1°. La luz después de la oscuridad.

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1°. La luz después de la oscuridad.
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La luna llena sobre la ciudad, ella en lo alto del alto edificio.
Las lágrimas caían por sus mejillas. Lo había perdido todo, él le hizo perder todo. Perdió su puesto en la agencia, él se lo quitó. Su amor, ese amor era falso.
Como en un sueño todo se desvaneció de golpe, como el humo.
Ya no le quedaba nada, nadie creiría la verdad, ese hombre con su apariencia de buena persona, ocultaba su verdadera naturaleza.
Sádico, manipulador, aprovechado. La había engañado, como engañó a otras antes que a ella.
Miró al frente, edificios altos, edificios donde vivían personas, edificios de oficinas, como en el que ella trabajó.
Ese hombre arruinó su vida. Ahora no tenía nada ni trabajo, ni lugar donde vivir. No tenía donde ir.
Sólo vio un camino, dar unos pasos y dejarse caer al vacío. El abismo la cogería con los brazos abiertos, nadie la lloraría, nadie la echaría en falta.
Dio un paso, dos, se detuvo. No era miedo a morir, era morir sin luchar lo que le atemorizaba.
Se giró,  no dejaría ese mundo sin acabar con la reputación de ese vividor, se lo debía a todos que ese ser vil destrozó.
Ella no era la única víctima, había más, y habría más si no se ponía remedio. Ella sería el remedio.
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Meses después ese hombre indigno, esposado era llevado a prisión.
Todas sus vileza estaban al descubierto. Su máscara había caído, dejando ver lo vil que era realmente.
Ya no engañaría a nadie,  nadie volvería a sufrir por él, por su culpa.
Pagaría por sus crímenes, y lo pagaría el resto  de su vida.
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Estaba en la misma azotea de donde intentó saltar, pero su estado de animo era él contrario de aquella vez. Con una botella del mejor vino que encontró y una copa, estaba de celebración.
La mujer estaba satisfecha, su venganza se había cumplido, nadie sabría que fue ella quien lo delató, quien lo destrozó, como él destrozó a tantas vidas.
Ella miró la copa de vino  y brindó con el aire, era libre, podía empezar una nueva vida, ya la había comenzado, volvería a recuperar las ilusiones que ese malnacido.
No volvería a ser la misma, ni permitiría que nadie jugase con ella.
Se giró y con una sonrisa alegre se dirigió a esa vida que ahora si sería luminosa y llena de esperanzas.

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