El final del tercer año había llegado, y en Hogwarts se respiraba una mezcla de alivio y tensión, especialmente después de los eventos que rodearon la huida de Sirius Black. La noticia de que un prisionero había logrado escapar de los dementores retumbaba en los pasillos, y los rumores entre los estudiantes no cesaban. Todos sabían que algo grande había sucedido, pero solo unos pocos comprendían la magnitud de los eventos. Entre esos pocos, Casiopeia, Phoenix y Pandora habían encontrado una forma de procesar el torbellino de emociones y secretos que el año les había dejado.
Después del incidente, Casiopeia se había encontrado en una situación completamente inesperada. Cuando Snape fue encontrado inconsciente tras intentar capturar a Sirius, Casiopeia fue la primera en verlo en ese estado. Sin pensar en las posibles consecuencias, había corrido hasta él y, antes de que alguien más llegara, se inclinó a su lado para asegurarse de que respiraba. A su manera, ella había cuidado de él, manteniéndose cerca hasta que llegaron otros profesores para ayudar. Nadie supo de su pequeño acto de preocupación, ni siquiera Snape, pero Casiopeia guardó en su corazón aquel momento en el que se había dado cuenta de que, más allá de su fachada severa, había algo que la conectaba profundamente con su profesor de Pociones.
Por otro lado, Phoenix enfrentaba su propia revelación. Había descubierto la verdad sobre el profesor Lupin: él era un hombre lobo. Aunque al principio la noticia la tomó por sorpresa, pronto se dio cuenta de que eso no cambiaba en nada la admiración que sentía por él. Lupin había demostrado ser uno de los profesores más comprensivos y sabios que había tenido, y esa revelación solo la acercó más a él, dándole una perspectiva sobre la complejidad y fuerza que requería su vida. Pero cuando se enteró de que Lupin planeaba marcharse de Hogwarts tras el final del año, sintió un vacío en su corazón que no esperaba.
La última noche, Phoenix reunió el valor para buscar al profesor antes de su partida. Encontró a Lupin empacando sus pocas pertenencias en su oficina, con una expresión tranquila, pero que revelaba una tristeza difícil de ocultar. Él la miró cuando entró, esbozando una pequeña sonrisa.
—Phoenix, me alegra verte. Pensé que todos estarían ya en sus dormitorios —dijo con una voz que, aunque serena, dejaba entrever una melancolía.
Ella se acercó lentamente, sintiendo que las palabras no salían tan fácilmente como deseaba. —Profesor Lupin… No quería dejar que se fuera sin despedirme. No sé cómo explicarlo, pero creo que Hogwarts no será lo mismo sin usted aquí.
Lupin la miró, y Phoenix pudo ver en sus ojos una mezcla de aprecio y tristeza. —Gracias, Phoenix. Significa mucho para mí escuchar eso. Eres una estudiante excepcional, y no solo por tu talento en Artes Oscuras, sino por tu capacidad de ver más allá de lo superficial. Espero que nunca pierdas esa cualidad.
Ella sonrió, sintiendo una punzada de tristeza. —Le echaré de menos. Sus clases han sido… lo mejor de este año.
Lupin la observó en silencio unos segundos, como si también le costara despedirse. Entonces, en un gesto inesperado, dio un paso adelante y la abrazó suavemente. Phoenix sintió el calor de aquel abrazo, y el tiempo pareció detenerse. En ese instante, todas las palabras que quería decir, y que no podía expresar, parecieron transmitirse en el silencio.
—Espero que encuentres todo lo que buscas en esta vida, Phoenix. Tienes un espíritu fuerte y bondadoso. No dejes que nada te quite eso —murmuró él, con un tono suave, casi con un toque de tristeza.
—Lo prometo, profesor —respondió ella en voz baja, sabiendo que ese momento quedaría grabado en su memoria.
Se separaron lentamente, y Phoenix sintió un leve rubor en sus mejillas, consciente de que aquella despedida, aunque triste, había tenido un tinte de dulzura que guardaría en su corazón. Se despidió de él con una última mirada, y mientras salía de la oficina, no pudo evitar lanzar una mirada hacia atrás, viéndolo por última vez antes de que su profesor y mentor se convirtiera en un recuerdo.
Cuando regresó al Gran Comedor, se encontró con Casiopeia y Pandora. Las tres intercambiaron miradas cargadas de emociones, comprendiendo sin palabras que ese año había sido diferente a todos los demás, marcado por secretos, despedidas y promesas silenciosas. Cada una de ellas había vivido algo especial, algo que las había cambiado para siempre.
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Serendipia-Corazones Clandestinos
FanficPhoenix, Pandora y Cassiopeia Avery, tres hermanas envueltas en el misterio, llegan a Hogwarts para su tercer año después de un cambio desde Ilvermorny. Su fama las precede, conocidas no solo por su linaje sino también por sus lazos con algunos de l...