O6

14 0 0
                                    


Las mentiras, antes aisladas y esporádicas, se habían convertido en parte de su rutina diaria. Ya no era necesario planearlas o maquillarlas cuidadosamente; ahora fluían de manera natural, como si hubieran formado una capa invisible entre ellos y el resto del mundo. Lo que comenzó como pequeñas justificaciones y excusas se transformó en una constante de engaños descarados, sin pudor ni remordimiento.

Minho y Hyunjin sabían que ya no podían dar marcha atrás. Sus mentiras ya no solo se tejían entre ellos, sino que también se reflejaban en sus interacciones diarias con sus parejas. Había algo insidioso en la forma en que habían aprendido a manipular la realidad, cómo podían ver a sus parejas y aún así no sentir nada cuando mentían sobre sus movimientos, sus planes, sus intenciones.

La falta de culpabilidad era lo más aterrador de todo.

La situación empeoró cuando ambos comenzaron a dejar sus celulares al alcance de sus parejas, sabiendo que se volverían una trampa segura, pero sin miedo. Sabían que los mensajes comprometidos —los que iban a hurtadillas, los que se enviaban entre ellos— serían fácilmente encontrados. Sabían que tanto Jisung como Yongbok verían las pruebas de su traición, y sin embargo, no podían detenerse.

"Es mejor que ellos lo sepan," pensaba Minho, como si el acto de mostrarles la verdad de manera indirecta pudiera darles algún tipo de alivio o liberación. Pero lo cierto era que, más que darles respuestas, solo sembraba más desconfianza, más resentimiento, y una creciente distancia entre ellos.

Cada vez que uno de los dos dejaba su teléfono sobre la mesa o sin poner clave, lo hacía con una calma que ya no era preocupación por lo que pudieran descubrir. Ya no importaba. Ya no les importaba.

Sus mentiras se habían convertido en un juego más grande que ellos, y el único modo de seguir adelante era dejarlas fluir sin cuestionarlas.

Y mientras tanto, sus actitudes también cambiaban. Minho ya no se preocupaba por la culpabilidad cuando mentía. Lo hacía con naturalidad, con desdén por la situación que había creado. Se volvió distante, frío, con una apatía visible en su trato hacia Jisung. Y lo mismo sucedió con Hyunjin, cuya indiferencia hacia los sentimientos de Yongbok era ahora más palpable que nunca. Había algo en sus miradas que antes mostraba un indicio de remordimiento, pero que ahora solo reflejaba agotamiento y hastío.

Lo peor de todo, sin embargo, era que ya no intentaban ocultarlo. Ya no necesitaban esconder sus actitudes. No había pena en sus corazones, no había preocupaciones sobre la estabilidad de sus relaciones. Sus corazones, como sus mentiras, ya no parecían tener espacio para nada más que para ellos mismos.

Y mientras todo esto sucedía, algo se iba rompiendo en sus vidas, aunque ni ellos, ni Jisung, ni Yongbok, se daban cuenta del alcance de lo que estaba por venir.

El último mensaje que desató la discusión fue uno proveniente de Minho hacia Hyunjin. Un simple "Te extraño, veámonos esta noche. ♡" fue suficiente para que todo el control que Yongbok había estado manteniendo se desmoronara por completo.

Yongbok se quedó mirando el teléfono, el mensaje parpadeando ante él, cada palabra como una daga clavándose más y más profundo. El tono juguetón, el emoticono con corazón, todo en ese mensaje le indicaba lo que ya sospechaba, pero verlo allí, tan claro, en sus propias manos, lo hizo estallar.

Con rabia, dejó el teléfono sobre la mesa con más fuerza de la necesaria, y Hyunjin, que estaba a su lado, levantó la vista, visiblemente sorprendido.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó Hyunjin con su tono despreocupado, sin apartar la vista del teléfono.

Yongbok, que sentía cómo su paciencia se evaporaba, no se contuvo más.

𝘈𝘮𝘢𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘯𝘥𝘦𝘵𝘵𝘢 • HyunHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora