Prologo

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—¿Cómo que ya no quieres seguir con esto? —le pregunté, entre sorprendido y dolido, sin poder creer lo que estaba escuchando.

—Sí, como escuchaste. Ya no quiero seguir con esta absurda y extraña relación, si es que se le puede llamar así —respondió ella, fría, sin una pizca de emoción en su rostro, como si nada estuviera en juego.

Mis palabras se quedaron atrapadas en la garganta, pero logré forzar una pregunta, una que temía, pero que debía hacer.

—¿Acaso ya no me amas? —la voz me temblaba, mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pero intenté mantener la calma. La sensación de desgarro era insoportable, y las palabras de ella me atravesaban como dagas.

El aire se volvió pesado, como si el tiempo se hubiera detenido, y la sala enmudeció alrededor de nosotros. Un silencio denso que nos envolvía, con la tensión creciendo en cada segundo. Podía sentir el latido de mi corazón golpeando mis oídos, pero de alguna manera, lo único que sabía es que lo que venía a continuación podría destrozarme de una vez por todas.

Finalmente, ella habló, y sus palabras fueron como un latigazo directo al alma.

—Nunca te amé —dijo, sin vacilar, con una mirada tan fija y tan segura que ni siquiera parecía humana. —Solo fuiste un breve pasatiempo, algo con lo que quería jugar. Quería saber cómo se siente estar con un joven, y como dicen por ahí, la carne fresca es lo mejor. Ya lo disfruté, así que te dejo. No quiero que me busques más. —Su tono era como una sentencia, clara, cruel. Me lo decía en serio, y no había ningún atisbo de arrepentimiento.

Cada palabra era un golpe directo a mi pecho. Sentí que el aire se me escapaba, que mis fuerzas se desvanecían. La rabia, la vergüenza, el dolor, todo se amalgamaba dentro de mí, luchando por salir. ¿Cómo podía ser tan fría? ¿Cómo podía verme así, tan insignificante para ella?

La verdad me golpeó con tal fuerza que me quedé paralizado, mirando al vacío mientras las palabras se seguían repitiendo en mi mente. No quería aceptarlo, pero no había vuelta atrás. No podía aferrarme a algo que nunca fue real. Algo que solo existió en mi cabeza, en mis ilusiones.

—Bien —respondí finalmente, con la voz quebrada, pero con una determinación amarga que no sabía de dónde surgía. —Por fin comprendí que nunca... —mi garganta se cerró, el dolor era tan grande que ni siquiera podía decir las palabras. La rabia me invadió, pero también una triste aceptación.

Todo lo que había creído, todo lo que había soñado, se desmoronaba ante mí, y no podía hacer nada para evitarlo.

Me di la vuelta lentamente, con el corazón hecho pedazos, sintiendo cómo cada paso que daba me alejaba más de ella y de todo lo que había creído que teníamos. Y mientras caminaba hacia la puerta, sabía que había algo mucho más profundo y destructivo en juego ahora, algo que ya no podría borrar. Y quizás, lo peor de todo, era que ni siquiera había sido un error de mi parte: había sido ella quien me usó, quien jugó con mis sentimientos. Pero, ¿quién era el verdadero culpable aquí?

💔😭🥺

"Entre el silencio y el deseo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora