𝜗𝜚𝙴𝚗 𝚎𝚕 𝙹𝚞𝚎𝚐𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝙳𝚎𝚜𝚎𝚘✧˚ ༘ ⋆｡ ˚

Chapter ⅠⅠ

Mammon no recordaba cómo había terminado en el penthouse de Asmodeus, pero ahí estaba, hundido en el lujoso sofá, con una vista impresionante del infierno nocturno a través de las enormes ventanas. Todo había empezado como una broma de Asmodeus, invitándolo a "pasar el rato" en su lugar, pero algo en la sonrisa de Asmodeus le había dado a Mammon la impresión de que había una razón más detrás de la invitación.

—¿Así que vamos a ver una película? —preguntó Mammon, tratando de no sonar demasiado nervioso mientras miraba a su alrededor.

—Oh, claro, si lo prefieres —respondió Asmodeus, sin perder esa sonrisa divertida mientras buscaba entre una colección de películas—. Aunque, si soy honesto, me pareció que algo así sería demasiado... normal para ti.

Mammon resopló, intentando no dejarse intimidar.

—Tú eres el que me invitó, así que tú decides, Ozz—respondió, cruzándose de brazos con una actitud que intentaba ocultar sus nervios.

Asmodeus sonrió y eligió una película al azar antes de encender la enorme pantalla en el salón. Se acomodó en el sofá junto a Mammon, pero no de una manera discreta; en lugar de eso, se acercó lo suficiente para que sus hombros se rozaran, y Mammon sintió una corriente de electricidad recorrerlo ante ese contacto casual.

La película comenzó, y al principio, ambos intentaron mantener la atención en la pantalla. Sin embargo, la tensión entre ellos era palpable, como si cualquier pequeño movimiento fuera suficiente para romper la delgada línea que los mantenía separados. Mammon intentaba concentrarse en la trama, pero cada vez que Asmodeus se movía un poco, o le lanzaba una mirada de reojo, su atención se desviaba de inmediato.

De repente, Asmodeus tomó un cojín y lo lanzó casualmente hacia Mammon, que lo recibió en la cara sin previo aviso.

—¡¿Qué demonios?! —protestó Mammon, sorprendido, mientras el cojín caía en su regazo.

Asmodeus soltó una risa encantadora y despreocupada, mostrando una faceta juguetona que Mammon no esperaba.

—Vamos, Mammon, admítelo, te estás aburriendo. Ni siquiera estás prestando atención a la película —dijo Asmodeus, con una expresión que combinaba travesura y desafío.

Mammon frunció el ceño, pero una chispa competitiva se encendió en él. Sin pensarlo mucho, tomó el cojín y se lo lanzó de vuelta a Asmodeus, con fuerza suficiente para empujarlo un poco hacia atrás.

—¿Ah, sí? Pues ahí tienes, Ozz. A ver si puedes con eso.

Lo que comenzó como una provocación terminó en una improvisada guerra de cojines en la que ambos, entre risas y empujones, se esforzaban por demostrar quién dominaba la situación. Asmodeus lanzó otro cojín y se abalanzó sobre Mammon, quien intentó esquivar el ataque, pero terminó atrapado entre los brazos de Asmodeus cuando este le hizo cosquillas sin piedad.

—¡Para, para! —exclamó Mammon entre risas, intentando liberarse de las manos de Asmodeus—. ¡Juro que me las pagarás!

Pero Asmodeus solo sonrió, sin detenerse. Mammon sentía el peso de su cuerpo sobre él, y en medio de la risa y la euforia, algo más comenzó a hacerse evidente. La proximidad entre ambos era ahora mucho más íntima, y la atmósfera cambió de manera sutil, volviéndose más lenta y cargada de un sentimiento que ni uno ni el otro estaban dispuestos a verbalizar.

Con un movimiento lento, casi hipnótico, Asmodeus dejó de hacerle cosquillas y deslizó sus manos hasta los hombros de Mammon, sosteniéndolo allí, mirándolo con una intensidad que dejaba claro que había mucho más en juego que solo una broma.

—Sabes... —susurró Asmodeus, con una voz suave pero profunda—, siempre pensé que serías tú el que me provocaría en estas situaciones, pero parece que te tengo donde quiero.

Mammon lo miró fijamente, sus labios entreabiertos en un intento de responder, pero sin encontrar las palabras. Su orgullo y su avaricia le impedían ceder por completo, pero algo en el toque de Asmodeus lo hacía querer rendirse, aunque fuera solo por un momento.

La mirada de Asmodeus recorrió el rostro de Mammon, sus ojos enfocándose en cada detalle, como si estuviera memorizando cada expresión. Finalmente, sus manos se deslizaron por el pecho de Mammon, acariciándolo de manera lenta, enviando un escalofrío placentero que lo dejó completamente paralizado.

—Tal vez deberíamos intentar ver la película de nuevo —sugirió Asmodeus en un tono despreocupado, como si el toque que acababa de darle no significara nada, aunque sus ojos decían lo contrario.

Mammon intentó retomar la compostura, respirando hondo y apartando la vista, aunque sus mejillas estaban levemente ruborizadas.

—H-haz lo que quieras, yo solo estoy aquí porque tú lo propusiste —dijo, tratando de sonar indiferente.

Asmodeus sonrió y, sin apartar su mirada de Mammon, le pasó un brazo por encima de los hombros, volviendo a acercarlo a su lado, esta vez de una manera más suave y menos juguetona. Mammon intentó no pensar demasiado en ello, pero el calor de ese contacto y la comodidad de estar así, en un momento tan simple y tan íntimo, eran suficientes para hacer tambalear sus defensas.

Finalmente, ambos quedaron en silencio, con Asmodeus aún sosteniéndolo cerca y sus manos ocasionalmente acariciando su hombro o su brazo. Aunque no hablaban, había una conexión tácita entre ellos, una complicidad que ninguno de los dos podía negar.

Mammon cerró los ojos un momento, permitiéndose disfrutar de esa cercanía, algo que normalmente despreciaría, pero que en ese instante, le hacía sentir una paz que no recordaba haber experimentado antes.

Sin darse cuenta, su cabeza cayó levemente sobre el hombro de Asmodeus, y Asmodeus, en lugar de aprovecharse de la situación o hacer alguna broma, solo le dio un apretón suave en el hombro, como si le estuviera diciendo que estaba bien, que podía relajarse.

La película continuó de fondo, pero ambos estaban demasiado perdidos en el contacto que compartían como para prestar atención a la pantalla.