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Hyunjin observó la pantalla de su teléfono, inmóvil, el corazón latiéndole con una mezcla de incredulidad y miedo. El mensaje había llegado sin advertencia, acompañado de un archivo de video. Al abrirlo, sus manos temblaron, y un nudo se formó en su garganta, como si su cuerpo ya supiera lo que estaba a punto de descubrir.

La grabación era de baja calidad, algo capturado a escondidas, pero el rostro de Yongbok —su Yongbok— era inconfundible. Hyunjin vio cómo sonreía, cómo se inclinaba hacia otra persona, dejando que el espacio entre ellos desapareciera. El corazón le dio un vuelco. Esos gestos de cariño, esos toques, las miradas íntimas… todos esos detalles que él había creído únicos ahora se desvanecían, destruidos en apenas unos segundos de video.

Sintió una punzada aguda en el pecho, un dolor tan intenso que le costaba respirar. Su mente comenzó a llenarse de recuerdos, momentos en los que había confiado ciegamente en Yongbok, en los que había creído que lo amaba tanto como él. Era como si cada risa compartida, cada promesa susurrada en la intimidad, se convirtiera ahora en una burla amarga.

Hyunjin cerró los ojos, intentando detener las lágrimas, pero el dolor lo invadía como una marea que no podía contener. Había amado a Yongbok con una sinceridad que ahora le dolía como nunca imaginó. "¿Por qué?" se preguntó, en un susurro apenas audible. "¿Por qué me hiciste esto?" El vacío lo consumía desde adentro, dejándolo desgarrado, cada pedazo de su confianza hecho trizas.

Por un momento pensó en cerrar el video, borrar el mensaje y fingir que nada había pasado, como si ignorarlo pudiera ahorrarle el dolor. Pero mientras sus pensamientos se entremezclaban con la rabia, algo en su interior se endureció. No podía dejar que Yongbok escapara sin sentir lo mismo. No era suficiente que él cargara solo con el peso de esa traición.

Mientras tanto, al otro lado de la ciudad…

MinHo estaba tirado en su cama, revisando su teléfono sin mucho interés. Había sido un día largo, y lo único que quería era distraerse un poco antes de dormir. Entre las notificaciones, un mensaje desconocido apareció en la pantalla. Frunció el ceño, extrañado. Sin pensarlo mucho, abrió el mensaje y vio un archivo de video adjunto.

Al presionar “reproducir,” su mundo se detuvo. La grabación era borrosa, como si hubiera sido capturada desde lejos o a escondidas, pero era imposible no reconocer a Jisung. Esa postura, esa risa… era él. Pero lo que hacía que el estómago de MinHo se revolviera era la otra persona junto a él, demasiado cerca, compartiendo una intimidad que le provocó una mezcla de ira y desesperación.

Su pecho se tensó mientras observaba cómo Jisung sonreía y se inclinaba hacia alguien más. Los gestos eran demasiado familiares, los mismos que MinHo pensaba que eran solo suyos. Sintió una puñalada en el corazón, una mezcla de incredulidad y desconsuelo. MinHo intentó aferrarse a la idea de que había una explicación lógica, pero el video hablaba por sí solo: Jisung lo había traicionado.

El dolor lo envolvió como una tormenta. Todos los recuerdos con Jisung parecían ahora burla y mentira, como si cada momento feliz fuera solo parte de un cruel juego. Se quedó mirando el video hasta que sus ojos ardieron, incapaz de apartar la vista aunque cada segundo que pasaba le rompía un poco más el alma.

Finalmente, soltó el teléfono, dejándolo caer sobre la cama, mientras su respiración se volvía errática. La angustia lo consumía, cada latido en su pecho era un recordatorio de la traición. Trató de convencerse de que era un malentendido, pero el dolor y la rabia le impedían pensar con claridad.

¿Cómo habían llegado a este punto? Ambos chicos tenían la cabeza hecha un lío, con un dolor punzante atravesándoles el pecho. Ninguno se había tomado el tiempo de investigar quién era la otra persona en el video; sus mentes no podían alejarse de la traición que los consumía. Pensaban en cómo alguien que les había prometido amor eterno y confianza había sido capaz de apuñalarlos por la espalda, devolviéndoles todo el amor que habían entregado como un eco vacío. Se sentían con las manos llenas de nada, pero el alma hecha pedazos.

𝘈𝘮𝘢𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘯𝘥𝘦𝘵𝘵𝘢 • HyunHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora