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El sol se asoma a través de la ventana, iluminando la habitación con un brillo dorado. Sábado. Finalmente ha llegado el día del partido. Me levanto con un torbellino de emociones, una mezcla de nervios y emoción que me llena de energía. Hoy es el día en que nuestro equipo femenino se enfrenta a las chicas de otra ciudad, y la adrenalina ya comienza a bombear en mis venas.

Mientras me visto con el uniforme del equipo, no puedo evitar recordar todos los entrenamientos y el esfuerzo que hemos puesto para llegar hasta aquí. Papá, mi entrenador, ha estado trabajando con nosotras incansablemente. Su motivación y consejos resuenan en mi mente. "Confía en ti misma, Vicky. Cada punto cuenta y cada jugada importa."

Bajo a la cocina y desayuno rápido. El aroma del café me recibe. Veo a mi papá revisando algunas estadísticas en su portátil, y le lanzo una sonrisa.

     —¡Listo para la gran batalla, entrenador! —bromeo, sintiéndome un poco más confiada.

     —Siempre —responde él, sonriendo mientras cierra el ordenador—. Vamos a dar lo mejor de nosotros.

Después de unos minutos, me uno a las chicas en el estacionamiento. Grace está allí, ajustándose la cinta del pelo, Emma repasa las jugadas en su mente, y Mia y Kayla discuten sobre las últimas estrategias. El ambiente es eléctrico.

     —¿Estás lista, Vicky? —pregunta Grace, dándome una palmada en la espalda—. Hoy vamos a arrasar.

     —¡Sí! —respondo, tratando de esconder mis nervios detrás de una sonrisa—. Solo quiero que todo salga bien.

Mientras nos dirigimos a los vestuarios, el bullicio de los estudiantes animando me da fuerzas. Al entrar, el lugar está abarrotado. Los chicos están en las gradas, ondeando pancartas y gritando palabras de aliento. Logan, Carson y Tyler son un espectáculo en sí mismos, vistiendo camisetas de nuestro equipo y pintando sus caras.

     —¡Vamos, chicas! —grita Tyler, levantando el puño en el aire—. ¡Hoy es nuestro día!

Las palabras de aliento resuenan en el aire, y siento que la energía crece en el gimnasio. Papá se acerca al equipo, sus ojos brillan con determinación.

     —Escuchen, esto no es solo un partido. Es nuestra oportunidad de mostrar lo que hemos trabajado. Jueguen con el corazón y apoyen a sus compañeras. Recuerden, cada jugada cuenta.

Nos dirigimos a la cancha y el ambiente se vuelve aún más intenso. Las jugadoras del equipo contrario se alinean frente a nosotras, sus miradas desafiantes. Pero en lugar de intimidarme, me siento más fuerte. Estoy lista para enfrentar este desafío.

El pitido del árbitro marca el inicio del partido. Las jugadas fluyen y, desde el principio, siento la intensidad en el aire. El balón se mueve de mano en mano, y la química entre nosotras es palpable.

     —¡Corta a la canasta, Vicky! —grita Emma, señalando el espacio en la defensa rival.

Hago un desmarque rápido hacia el aro, recibiendo un pase limpio de Mia. Con un regate rápido, esquivo a la defensora y me posiciono para un tiro. La presión se siente en mi pecho, pero respiro hondo y lanzo. El balón vuela y entra en el aro: ¡primer punto en el marcador!

El público estalla en vítores y siento la energía del equipo. La primera defensa es clave, así que rápidamente ajusto mi posición en la cancha, manteniendo a la oponente frente a mí. El equipo contrario intenta responder con un ataque rápido, pero estoy lista para presionar.

     —¡Defensa en zona! —grita Papá desde la línea de banda. La estrategia es clara: debemos cerrarnos y proteger el aro.

La defensa se ajusta, y logro interceptar un pase que me hace sentir como si estuviera en el momento adecuado. Corro hacia la canasta, driblando el balón con confianza. El sonido de las zapatillas sobre el parquet es música para mis oídos.

Gracias al baloncestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora