¡KARMA!

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El Ki en un mundo de magia capítulo 25

Unos sonidos de alguien despertar se escuchaban, y lentamente unos ojos se iban abriendo para mostrar que esa persona estaba despertando, siendo nada más y menos que Aldea, la soldado del imperio Vatlantis, que abría sus ojos en la habitación donde se encontraba junto a su compañera Graves

—Graves, despierta—exclamaba Aldea moviéndose los ojos y haciendo que su morena y rubia amiga se levantara de su sueño

—Aldea.....—

—Vaya, veo que han despertado—

Una voz se escuchaba desde adentro de la habitación siendo nada más y menos que Rosalia Yamamoto

—Sí que duermen, pense que se habían muerto—

— ¡Maldita! —

Aldea pensaba atacar a Rosalia pero no pudo moverse mientras que la líder del clan Yamamoto estaba simplemente sentada mirando a las dos

—No tiene caso, no se pueden mover, y aun si pudieran atacarme, lo que ven en mí en este momento es solamente una ilusión, no soy la real—

— ¡¿Qué es lo que quieres!? —preguntaba Gravel molesta

—Nada, excepto que me digan todo sobre su mundo, y que sea por las buenas—

— ¡¿Enserio piensas que vamos a traicionar a nuestras tierras!? —preguntaba Aldea de forma burlona

—Simplemente tengo muchas formas de hacerles hablar, puedo leer sus mentes, o destruir sus mentes para que olviden todo lo que saben de ustedes y que actúen como perritas obedientes, literalmente puedo hacer que ladren—

Ambas se asustaban

—Por lo que ustedes han hecho a la humanidad de esta tierra, es un castigo pequeño—

— ¡¿Entonces porque no lo haces!? —preguntaba Gravel nerviosa y de manera amenazante

—Porque aunque sean unas mierdas asesinas, quiero tratar con ustedes como persona, quiero hacerlo pacíficamente, pero....llevare a métodos extremos si no aportan nada—

Las dos se enojaban intentando moverse pero no podían hacerlo

—Podemos jugar al policía bueno, y al policía malo, ¡¿a que prefieren?! ah por cierto, tengo a otras dos amigas suyas de rehenes, una de cabello negro, y una rubia pequeña—

Las dos se impresionaban de golpe dando a entender que conocían a esas personas y Rosalia mostraba una sonrisa

—Tranquilas, no les hare nada, pero entonces, ¡¿Qué desean hacer!? —

—Muy bien—exclamaba Aldea con una sonrisa—Te diremos todo lo que sabemos, pero, ¡tenemos exigencias! —

— ¡¿Cuáles!? —preguntaba Rosalia tranquilamente

— ¡Primero, queremos dinero, mucho! —

— ¡Muy bien! —

Rosalia chasqueaba sus dedos y enfrente de las dos caía una bolsa que las dos abrían y vieron joyas y diamantes

—Como no sé qué dinero manejan ustedes, les regalo joyas—

— ¡No puede ser, son reales! —exclamaban las dos impresionadas

—Muy bien hablen entonces—

— ¡E-E-Espera, todavía tenemos más exigencias! —

Las dos se reunían haciendo una mesa redonda

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