Era una tarde fría de sábado cuando Snape fue a buscar a Sarah. Aunque ya no mantenían la cercanía de antaño, la relación entre ambos seguía siendo algo más que la de un simple profesor y su alumna. A pesar de ello, Sarah no sabía qué esperar de la reunión que se avecinaba, pero el hecho de que fuera con los mortífagos le provocaba un temor creciente. Snape, por otro lado, sabía exactamente lo que iba a suceder y, con cada paso que daban hacia la mansión Malfoy, deseaba no estar ahí para verlo.
Al llegar, Sarah notó que el grupo de mortífagos era más reducido de lo habitual. La atmósfera se sentía densa y cargada de intenciones oscuras. Las miradas de todos se centraron en ella, llenas de una expectativa malsana. La incomodidad que sintió pronto se transformó en miedo cuando, sin previo aviso, Bellatrix Lestrange la atacó con un Cruciatus. El dolor fue inmediato y agudo, atravesando su cuerpo como un millar de cuchillas.
"¿Por qué me están haciendo esto?", pensó Sarah, mientras intentaba comprender la situación. A su alrededor, solo veía miradas despectivas, como si se tratara de una especie de cruel espectáculo. Volteó desesperada hacia Snape, quien apenas podía mantener la compostura al ver cómo sufría. Ella intentó buscar su varita, pero no la encontraba. En medio del tormento, sus ojos se cruzaron con los de Severus y vio lo que no quería admitir: él la tenía.
La rabia comenzó a surgir dentro de Sarah, alimentada por la impotencia de no poder defenderse. Y entonces, como había sucedido en contadas ocasiones, dejó de sentir el dolor. El mundo físico comenzó a desvanecerse, transportándola al único lugar donde aún tenía control: un bosque nevado, creado por ella misma.
—Hola, Wen —dijo Sarah, con una sonrisa burlona. Frente a ella, una criatura mítica emergió de entre los árboles.
—¡Que no soy un Wendigo! —gritó la figura, visiblemente irritada, lo que asustó brevemente a Sarah—. Perdona... tengo sed de sangre. ¿Por qué me llamas así? Y, más importante, ¿por qué estás tan tranquila?
—Porque te necesito. Quiero que mates a todos esos cabrones.
Mientras el wendigo protestaba, Sarah jugaba con la nieve, construyendo un muñeco desproporcionado y grotesco.
—Cambias de humor tan rápido —respondió Wen, observándola con cautela—. ¿Quieres ver lo que está sucediendo?
Sarah asintió, sin perder su concentración en la nieve. De pronto, todo se oscureció. Cuando volvió a tener visión, ya no controlaba su cuerpo; podía ver, pero no moverse.
—Solo te dejo ver. Movimientos son cosa mía.
En ese momento, el caos se desató. Los mortífagos se prepararon para enfrentar la amenaza, pero Snape se mantenía al margen, sin intención de hacerle daño. De pronto, Sarah notó a Michael, alguien cuya presencia había pasado desapercibida hasta ahora. Wen lo atacó con ferocidad, arañando su rostro antes de que los demás intervinieran para detenerlo.
—Mátalo —ordenó Sarah, su voz cargada de furia—. A los demás, déjalos.
—No puedo —respondió Wen, visiblemente frustrado—. Están todos encima. No sé cuánto más puedo aguantar.
—¿Qué ha sido de ti? —gruñó Sarah—. ¿Dónde está el monstruo que aniquiló a medio lago de veelas?
—Eso fue diferente —se defendió Wen—. Eso no era magia. Soy más fuerte en combates cuerpo a cuerpo, y ahora... estamos en desventaja.
El enfrentamiento continuaba. Wen atacaba sin piedad, pero los hechizos de los mortífagos eran certeros y constantes. Cada vez que se lanzaba sobre uno de ellos, otro lo repelía con un nuevo hechizo. Entonces, Snape, intentando evitar lo peor, lanzó un hechizo en dirección a Wen. Aunque no fue un ataque grave, el monstruo se volvió contra él con furia desmedida.
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Our Safe Place | Severus Snape
FanfictionEn un rincón sombrío del castillo de Hogwarts, Severus Snape descubre a una joven con un secreto que la une a él de maneras inexplicables. Con su vida marcada por misterios y sombras, Snape ve en ella un reflejo inquietante de su propio pasado, una...