La música retumbaba en cada rincón del salón de eventos, llenando el aire con un ritmo contagioso y envolvente. Las luces tenues coloreaban el espacio en tonos cálidos y suaves, creando una atmósfera de relajación que envolvía a todos en una mezcla de camaradería y desinhibición. Las risas se elevaban sobre las notas musicales, y las conversaciones, antes cargadas de formalidad, ahora fluían libres y despreocupadas. Era una noche destinada a olvidar las tensiones del trabajo, una ocasión para dejar atrás las fachadas serias y rígidas que cada uno portaba en el día a día.
Al margen de todo esto, Rainbow Dash permanecía junto a la barra, con una copa de vino en la mano y una expresión extrañamente relajada. Ella, quien siempre se había mostrado inquebrantable y profesional, había decidido permitirse bajar la guardia. Su postura era un poco más laxa, y en su rostro había una sonrisa que rara vez se veía durante las horas laborales. Sus ojos recorrían el salón, observando cómo sus compañeros reían, bailaban y se dejaban llevar por el ambiente. Una ligera sensación de orgullo la embargaba al ver a su equipo disfrutando; ellos también se merecían una noche de esparcimiento. Pero esta vez, ella también se lo permitía.
"Solo por una noche", se repetía en silencio, tratando de convencerse de que no estaba haciendo nada mal. Su trabajo siempre había sido exigente, y la responsabilidad de liderar a todo un equipo no era algo que se tomara a la ligera. Pero esa noche, la presión y el peso de sus obligaciones quedaban atrás, aunque fuera solo temporalmente. No había informes, no había juntas interminables, solo una velada para disfrutar y ser simplemente Rainbow.
A lo lejos, una risa contagiosa rompió sus pensamientos. Applejack, con su típica energía y una despreocupación poco usual en ella, charlaba animadamente con algunos compañeros, su acento marcado y su voz risueña se alzaban por sobre el ruido. Las mejillas de Applejack estaban sonrojadas, y su sonrisa era un reflejo de la liberación que también sentía. Era evidente que había bebido un poco más de lo usual, pero a ella no parecía importarle, aquella noche era su oportunidad de desconectar, y no pensaba desaprovecharla.
De repente, Applejack se giró y, al ver a Rainbow observándola, alzó su copa y le gritó, con una risa sincera y traviesa.
- ¡Vamos, Rainbow, únete a la diversión!
Rainbow sonrió, alzando su copa en respuesta. Se sentía extrañamente conmovida por la chispa de alegría en los ojos de Applejack, algo que normalmente no se permitía ver en el ambiente laboral. Aquella noche, sin embargo, todo parecía fluir de forma natural, y las barreras que normalmente existían entre jefe y empleados se desvanecían. Sin pensarlo demasiado, Rainbow se dejó llevar por el impulso y caminó hacia Applejack.
Una hora después.
El tiempo parecía desdibujarse mientras ambas conversaban en un rincón apartado del salón. Las risas surgían con facilidad, y cada comentario, cada anécdota compartida, las hacía sentirse un poco más cercanas. Las palabras se tornaron confidencias, los silencios eran cómplices, y las miradas entre ambas se alargaban, cargadas de una intensidad que ninguna había previsto. En medio de aquella atmósfera, las emociones fluían sin restricciones, y todo parecía embriagadoramente natural.
Applejack, con voz arrastrada y una sonrisa juguetona, siguió.
- Eres una gran líder, Dash.- Dijo, con un toque de sinceridad que contrastaba con su habitual naturaleza. Pero nunca te había visto tan... relajada. - Añadió, en un tono que rozaba la admiración, con su tipico acento.
Rainbow rió suavemente, bajando la mirada con una modestia que Applejack no le conocía.
- Bueno, no todo el tiempo puedo ser la jefa estricta veinte por ciento menos genial, ¿verdad? - Respondió, devolviendo la sonrisa.
Applejack asintió, y por un instante, ambas se miraron, conscientes de la vulnerabilidad que se habían permitido mostrar esa noche. Había algo latente en el aire, una atracción apenas perceptible pero innegable, que crecía con cada minuto que pasaban juntas. Era una tensión silenciosa, un impulso extraño que ninguna de las dos se atrevía a verbalizar, pero que parecía arrastrarlas sin remedio hacia algo más profundo.
Sin pensar demasiado, sin analizar ni cuestionar, Rainbow se dejó llevar, permitiendo que la conexión entre ambas tomara el control. De pronto, en un movimiento tan natural como sorprendente, los labios de Applejack se encontraron con los suyos. El beso fue suave, pero cargado de una intensidad que ambas sintieron profundamente. En aquel instante, el mundo exterior dejó de existir; no había ruido, no había responsabilidades ni títulos. Solo estaban ellas, compartiendo un momento de autenticidad absoluta.
La noche se convirtió en un torbellino de emociones y sensaciones. Los límites entre realidad y deseo se difuminaron, y ambas se perdieron en aquella conexión inesperada. Las horas pasaron en un susurro, entre miradas profundas y caricias tímidas que exploraban un terreno desconocido, pero innegablemente deseado. Era una experiencia íntima y emotiva, una que ambas sabían que recordaría, por más que intentaran volver a la normalidad en sus vidas cotidianas.
...
Al primer rayo de sol, la calma de la habitación fue rota por un suspiro suave. Applejack abrió los ojos lentamente, luchando por deshacerse de la niebla en su mente. Su cuerpo aún estaba pesado, y un torbellino de imágenes de la noche anterior pasaba confusamente por su cabeza. Poco a poco, la realidad comenzó a tomar forma, y cuando giró la cabeza, sus ojos se encontraron con Rainbow, envuelta entre sabanas, dormida a su lado, su expresión tranquila y despreocupada, la rubia se percató de la desnudez de ambas.
La sorpresa fue inmediata, seguida por una mezcla de incredulidad y ansiedad que comenzó a crecer en su pecho.
- ¿Qué... qué manzanos pasó anoche?- Su mente se llenó de preguntas, y un súbito temor la invadió. Recordaba fragmentos de la noche, pero el peso de la situación, la gravedad de lo que había ocurrido, recién comenzaba a asimilarse en su mente. Intentó respirar profundo, intentando calmarse, pero la sensación de pánico solo aumentaba.
Con el corazón latiendo frenéticamente, Applejack se deslizó fuera de la cama, tratando de no hacer ruido. Buscó su ropa esparcida por la habitación, vistiéndose apresuradamente. Cada movimiento se sentía torpe y desesperado, como si estuviera escapando de una escena del crimen. Que por favor, la peliarcoíris no abriera sus ojos justo ahora, no podía permitirse pensar en lo que significaba haber cruzado aquella línea, no en ese momento. La única opción que veía clara era salir de ahí antes de que Rainbow despertara y todo se volviera aún más complicado.
En su apuro, la rubia tomó su bolso y se dirigió hacia la puerta, pero, sin darse cuenta, un papel se deslizó desde su cartera y cayó al suelo, escapando de su vista.
El currículum de Fluttershy.
El documento de una amiga que llevaba, para recomendarla en su equipo, quedó allí, olvidado en medio de su huida. Applejack cruzó la puerta sin mirar atrás, dejando tras de sí no solo el desorden de la noche, sino una pieza clave que, aunque aún no lo sabía, desencadenaría una serie de eventos que complicarían su vida y la de Rainbow de maneras que ninguna podía prever.
Mientras Applejack se alejaba apresuradamente, el peso de sus emociones comenzaba a apoderarse de ella. La confusión, la vergüenza y una pizca de arrepentimiento se mezclaban en su pecho, creando un nudo imposible de desatar. Las imágenes de la noche anterior reaparecían, cada sonrisa, cada mirada, cada palabra dicha en aquel rincón apartado del salón. No podía negar la conexión que había sentido con la de ojos magenta, pero tampoco podía ignorar el hecho, de que se había involucrado con su jefa laboral.
~ 1270 palabras. ツ
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La Celebración De La Empresa
RomanceCuando una fiesta laboral termina en una noche de confusión, Applejack descubre que ha pasado un momento muy comprometedor en la cama de Rainbow Dash, su jefa. Intentando escapar de problemas, deja atrás en medio de su apuro, el currículum de Flutte...