Expediente 1958, Jaque a La Reina

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24 de Junio 2006, Palma de Mallorca:

Marta se dirigía al altar montado en aquella playa paradisiaca del brazo de su hijo Valentín, era uno de los días más importantes de su vida, por fin después de tantas piedras en el camino y de alguna que otra ruptura, iba a contraer matrimonio con la mujer de su vida, la mujer que le robó el corazón con apenas 16 años, pero hasta que no pasaron unos cuantos años no le confesó todo lo que sentía, unas palabras que tenía grabadas a fuego y serían parte de sus votos matrimoniales.

La noche anterior no podía dormir, no tenía a su mujer al lado, con lo cual conciliar el sueño sin rozar su piel, sin abrazarla, sin besarla, le resultaba una tarea bastante compleja, era la primera noche que se separaban después de 8 años de relación y durmiendo noche tras noche juntas, aunque realmente se conocían desde 1985, cuando Fina tenía apenas 15 años y ella 11, pero hubo un momento que marcó un antes y después en su relación.

13 años antes:

Eran las 21:30 de la noche de aquel 17 de diciembre de 1993, cuando Serafina Valero estaba todavía en su despacho contando la recaudación del día.

Fina era una mujer de 23 años licenciada en derecho un año antes, pero lo dejó para entrar en la academia de policía y seguir los pasos de sus padres, su padre Isidro era el Comisario de una de la comisaría centro de Madrid, y su madre, Adela era oficial de policía, y regentaban un edificio en pleno centro de la capital española, las 3 últimas plantas del edificio era el buffet de abogados de su hermano Joaquín y su mujer Carmen,  y dependiendo del caso estaban en una u otra planta, mientras que el resto del edificio eran viviendas de lujo que alquilaba la familia.

Fina estaba en un pequeño despacho propio para cuadrar las cuentas de los alquileres, pero ese día algo no cuadraba y tuvo que pedir ayuda a Isabel, la secretaria de su hermano, pero tras un rato en que ni por H ni por B cuadraban Fina le pidió a Isabel que se fuera.

-Isabel- Dijo Fina con una voz ya cansada- vete a casa, es tardísimo y seguro que Agustín se estará preguntando dónde estás.

-No te preocupes Fina, lo terminamos juntas.

-Hazme caso, va, que soy la hermana de tu jefe. 

-¿Seguro? No quiero que te quedes sola.

-Si- le dijo Fina sonriendo- Además, creo que ya me bailan los números, ahora llamo a un taxi y me voy a casa, cuando recoja este desastre.-

-Gracias, Fina. No te vayas muy tarde, por favor, que nos conocemos.

Isabel y Fina se despidieron.

Mientras Fina estaba terminando, escuchó que llamaban a la puerta y pensó que Isabel se había dejado las llaves, con paso firme y elegante fue a abrir y no pudo evitar soltar una carcajada.

-¡Qué cabeza tienes!- Dijo mientras abría-

De repente notó un empujón y oyó como cerraban la puerta con el pestillo. Habían entrado dos encapuchados a atracarla.

-¡Menos risitas y suelta la pasta si no quieres que te pegue un tiro!- Le soltó una voz femenina que le provocó una corriente de pies a cabeza mientras le apuntaba con la pistola.

-No sé de que me hablas, aquí no hay nada- Tartamudeó Fina-

-¿Te crees que soy gilipollas? Por el bien de las dos, o me das el dinero o no vuelves a ver la luz del sol.- Comentó mientras obligaba a Fina a ponerse de pie.-

-¡Venga!- Esa voz era masculina, y muy grave. Era una voz más adulta que la de su acompañante.

Fue entonces cuando sus miradas se cruzaron, a Fina le temblaron las piernas y se perdió en ese océano lleno de miedo que le estaba apuntando.