39. La Decisión Clave

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Casa de Adam y Darío – Amanecer

Adam despertó con el corazón todavía agitado, recordando las palabras de Darío de la noche anterior. Ese "Prefiero la verdad, aunque duela" resonaba en su mente, haciéndole entender la profundidad del amor y la honestidad que Darío le ofrecía. Sintió una calma incierta, pero también una claridad renovada sobre lo que realmente quería para su vida.

Sabiendo que el tiempo de enfrentar a Milton Casco había llegado, Adam se preparó para un día diferente. Observó a Ainhoa dormida en su cama y le dio un beso en la frente, pensando en lo que significaría para ella ver a sus padres reconciliados y felices.

Adam: – Esta vez, no voy a dejarme llevar, Ainhí. Esta vez, me voy a quedar en el lugar correcto.

Con una resolución firme, se preparó para el entrenamiento con la intención de hablar claramente con Milton, cortar cualquier vínculo que pudiera confundirlo y, sobre todo, encontrar paz consigo mismo.

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River Predio – Vestuario (Encuentro con Milton Casco)

Al llegar al vestuario, Adam sintió el pulso acelerado. Milton apareció poco después, saludándolo con su sonrisa fácil y carismática. Había una atracción natural en el aire entre ellos, como un impulso que había sido difícil de reprimir, pero Adam supo en ese instante que no podía seguir así.

Milton C: – Ey, Adam, ¿todo bien?

Adam asintió y lo miró directo a los ojos, buscando en su propio interior la fuerza para cortar ese lazo antes de que se profundizara aún más.

Adam: – Milton, tenemos que hablar. Mirá, sos un buen tipo, y esto que pasó... no sé cómo explicarlo bien, pero sé que no debería haber pasado. Yo quiero estar con Darío, de verdad.

La confesión sorprendió a Milton, quien lo miró en silencio por un momento, procesando cada palabra.

Milton C: – Pero, Adam, la conexión entre nosotros... vos sabés que es real.

Adam cerró los ojos por un instante, sintiendo la tentación de volver a dejarse llevar, pero al recordar los ojos de Darío y el rostro dulce de Ainhoa, supo que esa conexión, por intensa que fuera, no se comparaba con lo que realmente le importaba.

Adam: – Lo es, pero hay cosas más importantes para mí, y yo necesito enfocarme en eso. Te aprecio, Milton, pero no podemos seguir por este camino.

Milton bajó la cabeza, entendiendo la gravedad en las palabras de Adam. Aunque su propio ego dolía, sintió respeto por la decisión de su amigo.

Milton: – Entiendo, Adam. No te preocupes, yo... voy a respetarlo.

El silencio que siguió fue casi liberador para Adam. Sintió como si una gran carga se hubiera desvanecido. El vestuario, que antes parecía encerrar su confusión, ahora era testigo de su resolución.

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Camino a Casa

Mientras volvía a su casa, Adam observaba el cielo nublado a través de la ventanilla del auto, sintiendo una mezcla de alivio y arrepentimiento, pero también una firmeza renovada. Sabía que el camino que había elegido sería el que le permitiría construir una vida estable con Darío y Ainhoa.

Adam: "Esta es mi familia. Esto es lo que quiero."

Entrada a Casa

Adam estacionó el auto frente a su casa y se quedó unos momentos en silencio, observando el lugar donde había compartido tantos momentos con Darío y su hija Ainhoa. Respiró profundamente y bajó, cada paso acercándolo más a la resolución que había tomado. Sabía que estaba eligiendo lo correcto y que ahora el desafío sería mantenerlo firme.

Al abrir la puerta, el silencio de la casa le pareció extrañamente acogedor. Ainhoa corrió a recibirlo, como siempre, pero esta vez él la alzó con más ternura, casi en un abrazo de agradecimiento. Su hija, con la percepción tan aguda que tenían los niños, lo miró con curiosidad, como si notara algún cambio en él.

Ainhoa: – Papi Adam, ¿ya vas a dejar de estar triste?

La pregunta lo desarmó. Era tan pequeña y ya podía ver a través de su fachada. Con un nudo en la garganta, Adam sonrió y le acarició el cabello.

Adam: – Sí, mi amor. Ya no más tristezas, te lo prometo.

Darío apareció en la sala, quedándose de pie en el marco de la puerta. Su expresión era cautelosa, como si aún no pudiera confiar en lo que iba a pasar. Los dos se miraron por unos segundos que parecieron eternos, cada uno evaluando al otro, pero también sintiendo el peso de las decisiones.

Adam: – Darío… quiero que sepas que elegí estar acá. Con vos y con Ainhoa. Ya hablé con Milton, y no va a haber nada más.

Darío lo observó, intentando leer la sinceridad en su mirada, con una mezcla de dolor y esperanza en sus ojos.

Darío: – ¿Estás seguro, Adam? No quiero que te quedes si no lo sentís. Prefiero mil veces verte feliz, aunque sea sin mí.

Adam negó con la cabeza, caminando hacia él y dejando a Ainhoa en el suelo. La pequeña se quedó cerca, observando a sus padres con curiosidad, entendiendo que era un momento especial.

Adam: – Estoy seguro. Todo esto… me hizo darme cuenta de que mi hogar está acá. Con vos.

Darío respiró profundo, sus labios temblando un poco antes de asentir. En silencio, ambos parecían aceptar ese nuevo comienzo.

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Noche en Familia

Más tarde, después de cenar, Adam y Darío se sentaron en el sillón mientras Ainhoa jugaba con sus juguetes cerca de ellos. El ambiente era tranquilo, y por primera vez en mucho tiempo, Adam sintió paz. Tomó la mano de Darío, quien le devolvió el gesto, ambos entendiendo que las heridas podían sanar si estaban juntos.

Darío: – Vamos a estar bien, ¿sabés?

Adam asintió, apretando su mano con fuerza. Sabía que habría desafíos, pero en ese momento, nada más importaba.

Me dediqué a perderte (Benedetto x Bareiro) (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora