Desde aquel beso que Camila le había robado en la universidad, algo cambió en Kevin. Aunque al principio se sintió confundido y culpable, en los días que siguieron comenzó a dejarse llevar por la atención que Camila le brindaba. Ella parecía comprenderlo de una manera que él sentía que Barbara ya no hacía. La atracción era cada vez más fuerte, y sin darse cuenta, Kevin empezó a distanciarse emocionalmente de Barbara, casi sin saber por qué.
Cada vez que Barbara intentaba acercarse a él, Kevin encontraba una excusa para no responderle. Las conversaciones que antes fluían con facilidad se convirtieron en diálogos cortantes. Barbara notaba su cambio de actitud, y trataba de entender qué estaba pasando. Quería hablarlo, arreglar las cosas, pero siempre recibía la misma respuesta de Kevin: “Estoy ocupado, luego hablamos.”
Barbara comenzaba a sentirse cada vez más desconcertada y herida. Sin embargo, no dejaba de intentar. Sus mensajes eran cada vez más claros: “Kevin, por favor, hablemos”, “Quiero arreglar esto contigo”, “¿Puedes dedicarme un momento?” Pero Kevin apenas los leía y continuaba sumergido en su propio mundo.
Camila, mientras tanto, aparecía en los momentos justos. Cada vez que Kevin se sentía algo culpable por la situación con Barbara, Camila estaba allí, haciéndole ver que no tenía nada de qué preocuparse, que merecía alguien que le diera su lugar y lo hiciera sentir especial. Así, sin que Kevin se diera cuenta, Camila fue moldeando sus pensamientos y emociones, apartándolo lentamente de Barbara.
Los amigos de Kevin también comenzaron a notar su ausencia, pero él buscó refugio en su mundo de videojuegos, especialmente en “League of Legends”. Pasaba horas jugando, sumergido en la pantalla, dándole más atención a sus amigos en línea que a su relación con Barbara. A veces, ni siquiera respondía a sus mensajes, o los dejaba en visto por horas. Las pocas veces que hablaban, Kevin mantenía una actitud desinteresada, como si estuviera en otro lugar.
Con el paso de los días, Barbara intentó una última vez arreglar las cosas. Le envió un mensaje pidiéndole que hablaran en persona, que no quería que su relación terminara de esta manera. Pero para entonces, Kevin ya había aceptado en su mente que quizás su relación estaba condenada. Las palabras de Camila habían tenido efecto, y en un momento de frialdad, respondió simplemente: “Tal vez es lo mejor para los dos. Si eso quieres, está bien.”
Para Barbara, esas palabras fueron como una daga. No podía creer que Kevin estuviera tan dispuesto a dejarla ir. Sintió una mezcla de tristeza y frustración, y, al no recibir ningún intento de arreglo por parte de él, decidió dar un paso atrás. Sin más, su relación terminó, y ambos tomaron caminos distintos.
Camila, al enterarse de la ruptura, no perdió tiempo. Esa misma tarde, apareció en la casa de Kevin “para acompañarlo” y asegurarse de que no se sintiera solo. Kevin, aunque aún procesaba lo que acababa de suceder con Barbara, se sintió agradecido por la presencia de Camila. Ella tenía una manera de hacerle sentir que nada de lo que estaba viviendo era tan grave, de justificar cada una de sus decisiones hasta el punto de que él casi se convencía de que su relación con Barbara había sido un error.
Durante esa tarde, Camila estuvo con él, haciéndole compañía en la sala mientras hablaban y veían una película. Kevin la observaba, confundido, sin entender del todo lo que sentía. Había algo en ella que lo atraía, que lo hacía sentir querido, pero al mismo tiempo, había una sensación de vacío que no podía explicar. Sin embargo, cada vez que esa incomodidad surgía, Camila tenía una forma de distraerlo, de hacerle sentir que estaba exactamente donde debía estar.
A medida que avanzaba la noche, Camila comenzó a acercarse más, hasta que en un momento, mirándolo a los ojos, le dijo suavemente: “Kevin, no tienes que estar solo. Estoy aquí para ti.”
Antes de que él pudiera procesar lo que estaba sucediendo, sintió que ella lo abrazaba, y lentamente, sus labios se encontraron. Kevin, en un impulso, respondió al beso. Se dejó llevar por el momento, por la sensación de sentirse deseado y apreciado. Con cada caricia, cada palabra susurrada, Camila fue borrando las dudas que aún quedaban en él.
Aquella noche, terminaron en la habitación de Kevin. Para él, fue una experiencia única, la primera vez que compartía algo tan íntimo con alguien. Sentía una mezcla de emoción, euforia y una extraña dependencia hacia Camila. Su mente estaba completamente enfocada en ella, en la sensación de compañía y el calor que le brindaba.
Pero para Camila, aquella noche no tuvo el mismo significado. Aunque mostró ternura y cercanía, su actitud al día siguiente fue distante. Kevin, al despertar, notó que ella ya no estaba. La buscó por toda la casa, solo para encontrar una nota en la que le decía: “Nos vemos luego. Cuídate, Kev.”
Para Kevin, esa ausencia fue como un balde de agua fría. Sin embargo, en lugar de cuestionarse, comenzó a sentir que necesitaba de Camila más de lo que había imaginado. Ella se había convertido en su refugio, en la persona que le brindaba un escape de sus problemas. Con el paso de los días, Kevin desarrolló una especie de apego ansioso, siempre esperando el siguiente momento en que ella lo buscara, en que le diera la atención que ahora parecía necesitar desesperadamente.
Sin darse cuenta, Kevin había caído en un ciclo de dependencia emocional hacia Camila, sin entender que sus propios sentimientos habían sido manipulados y moldeados. Cada mensaje, cada encuentro, y cada palabra que ella le decía se volvía su centro, al punto en que su bienestar parecía depender únicamente de la presencia de Camila.
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El Laberinto Del Deseo
Подростковая литератураKevin es un joven enamoradizo que ha vivido intensas historias de amor, habiendo experimentado tres grandes pasiones en su vida. Atrapado entre el pasado y el presente, kevin deberá enfrentarse a sus verdaderos sentimientos y tomar decisiones que de...