53. Nuevos Vientos de Cambio

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La Rutina de la Felicidad

Los días, que luego se convirtieron en semanas, seguían pasando, y la relación de Adam Bareiro y Darío Benedetto se fortalecía cada vez más, como si nunca se hubieran separado. El amor entre ellos era más que evidente, y su hijita Ainhoa celebraba todos los días el amor de sus padres con una sonrisa que iluminaba la casa. Estaban de vuelta, más unidos que nunca.

Darío, revitalizado y lleno de energía, disfrutaba nuevamente de los entrenamientos en Boca. La buena onda con sus compañeros se notaba, y las bromas con Marcos Rojo y Milton Giménez eran el pan de cada día. En el vestuario, los tres intercambiaban risas y chistes mientras se preparaban para la próxima jornada de fútbol.

Marcos:- Che, Darío, ¿sabés qué? Yo pensaba que los alfas eran más serios, pero vos... ¡sos el más jodón de todos!

Milton:- Sí, ¡se cree el más piola! Te juro que me hace reír todo el tiempo

Darío, con su típica sonrisa burlona, les respondía con humor: - Bueno, ¿quién dijo que los alfas no pueden ser divertidos?

A su vez, Darío pasaba largas horas conversando con Victoria Galeppi, la psicóloga del club, a quien había empezado a confiar sus más profundos sentimientos. La relación con Adam y Ainhoa había cambiado su perspectiva sobre la vida y el fútbol.

Victoria Galeppi:- Parece que todo te está saliendo bien, Darío. Es impresionante cómo has crecido como persona en estos últimos meses.

Darío:- Lo que pasa es que, después de tanto tiempo, entendí lo que de verdad importa: mi familia. Adam y Ainhoa son mi razón de ser. Este es el primer momento en años que me siento fuerte, feliz y en paz.

Victoria:- Es emocionante escuchar eso. ¿Te has planteado algo más a largo plazo, como... una nueva etapa en tu relación con Adam?

Darío pensó por un momento, antes de responder con una sonrisa que demostraba cuán seguro estaba de lo que quería. 

Darío:- Sí, en realidad... me gustaría volver a pedirle la mano. Sé que la vida no es perfecta, pero con Adam a mi lado, todo tiene sentido. Quiero que ella, Ainhoa, crezca en una familia completa, sin faltarle nada.

La conversación continuó por un buen rato, con Darío compartiendo su visión del futuro. Victoria lo escuchaba atentamente, y no podía evitar sentir orgullo por el progreso de su paciente.

Victoria, sonriendo, lo alentó: -Creo que eso sería un paso maravilloso, Darío. Te noto seguro y feliz, algo que hace tiempo no veías tan claro.

Las palabras de Victoria resonaron en él. Sabía que no podía seguir postergando sus deseos de construir una vida juntos con Adam y Ainhoa.

El Encuentro Familiar

En casa, la vida seguía con su ritmo tranquilo. Ainhoa crecía rápidamente, y cada día compartía momentos mágicos con sus padres. Adam y Darío estaban profundamente comprometidos con ella, y cada gesto, desde los abrazos hasta las miradas cómplices, demostraba el amor que los unía. Ese día, Ainhoa había preparado su típico "juego de restaurante", donde los peluches eran los comensales y la familia actuaba como los camareros.

Adam, tomando uno de los peluches con una exagerada sonrisa, hizo una voz muy seria: 

Adam: - Este plato está riquísimo, ¿eh? ¿Qué tenemos para el postre, chef?

Ainhoa, con su carita seria, le respondió como si fuera la gran chef del día: -Tenemos helado de chocolate, pero si no te portás bien, no hay para vos.

Darío miraba a su familia desde la puerta, sonriendo con ternura, aunque algo en su interior lo hacía sentir inquieto. El partido de Boca contra River aún lo rondaba en la cabeza. Sabía que ese mal resultado había afectado su ánimo, pero ver la sonrisa de Ainhoa y la dulzura de Adam lo reconfortaba.

Una Noche de Decisiones

La noche llegó, y la casa estaba tranquila. Ainhoa se quedó dormida rápidamente, agotada de tanto jugar, y Adam se preparó para acostarse. Darío, sin embargo, estaba dando vueltas en la cama, como si algo lo inquietara.

Adam se acostó junto a él y, tras un largo silencio, rompió la tensión.

Adam:- Che, ¿te pasa algo? Estás raro hoy.

Darío, mirando al techo, suspiró.

Darío:- Es que... no sé, siento que todo esto lo estoy viviendo tan rápido, ¿viste? La relación, la familia... y me siento tan feliz, pero también con miedo de perderlo.

Adam, tomándole la mano, le acarició suavemente los dedos.

Adam:- No vas a perderme, Darío. Yo te elegí a vos, y te voy a elegir siempre. Y si algún día... me decís que querés dar un paso más, yo estoy listo.

Darío se giró hacia él, mirándolo con una mezcla de amor y gratitud.

Darío:- ¿Posta estás listo? Porque no quiero que me dejes solo.

Adam, acercándose, le dio un beso en la frente.

Adam:- Nunca te voy a dejar solo. Te amo, Darío.

Y así, en medio de la calma de esa noche, Adam y Darío comprendieron que su amor no solo había sobrevivido a los altibajos del fútbol, sino que se había fortalecido con cada desafío. Los días difíciles ya quedaban atrás, y todo lo que les esperaba era lo que ellos decidieran construir juntos.

Me dediqué a perderte (Benedetto x Bareiro) (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora