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Unos brazos me sujetan.
No distingo el rostro entre la oscuridad que me rodea.
Oigo una voz a lo lejos.

-Luanna joder- conozco ese sonido- joder joder- la voz sigue maldiciendo.

¿Quién es?

Siento como me levantan en brazos.
Una puerta se abre y el ruido disminuye.
Una ráfaga de aire mueve mi cabello y me refresca. El sofoco ha bajado y poco a poco puedo distinguir siluetas.

Abro mucho los ojos mientras mi visión se va aclarando.

Me encuentro con unos profundos ojos negros mirandome preocupados.

-¿Nate?- consigo decir debilmente.

-joder Luanna- es todo lo que responde llevandose una mano al pelo y despeinándoselo.

Observo con detenimiento lo que me rodea.
Estamos en la calle. Un callejón poco iluminado. Recostada sobre Nate en el suelo.

Me incorporo rápidamente acomodándome el vestido.

Pierdo el equilibrio y tropiezo.

-joder no te levantes, aún no estás bien- tira de mí haciendo que me coloque encima suya, apoyando la cabeza en su hombro.
Puedo percibir su olor corporal desde aquí.
Naranja y menta.

-¿Qué ha pasado ahí dentro?- pregunta volviendo a revolverse el pelo.

-no lo sé- respondo confusa- supongo que me agobié y me desmayé.

¿En qué momento me separé de Ryan?

-Podrías habernos avisado de que eras claustrofobica o algo así- resopla.

-yo tampoco lo sabía- resoplo de vuelta.
Suelta un gruñido y se revuelve en su sitio.

-Deberíamos entrar- propongo levantándome.- te vas a perder el concierto

-el concierto es lo de menos- refunfuña apartando la vista.- además, se escucha desde aquí.

Tiene razón. Las voces del grupo se pueden distinguir.
Cierro los ojos y centro mi atención en la música y el contraste de la calidez del cuerpo de Nate con el fresco exterior.
La melodia me envuelve y  mis ojos se empañan sin quererlo.

-¿Qué pasa?- pregunta alarmado.

-No lo sé- le dedico una sonrisa- todo pasa tan rápido que no tengo tiempo de procesar mis emociones con claridad.

Me seca las lagrimas con el pulgar. Mis mejillas se encienden y él se ruboriza como si su gesto hubiera sido un reflejo.
Se aparta colorado.

-Lo siento..yo-yo no quería-tartamudea.
Río. Se ve realmente adorable.
Nunca había visto este Nate, y merece la pena.
Sonrío y me acerco a él.

Me aprieta contra sí, como protegiendome del frío.

Estamos así, tumbados en la calle, apretados uno junto al otro durante lo que parecen ser horas a la vez que un segundo.
He perdido la noción del tiempo y no quiero que cambie.

Siento sus latidos acelerados. Como los míos. Su cálida respiración sobre mi.

Cojo mi teléfono para mirar la hora

21 llamadas perdidas de Ryan

-Joder- exclamo.

-¿Qué pasa?- le doy mi teléfono.

-Joder- exclama.

Coje el suyo.

-Puto Ryan- maldice.

Agarro mi móvil y marco el familiar número.
Lo coje al primer timbre.

-Luanna- exclama por el auricular, visiblemente preocupado.

Un sentimiento de culpa me embarga. Podría haberle llamado en vez de estar aquí tumbada junto a su mejor amigo.
La verdad me golpea como una maza. Me había olvidado de Ryan.

-Luanna contesta. ¿Donde estás? ¿Estás sola?- cada vez le noto más nervioso.

-fuera, con Nate- consigo decir.

-voy para allá- responde con determinación y cuelga.

Suspiro y me recuesto junto a Nate de nuevo.

-viene- le explico.

Dicho esto el aludido aparece tras la puerta.
Su cara de alivio me encoje el corazón, entonces se percata de nuestras posiciones, un tanto comprometidas y frunce el ceño.
Me aparto rápidamente y me pongo en pie.
Se acerca a grandes zancadas y me ahoga en un abrazo.

-Joder estaba súper preocupado- susurra con la cabeza en mi pelo.

Le aprieto con los brazos, respondiéndo al abrazo.

Nate aparta la mirada y gruñe algo que no consigo entender.

-Me separé de ti un momento y-y- su voz suena rota.

-Ryan, da igual, Nate me encontró- le consuelo con una tierna sonrisa.

Sonríe como puede y se sienta en el lugar que yo ocupaba antes.

-no quiero volver a entrar- comenta mirando al cielo.

Me siento a su lado y me coje de la mano.

-yo vuelvo, ya perdí suficiente tiempo mientras te ponías bien- suelta Nate antes de volver a la discoteca.

¿Qué le he hecho?
Supongo que su amabilidad habrá sido un espejismo de lo que necesitaba.

Sin querer suspiro y Ryan me mira fijamente.

-No es nada personal, es así con todo el mundo- responde refiriéndose a su amigo.

Me levanto y sacudo mi ropa.

-creo que vuelvo dentro ¿Vienes?- me mira interrogante hasta que acepta y se levanta.

-esta vez cuidaré bien de ti- susurra contra mi oreja.

can't buy me, loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora