El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte de Monza, y los motores de los coches ya rugían en la pista. La mañana de la gran carrera estaba en su punto más álgido, y Hyunjin, con su acostumbrada arrogancia, se había despertado temprano para dar un paseo por la ciudad. Sin embargo, algo diferente lo esperaba esta vez: un café pequeño y acogedor que no solo le ofrecería un respiro antes de la competencia, sino también un encuentro inesperado.
Felix, el dueño del café, estaba detrás del mostrador, sirviendo café cuando vio entrar a un hombre vestido con la típica ropa de piloto: gafas oscuras, chaqueta de cuero y una postura desafiante que denotaba su confianza. Cuando Hyunjin cruzó la puerta, una pequeña campanita sonó, pero lo único que se escuchó fue el sonido de sus pasos firmes y seguros acercándose.
—¿Qué te puedo servir? —Felix preguntó sin mostrar sorpresa, como si ya estuviera acostumbrado a la visita de figuras importantes del mundo de las carreras. A diferencia de la mayoría, no parecía intimidado.
—Un café, fuerte. Y que sea bueno, —respondió Hyunjin, dejándose caer en una de las mesas cercanas, mirando de reojo la decoración simple y el ambiente tranquilo del café.
Felix lo observó por un momento, percibiendo la actitud arrogante de Hyunjin que claramente no necesitaba mucho para sentirse superior. Sin embargo, no podía evitar sentir curiosidad por el hombre que era la estrella de Ferrari. Tomó la orden, pero antes de irse, no pudo evitar soltar un comentario.
—¿Estás seguro que hoy vas a correr bien? —dijo Felix mientras preparaba el café, mirando a Hyunjin con una sonrisa ladeada, como si no creyera en las exageradas habilidades del piloto.
—¿Perdón? —Hyunjin se giró de inmediato, su rostro tornándose serio. Las palabras de Felix lo habían tocado donde más le dolía: en el ego.
—Digo... no sé si con ese ego que tienes serás capaz de mantenerte al frente mucho tiempo. No siempre la actitud compensa la falta de técnica. —Felix añadió con tono tranquilo, como si no estuviera diciendo nada fuera de lo común.
—¡¿Qué?! —Hyunjin se levantó bruscamente, la silla casi volando hacia atrás.— ¿Sabes quién soy? Soy uno de los mejores pilotos del mundo, y no necesito que un barista me venga a decir cómo correr.
Felix no se inmutó. Su mirada era firme, casi desinteresada.
—Entonces, ¿por qué no me demuestras que eres tan bueno? —respondió sin dudar, desafiándolo. —Si eres tan confiado, ¿por qué no me invitas a ver cómo te arrastras en la pista?
Hyunjin lo miró unos segundos, evaluando la situación. El desafío estaba claro y algo en él lo atrajo. Aquel barista, con su actitud tan tranquila y casi desdeñosa, despertaba algo dentro de él.
—Te invito. Tendrás una entrada VIP al paddock, puedes venir a ver cómo ganamos. Si sobrevives la experiencia, claro. —Hyunjin sonrió con suficiencia, su ego completamente alimentado por la idea de que Felix no se atreviera a presentarse.
Felix, sorprendido por la invitación, pero sin perder su compostura, asintió sin más. —Está bien, veré si eres tan bueno como dices.
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La mañana pasó rápidamente, y las gradas del circuito de Monza se llenaban de gente, creando un bullicio ensordecedor que dejaba claro el nivel de la competencia. Los pilotos comenzaban a prepararse para la carrera, y el ambiente estaba cargado de adrenalina. Felix, con su entrada VIP en mano, se dirigió al paddock, pero pronto se dio cuenta de que no era un lugar para alguien como él.
—¿Dónde crees que vas? —uno de los guardias de seguridad le bloqueó el paso, mirando con desdén su atuendo sencillo, mientras el resto de la multitud en el área del paddock parecía ser mucho más elitista, vestida de manera más formal.
Felix intentó explicar que estaba invitado por Hyunjin, pero los guardias no parecían estar convencidos. —No puedes pasar así. Es un área restringida solo para los miembros VIP.
A pesar de su entrada, Felix comenzó a sentirse como un pez fuera del agua. Su ropa casual, su postura relajada, todo lo que era tan ajeno al ambiente del paddock no ayudaba. Finalmente, después de unos minutos de discusiones, y gracias a la insistencia de los guardias, uno de ellos aceptó llamarlo, pero parecía más una formalidad que una verdadera aceptación.
Dentro de la cabina de pilotos, Hyunjin ya se encontraba preparándose para la carrera. El pit box estaba lleno de movimiento, pero su mente no podía evitar distraerse, preguntándose por Felix. "¿Habrá tenido agallas para aparecer?" pensó mientras miraba a su alrededor.
Cuando la luz verde brilló y los motores rugieron, la carrera comenzó con una explosión de velocidad y adrenalina. Hyunjin, concentrado, dejó atrás a todos los demás pilotos en las primeras vueltas. Ferrari estaba al frente, y la victoria parecía asegurada.
A medida que la carrera avanzaba, Hyunjin no solo mantenía su posición, sino que aumentaba su ventaja. Las estrategias de los demás equipos no podían competir con la precisión con la que manejaba su coche. Finalmente, después de unas vueltas tensas, cruzó la línea de meta, ganando la carrera en Monza.
Felix no estaba en ninguna parte del podio, ni siquiera en las cercanías de la pista. Hyunjin bajó del coche, sintiendo la euforia de la victoria, pero algo le faltaba. En la ceremonia de premiación, mientras tomaba el trofeo, su mirada se desvió hacia la multitud. No había rastro de Felix. "¿Habrá decidido no venir?"
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Después de cambiarse y recibir los elogios de su equipo, Hyunjin salió del vestuario, pero antes de que pudiera dar un paso más, escuchó ruidos provenientes del pasillo. Gritos, discusiones... algo no iba bien. Se acercó para investigar y vio a Felix luchando con varios guardias de seguridad.
—¡Déjenme pasar, soy un invitado! —Felix gritaba, su rostro rojo de frustración, mientras trataba de zafarse de los guardias que no le permitían pasar.
—¿Quién te crees para venir aquí? No puedes estar en el área de los pilotos, mucho menos entrar a la cabina. —uno de los guardias lo empujó de nuevo, dudando de la autenticidad de su invitación.
Hyunjin avanzó rápidamente hacia ellos, su expresión se tornó más seria. —¿Qué está pasando aquí? —preguntó en tono autoritario.
Los guardias se dieron cuenta de inmediato de quién era y se hicieron a un lado.
—Él es parte de la lista, lo invitamos. —Hyunjin agregó, no sin cierto aire de superioridad.
Felix, quien ya había perdido la paciencia, lo miró con una mezcla de enojo y resignación. —¿De verdad pensaste que podrías juzgarme así, Hyunjin? —dijo con sarcasmo, cruzándose de brazos.
Hyunjin lo observó por un momento, sin dejar de sentir esa extraña mezcla de irritación y atracción hacia el joven barista. —¿Qué te parece si celebras mi victoria conmigo? —propuso en tono desafiante.— Te invito a cenar, pero quiero que te pongas algo decente. No quiero que la gente piense que te saqué de un bar de mala muerte.
Felix lo miró, ahora completamente molesto. —¿qué te crees? —se giró y se alejó rápidamente, dejando a Hyunjin con la sensación de que no había ganado lo que esperaba.
Hyunjin se quedó ahí, mirando cómo Felix se alejaba, sin saber si estaba más enfadado por no haber logrado que Felix aceptara la invitación o por la forma en que este había desafiado su autoridad. La noche aún prometía mucho más, pero algo le decía que lo que había comenzado como un simple reto podría llevarlos a un terreno mucho más complejo.
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𝓜𝓪𝓼 𝓪𝓵𝓵𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓹𝓲𝓼𝓽𝓪-ᴴʸᵘⁿˡⁱˣ
Romance𝐇𝐲𝐮𝐧𝐣𝐢𝐧, 𝐮𝐧 𝐩𝐢𝐥𝐨𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐅𝟏 𝐝𝐞 𝐅𝐞𝐫𝐫𝐚𝐫𝐢, 𝐯𝐢𝐯𝐞 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐥𝐮𝐣𝐨 𝐲 𝐥𝐚 𝐚𝐫𝐫𝐨𝐠𝐚𝐧𝐜𝐢𝐚, 𝐜𝐫𝐞𝐲𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐭á 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬. 𝐏𝐞𝐫𝐨 𝐞𝐧 𝐌𝐨𝐧𝐳𝐚, 𝐮�...