Día 1: Dirty talk

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—Alumno Velaryon, vaya a mi oficina después de clases

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—Alumno Velaryon, vaya a mi oficina después de clases.

Al escuchar la orden toda la clase guardó silencio, volteando a mirar al jovencito a quien el profesor había llamado, haciendo aquellos ruiditos típicos de burla de cuando alguien se metía en algún problema.

Lucerys también pareció pensar lo mismo, su rostro enrojeciendo y su cuerpo hundiéndose más en su silla, como queriendo desaparecer de allí. Pero el maestro ya no le prestó mayor atención, retomando su clase.

Puesto que ya era viernes, apenas las clases terminaron los estudiantes salieron disparados a disfrutar de su fin de semana lleno de fiestas y visitas a bares, el profesor y Lucerys siendo los últimos en permanecer en el lugar.

—Profesor... lo que quería decirme... —comenzó, arreglando sus ropas en clara señal de nerviosismo.

—Creí haberle dicho en mi oficina. Lo espero allí en diez minutos y más le vale no demorarse —lo interrumpió el mayor, terminando de guardar sus pertenencias y abandonando el salón.

Diez minutos después, Lucerys tocaba la puerta de su oficina, la voz al otro lado indicándole que pasara.

—Cierre la puerta y ponga seguro —ordenó, el moreno mirándolo con duda—. ¿Qué espera? —el menor se apresuró a obedecer, no deseando hacerlo enojar aún más, sentándose cuando así se lo indicaron.

—¿Sucede... sucede algo, profesor...?

—Es sobre su último trabajo —explicó, sacando un folder de su escritorio y colocándolo sobre la mesa.

Lucerys creyó que se lo entregaría, pero en lugar de eso el hombre retrocedió su silla y separó sus piernas, dejando claro lo que quería que su estudiante hiciera.

—¿Profesor?

—¿Qué espera, alumno Velaryon? Agradezca que le estoy dando algo de mi valioso tiempo y no me haga perderlo.

Lucerys quiso más que nada salir corriendo de allí y no parar hasta volver a su departamento, pero el solo pensar en reprobar en ese trabajo que le había costado semanas y que equivalía a más de un tercio de su nota final lo detuvo.

Así, respirando hondo se puso de pie y caminó lentamente al otro lado del escritorio, dándole la espalda a su maestro y enfocándose en leer su ensayo, inclinándose ligeramente para hacerlo.

El momento fue aprovechado por el mayor, quien en un rápido movimiento se puso de pie y se pegó el cuerpo de su estudiante, empujando sus hombros hasta que terminó doblado sobre la mesa.

—Shhh... no grites... no querrás que te encuentren aquí, ¿verdad? No en esta posición —susurró en su oído, lamiendo el lóbulo y sonriendo al sentir el temblor que recorrió su joven cuerpo. Entonces se pegó más, restregando su miembro con fuerza contra sus nalgas.

—Pro... pro... profesor... —tardamudeó Lucerys, poniendo sus manos frente a él, intentando enderezarse. Pero el peso del maestro no se lo permitía y menos los movimientos que hacía detrás de él.

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⏰ Última actualización: Nov 07 ⏰

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