Era una tarde común en el pueblo, pero Sophie sentía una tensión en el aire. A sus 17 años, era la hija del agente de policía, un hombre de principios sólidos que siempre estaba ocupado con su trabajo, pero que no dejaba de ser una figura respetada por todos. Sophie había crecido en una vida tranquila, lejos del caos, hasta que conoció a los Afton. Más específicamente, a Michael.
Desde que Michael la había invitado al restaurante de su padre y de su amigo Henry, Sophie no podía dejar de pensar en lo que implicaba la invitación. Michael siempre había sido un enigma para ella, un chico con una sonrisa torcida y una mirada que parecía esconder más de lo que dejaba ver. A pesar de todo, tenían una extraña relación de amor y odio, y Sophie no sabía qué esperar esa noche.
La llegada al restaurante fue lo primero que la hizo sentir incómoda. El lugar no era como cualquier otro restaurante del vecindario. Estaba un poco alejado, rodeado de sombras y con una fachada que parecía sacada de una película antigua. Cuando Sophie entró, se sintió inmediatamente fuera de lugar. La decoración era extraña, como si el tiempo se hubiera detenido en alguna época pasada. Michael la esperaba junto a la barra.
─ ¿Te vas a quedar ahí mirando como una tonta o vas a venir a saludar? ─ dijo Michael con una sonrisa burlona en su rostro. Sophie, a pesar de su habitual actitud tranquila, no pudo evitar poner los ojos en blanco.
─ No seas tan desagradable, Michael ─ respondió Sophie, caminando hacia él.
Michael levantó una ceja, aparentemente divertido por la reacción de Sophie. Ella siempre lo había encontrado de alguna manera intrigante, pero también irritante. El tipo de chico que te hacía cuestionar todo lo que creías saber, pero que nunca dejaba de atraerte, aunque intentaras alejarte. Como siempre, había algo en él que Sophie no lograba entender, y eso solo la enervaba más.
─ No he hecho nada, solo te estaba esperando ─ dijo Michael, echándose hacia atrás en la silla. ─ Ya sabes, como cualquier persona educada.
Sophie se sentó frente a él, observando el restaurante mientras tomaba su lugar en la mesa. Los dos se conocían desde pequeños, pero la amistad había tenido sus altibajos, y no se podía decir que todo fuera siempre sencillo entre ellos. Había momentos en los que se sentían como viejos amigos, y otros en los que no soportaban estar cerca el uno del otro.
─ ¿Por qué me invitaste? ─ Sophie preguntó, sin rodeos. No le gustaba la idea de que todo pareciera tan… forzado.
Michael la miró con una ligera sonrisa, sus ojos oscuros brillando con una chispa de diversión.
─ Porque no te vendría mal salir de tu zona de confort de vez en cuando. ─ Michael hizo un gesto hacia el restaurante vacío. ─ Además, creí que podría ser interesante.
Sophie no sabía si se refería a ella o al restaurante, pero decidió no hacer más preguntas. La mirada que él le dio le recordó a todas las veces que había sentido esa extraña mezcla de emociones a su alrededor. A veces parecía alguien completamente diferente, alguien que no encajaba en el grupo de amigos, pero con quien no podía dejar de estar cerca.