Las Casas de Curación se encontraban,soprendentemente,casi en lo más alto de Minas Tirith. Mientras los tres compañeros subían por sus zigzagueantes calles,el enano iba pensando en que quienquiera que fuese con cualquier enfermedad, moriría sin remedio mucho antes de ver a un sanador.
_No necesito curas_dijo Gimli ceñudo al torcer un recodo_, estoy perfectamente.
Legolas lo miró de reojo. Lo había visto usar el hacha con la izquierda, cuando él era diestro. Además trataba de esconder bajo la barba un roto en el cuero que le protegía el pecho y juraría que lo había visto manchado en sangre...qué testarudos son los enanos.
_El príncipe Imrahil ha traído con su ejército a varios curanderos, ya has oído a los elfos_le recordó Legolas_, estarás como nuevo en muy poco tiempo.
_Curanderos..._protestó Gimli frunciendo el ceño_sólo sirven para proporcionar más dolor, con sus modales bruscos, su antipatía y sus...agujas, ¡brrr! ¡No me convenceréis para caer en sus garras!
Arriba, en las Casas de Curación, el gentío llenaba todo aquel nivel de Minas Tirith. Los soldados heridos se repartían tumbados sobre mantas por cada rincón del verde jardín exterior, lugar de reposo perteneciente a aquel hospital, donde los convalecientes encontraban entre su fresco aire y su cuidada vegetación un lugar de reposo y recuperación de sus males. Curanderos, sanadores y ayudantes corrían de un lado a otro, por el terreno sembrado de césped y salpicado de árboles abarrotado de heridos, portando útiles de medicina, tales como hierbas curativas, instrumental médico, vendas, lienzos limpios y otros manchados en sangre.
Gimli siguió con la vista a una de aquellas mujeres mayores con delantal y de constitución fuerte que caminaba a grandes zancadas por la hierba. Se acercó a uno de los soldados tumbados en el jardín y le sacó el peto de la armadura sin miramientos. Éste gritó de dolor y aquella curandera le aplicó alguna clase de mejunje en una herida abierta en el abdomen, a lo que el hombre se retorció mientras ella le ordenaba con voz autoritaria que se quedase quieto. Seguidamente la vió enhebrar una enorme aguja curva y el enano tuvo que apartar la vista.
_¿A dónde se supone que vas?_lo agarró Legolas de un brazo justo cuando Gimli daba media vuelta para perderse entre la muchedumbre y escapar sin que lo vieran.
_¡A buscar a la joven elfa!_contestó el enano tirando del elfo_Ella es más dulce que esa...mole de mujer.¡Quiero morir en la batalla, no entre sus manos!
_Tendremos que aguantar un poco, señor enano_dijo Haldir tratando de introducirse entre la gente para acceder al interior_, trataremos de encontrar a alguien más delicado para ti, no te preocupes. No creo que Aelin esté en condiciones de ayudar a nadie.
El enano, a regañadientes y obligado por Legolas, fué arrastrado hacia los arcos que conformaban la entrada a las Casas. Allí dentro, los lamentos de dolor eran más evidentes. Algunos hombres se inclinaban sobre los camastros abarrotados cerrando heridas con puntos de sutura, y tres o cuatro mujeres fuertes, algo más allá, sujetaban a un soldado grande que sufría una dislocación de rodilla para ajustarle los huesos y, de pronto, con un "crack", el hombre emitió un grito que hizo encogerse al enano como si lo hubiese sufrido él.
Ahora, entre Haldir y Legolas, Gimli tuvo que ser seriamente obligado a continuar andando para encontrar un hueco donde instalarse en aquel barullo.
_¿¿Queréis soltarme??_gritó el enano asustado_¡Os repito que no tengo nada grave!
_Buscaremos a mis soldados heridos_dijo Haldir tirando de uno de los brazos del aterrado Gimli_, nos quedaremos junto a ellos y me aseguraré de que te tratan con delicadeza.
_¡Ni hablar!_siguió protestando mientras se resistía_¡Entre los dos sois capaces de enterrarme vivo!
¡Soltadme de una vez! ¡No necesito a un monstruo que me...!
Una voz cantarina y juvenil sonó a las espaldas de los tres compañeros.
_¡Oh, vaya, más elfos!_dijo aquella voz femenina_Pensaba que ya habíais llegado todos.
Los susudichos se volvieron enseguida para conocer a quien se dirigía a ellos.
Se trataba de una hermosa y alta muchacha de rubia melena recogida en un moño y de ojos verdes levemente rasgados que se entrecerraban en una acogedora sonrisa. Llevaba las manos mojadas y en ese momento se las secaba en un impoluto delantal blanco que ceñía su cintura.
Los tres guardaron silencio mientras aquella agradable mujer los observaba sonriendo.
_¿Y bien?_dijo ella al ver que no hablaban_Tú pareces ser el que está peor..._le dijo a Haldir, y luego miró a Gimli, todavía sujeto por los otros dos_¡Qué sorpresa! Un valiente señor enano acompañado de dos elfos, debes ser alguien excepcional para aceptar la compañía de la Hermosa Gente.
Legolas sonrió y le soltó el brazo al enano. Echó un vistazo a Haldir para que hiciera lo mismo y dejaron a Gimli libre. Ya lo conocía de sobra.
_Esto...bueno_dijo el enano_, hemos luchado juntos en varias ocasiones... qué remedio. Me llamo Gimli, hijo de Gloin, de las Montañas Azules. Éstos son Legolas, príncipe del Bosque Negro y Haldir, capitán de los arqueros elfos de Lorien.
_Es un placer_dijo ella de nuevo sin borrar la sonrisa_, yo soy Ivriniel, de Dol Amroth, hermana del príncipe Imrahil, sanadora de profesión y a vuestro servicio. Seguidme, por favor_dijo la muchacha empezando a andar_.
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ESDLA,una elfa en la Compañía
Fiksi PenggemarAelin Tindómiel es la hija menor de Elrond, hermana de Arwen y discípula de su padre en el arte de la sanación élfica. Ambas se parecen bastante físicamente, pero Aelin posee una personalidad muy diferente a ella. Es atrevida, inquieta y decidida...