📚Capítulo 31📚

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La música retumbaba en mis oídos, y las luces de la pista de baile parecían bailar al ritmo de los latidos de mi corazón. No podía negar que la euforia había comenzado a tomarme, mi cuerpo se movía sin pensar, guiado por el ritmo y la presencia de Chuuya y Sigma a mi alrededor. Había algo en la atmósfera que hacía que todo pareciera más ligero, menos complicado. Tal vez fuera el alcohol, o tal vez solo el hecho de que, por una vez, podía olvidarme de las expectativas y simplemente ser.

Chuuya me dio un empujón juguetón, y Sigma no dejó de sonreír, su actitud despreocupada iluminando la pista. Estaba comenzando a disfrutar más de lo que imaginaba, pero no podía evitar que mi mente regresara una y otra vez a Fyodor, a lo que había sucedido días antes. No estaba seguro de cómo manejar lo que sentía. Las luces de la fiesta, la música y la compañía de mis amigos me ayudaban, pero al final, solo era un velo sobre mis pensamientos.

—¡Vamos, Nikolai, suéltate!.—gritó Chuuya, saltando con más energía de la que alguien podría soportar a esas horas de la noche. Y no pude evitar sonreír ante su entusiasmo, tan puro, tan directo.

—Está bien, está bien —respondí entre risas, dejándome arrastrar por la locura de la noche.

Pero de repente, una figura apareció frente a nosotros. Un tipo, completamente borracho, tropezó hacia mí y, en su caída, nos chocó a los tres. Mi cuerpo se tensó, mis instintos se activaron al instante. No era solo el choque, sino lo que vino después.

—¡Ay, perdón, perdón!.— dijo el chico con una risa tonta, claramente fuera de sí. Antes de que pudiera reaccionar, alguien me tocó el hombro. Mi corazón dio un vuelco al ver quién era.

Yuki.

El abrazo de Yuki fue como una ola inesperada, arrastrándome hacia un momento incómodo que no sabía cómo manejar. Su cálido abrazo me hizo sentir un cúmulo de emociones contradictorias: un atisbo de algo cercano a la familiaridad, pero también un nudo en el estómago, una sensación de incomodidad que no podía negar.

—Te he estado buscando, Nikolai

—dijo con una voz alegre y un tanto borracho, su cara brillando con esa mezcla de confianza que solo el alcohol puede otorgar—. ¿Por qué desapareciste de repente?

Lo que había sucedido entre nosotros, las palabras que habíamos dicho días atrás, empezaron a flotar en mi mente, pero no quería, no podía, revivirlo ahora. No con él tan cerca, tan... cálido. Un torbellino de pensamientos caóticos se apoderó de mí mientras trataba de encontrar una respuesta. No sabía cómo reaccionar, ni siquiera si debía reaccionar.

Pero justo cuando intentaba encontrar la manera de liberarme de su abrazo, sentí un golpe en mi espalda. Un empujón fuerte. Chuuya.

—¡Déjalo en paz, desgraciado! —dijo con voz áspera, y su tono hizo que Yuki se apartara instantáneamente.

La reacción de Chuuya fue tan rápida como violenta, su brazo estirándose hacia atrás con la intención de apartar a Yuki de un golpe si era necesario. Yuki, por otro lado, no parecía haber notado la furia de Chuuya. En lugar de eso, me miró fijamente con una sonrisa más que borracha, casi tambaleándose mientras lo hacía.

—Qué guapo eres, Nikolai... Siempre lo has sido—dijo Yuki, su tono arrastrado por el alcohol, como si cada palabra se deslizara con lentitud y sin filtro.

Mis ojos se abrieron ligeramente ante la declaración, y no pude evitar tensarme aún más.

Chuuya, al ver la sonrisa de Yuki, frunció el ceño y dio un paso al frente, listo para darle un buen empujón, o algo más serio si fuera necesario. Podía verlo en su mirada: el mismo instinto protector que siempre tenía, ese que lo hacía dar lo mejor de sí cuando alguien estaba cruzando los límites. Sabía que, en este caso, su paciencia estaba a punto de agotarse.

📚Bajo la sombra de la razón📚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora