Los sueños de la Reina | GOT fanfic

CAPÍTULO 20

Los años lo habían cambiado demasiado, pensó mirando al hombre del espejo. Su reflejo estaba distorsionado un poco por el espejo chueco y sucio, pero todavía se apreciaba en su mayoría Jon. Las largas cicatrices que surcaban sus cejas y sus ojos, así como el cabello castaño cayendo sobre su rostro para ocultarlas un poco. Sus ojos grises parecían cansados, así como sus labios agrietados que gritaban por agua.

Se acomodó su gambesón y su pechera de acero. No era necesaria, pero nunca se podía estar demasiado desprevenido. Todo era pulcro, demasiado fino que era raro para él. Los lobos Stark estaban tallados en el acero, así como en el gambesón con hilos blancos y grises, y con los ojos rojos en alusión a Fantasma. Su cabello lo dejó suelto, cansado y se puso encima la capa negra color negro, recordándole a la capa de lord comandante de la Guardia de la Noche.

Fue al gran salón de Invernalia, donde los hombres ya estaban allí en bancos de madera discutiendo unos contra los otros. Todas las casas vasallas fueron una vez completamente leales a los Stark. Fueron ellos quienes avanzaron junto a Eddard Stark para derrocar al rey Aerys, también junto a Robb y luego lo coronaron rey. «Y ahora yo soy su rey.»

Cuando los hombres lo vieron, dejaron de lado sus discusiones. Pudo ver a los señores de las casas nobles, de los clanes de la montaña y unas pocas del cuello. Lord Wyman lo miraba desde casi al frente, ahora jactándose de tener la primera flota del norte desde hacía tantos años. La flota fue encargada por Robb durante la guerra de los cinco reyes, pero nunca salió después de la boda roja, y ahora estaba a su disposición. Con los barcos sería más fácil transportar hombres hacia el norte, así como comida y demostraría el poder que parecía perdido en su reino.

Lyanna Mormont miraba a todos los lores con el entrecejo fruncido, por supuesto demostrando que era digna de estar allí a pesar de ser mujer y tan joven. Si no la conociera, quizá pensara lo mismo. La niña fue de las pocas que lo ayudaron de verdad cuando mendigó junto a Sansa y merecía todo ese reconocimiento. También fue ella quien alentó a todos a coronarlo como rey del norte para no volver a ser subyugados por un monarca sureño. «Quizá ahora piense que los traicioné por los dragones como Torrhen.»

La comida fue servida en las mesas, recordándole a las fiestas de la cosecha de cuando era niño y su padre y sus hermanos se sentaban en aquella mesa y él con los escuderos. Cuántas cosas cambiaron con los años. Ahora él dominaba Invernalia, no como señor, sino como rey. Un rey casado incluso, por más divertido que eso sonara. Creyó de joven que su único propósito sería servir en la Guardia, ahora su propósito es mantener vivos a estos señores y su gente ganándose el odio seguramente.

—¡Sean todos bienvenidos a Invernalia, mis señores! —dijo a todo el salón, mirando de reojo a todos los hombres de derecha a izquierda—. Estamos todos hoy reunidos para aclarar cosas del futuro, pero primero celebremos que todos hemos llegado hasta aquí.

Fue recibido con vítores de los señores que ya comenzaban a beber sus cervezas y les escurría sobre sus espesas barbas. No sabía cómo era que su padre podía hacer discursos de la nada para contentar a los señores, ni cómo le hacían los sureños en sus torneos y banquetes, pero quizá no fuera tan malo a pesar de todo. Se sentó en la mesa, justo en la silla principal. Davos estaba a su lado derecho y Sansa al izquierdo. Los dos no intercambiaron más que unas pocas palabras desde que llegó a Invernalia, pero por el bien de las apariencias debían estar juntos. Y Arya también estaba allí, al lado de Sansa y con la mirada escrutando a los señores del salón. La propia guardia de Sansa estaba detrás de ellos, mientras que al lado de Davos solo había un lugar vacío. Bran pudo haber estado allí, pero no quería estar en lugares repletos de gente ahora que las visiones se habían oscurecido según él.