cosas que le dijo y la forma en la que le pegó, prefería que no lo hiciera. Se quedó solo, aquellos días de risas y veladas románticas se terminaron y los recuerdos más que ser lindos lo estaban destruyendo.

—Adriel, ¿Por qué no bajas con nosotros? —Dalton lo miró desde la puerta y este se tapó con las sábanas y se giró hacia el lado de la pared para no verlo —Compramos tu comida favorita. Y My Love los energizantes que más te gustan. Por favor, ven con nosotros. Te extrañamos.

—Gracias, pero no quiero nada. Por favor, vete y déjame solo.

Dalton soltó un suspiro, con su corazoncito dolido y cerró la puerta. Su amor por Tobias pareció ser todo lo que necesitaba y ahora no tenerlo, era como no tener nada para él.

Después de muchos días, al final Adriel terminó saliendo al Jardín, cosa que le sorprendió a los chicos, más no dijeron nada al respecto. No comió, pero se tomó un café y hasta entrenó un poquito. Por algo se empieza y parecía que estaba intentando salir adelante y superar lo sucedido. Ya no lo escuchaban llorando y tampoco sonriendo como antes. Su luz ya no estaba, Tobias se la robó y eso fue inevitable.

Bajo Mi Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora