57. El Peso del Cambio

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La Confusión de Darío

El viento soplaba fuerte aquella tarde. Darío Benedetto se encontraba frente al espejo en el vestuario de Boca, un poco más tarde de lo habitual. Sus pensamientos giraban con fuerza, como el clima de la ciudad, turbulentos y pesados. Pensaba en Diego Martínez, en su renuncia, en lo que significaba para el club y para él personalmente. Su figura, que había sido su ancla emocional, ya no estaba. ¿Qué significaba eso para su futuro?

El ruido del vestuario lo desconectó momentáneamente. Las voces de los compañeros, las risas nerviosas, la preocupación que flotaba en el aire. El sonido de las pelotas rebotando, los botines chocando contra el suelo, las charlas técnicas que se alzaban entre las paredes del vestuario. Pero nada de eso podía calmar la ansiedad que sentía en su pecho.

Fernando Gago, el nuevo director técnico, estaba reunido con su cuerpo técnico. Aunque había una buena relación inicial, Darío no podía evitar la sensación de incertidumbre. ¿Qué pasaría ahora con él? El peso del cambio en la dirección técnica le caía como una losa.

De repente, el sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Era Adam. Sonrió al ver su nombre, la certeza de su amor lo llenaba de calidez. Le había enviado un mensaje de texto.

Adam"Te estuve mirando hoy, me tenés preocupado... no dejes que esto te afecte tanto. Vos sos fuerte, siempre lo fuiste. Y yo te amo."

El mensaje de Adam le dio un respiro. Pero aún así, el vacío que sentía al pensar en el futuro en Boca lo hacía dudar. Se había acostumbrado a la idea de tener a Diego como su guía, su apoyo. Ahora todo cambiaba.

La Larga Conversación con Adam

Esa noche, Darío volvió a casa. Ainhoa ya dormía, como siempre, envuelta en su pequeño mundo lleno de sonrisas y colores. Adam lo esperaba, con esa mirada profunda que tanto amaba.

Sentados juntos en el sofá, Adam lo miraba con ternura. Darío soltó una risa amarga.

Darío: - No sé qué voy a hacer, Adam. Cada vez que pienso en todo esto, siento que el fútbol ya no es lo que era para mí.

Adam: - Sé que la situación es difícil, mi amor. Pero... ¿no lo ves? Ahora todo depende de vos. No es solo el equipo, ni el club. Es lo que vos decidas.

El tono de Adam era suave, pero seguro. Darío lo miró con una mezcla de gratitud y vulnerabilidad. Necesitaba más que un abrazo, necesitaba sentir que podía confiar en sí mismo, que su vida fuera del fútbol también tenía sentido.

Darío: - No quiero perderme en todo esto. Pero me siento... perdido.

Adam: - Si alguna vez sentiste que el camino era incierto, yo estoy acá para recorrerlo con vos. No importa qué pase en Boca, yo voy a estar a tu lado, y sé que también voy a estar a tu lado fuera de la cancha.

En ese momento, Darío se abrazó a él con fuerza, buscando el consuelo que solo su pareja le podía dar. El aroma a caramelo de Adam, cálido y dulce, lo envolvía como un refugio. Era lo que necesitaba, lo que siempre había necesitado.

La Reunión con Gago

Al día siguiente, Darío se enfrentó a la nueva realidad del vestuario. Fernando Gago había asumido como entrenador, y ya había organizado su primera charla técnica.

El ambiente era tenso, pero también había cierto aire de renovación. Gago estaba decidido a tomar las riendas del equipo y a trabajar con todos los jugadores, pero Darío no podía evitar sentirse algo distante. Sabía que Gago era joven, que venía con buenas intenciones, pero el peso del cambio seguía golpeando su pecho.

Gago: - Muchachos, estamos todos en el mismo barco. El fútbol cambia constantemente, pero lo que no cambia es el compromiso. Necesitamos estar unidos y entender lo que nos estamos jugando. Yo sé que muchos de ustedes han pasado por tiempos difíciles, pero este es el momento de dar todo.

El nuevo entrenador hablaba con seguridad, pero Darío no podía quitarse esa sensación de estar fuera de lugar. Cada palabra de Gago le sonaba distante. Algo en él, algo profundo, sentía que la conexión que había tenido con Diego era única, y la idea de empezar de nuevo, sin ese respaldo emocional, lo aterraba.

El Giro Inesperado: El Llamado de Riquelme

A mitad de semana, cuando ya había comenzado a ajustarse al nuevo enfoque táctico de Gago, recibió una llamada inesperada. Era Juan Román Riquelme, el vicepresidente de Boca. La conversación fue breve, pero directa.

Riquelme: - Darío, te llamo porque quiero hablar de tu futuro en el club. No es un tema fácil, pero quiero que sepas que Boca necesita jugadores como vos. Vas a seguir siendo una pieza clave, no te preocupes por lo que pasó con el entrenador. Esto es parte de un proceso, y tu compromiso sigue siendo fundamental.

Esas palabras calaron hondo en Darío. No solo porque venían de Riquelme, sino porque le daban una luz en medio de la tormenta. Pero también le dejaban claro que, aunque el fútbol estaba cambiando, su papel en Boca seguía siendo importante.

Reflexiones Nocturnas

Esa noche, después de la charla con Riquelme, Darío se sentó junto a Adam en el balcón de la casa, mirando las luces de la ciudad.

Darío: - ¿Sabés qué? El fútbol sigue dándome sorpresas. Pero al final del día, es el amor lo que me sostiene.

Adam: - Y yo siempre voy a estar ahí, Daro. No importa qué pase, siempre voy a estar.

Un abrazo largo y profundo selló la conversación. El viento suave que cruzaba la ciudad parecía ser la respuesta a todas las preguntas que se había estado haciendo. La incertidumbre seguía, pero también el amor, y eso, pensaba Darío, era lo único que realmente importaba.

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⏰ Última actualización: Nov 07 ⏰

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Me dediqué a perderte (Benedetto x Bareiro) (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora